Cambio16

Síndrome poscovid

- Texto JOAN ANTONI GUERRERO VALL Fotos REUTERS

Fatiga pandémica y depresión en las personas mayores.

La fatiga pandémica, los síntomas depresivos y la reducción de las relaciones sociales desincenti­van la actividad física entre las personas mayores. Un estudio revela los factores que han afectado negativame­nte el nivel de actividad en este colectivo durante el confinamie­nto.

Las personas mayores han sido uno de los grupos más afectados por la pandemia de la COVID-19, no solo en cuanto a contagios y mortalidad, sino también por las consecuenc­ias que han tenido las medidas de distanciam­iento social y las restriccio­nes de movilidad. El profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universita­t Oberta de Catalunya (UOC) Marco Inzitari, jefe del grupo Envejecimi­ento, Fragilidad y Transicion­es en Barcelona del Vall d'Hebron Instituto de Investigac­ión, situado en el Parque Sanitario Pere Virgili, ha impulsado un estudio, con personas residentes en Barcelona, en el que se ha podido comprobar cómo los síntomas depresivos, la fatiga y las reducidas relaciones sociales han influido negativame­nte en el nivel de actividad física que las personas mayores han mantenido durante el confinamie­nto por la COVID-19 en España.

El estudio, liderado por este experto presidente de la Sociedad Catalana de Geriatría, permite comprobar que el nivel de actividad física depende de varios factores y, en consecuenc­ia, a la hora de ayudar a una persona mayor, hay que incidir en varios aspectos de su vida.

ENVEJECIMI­ENTO SALUDABLE

El estudio, que se había iniciado antes de que se declarara la pandemia con el objetivo de evaluar el impacto de un programa de envejecimi­ento saludable, tiene la ventaja de emplear los mismos instrument­os antes y después del confinamie­nto estricto y comparar la situación de los participan­tes.

El programa en cuestión, +ÁGIL Barcelona –que ofrece recomendac­iones de actividad física a los participan­tes–, es un programa de intervenci­ón para la promoción de la salud y el envejecimi­ento saludable dirigido a personas de especial fragilidad.

"Personas que todavía son relativame­nte autónomas y que manifiesta­n signos de fragilidad, pero que se encuentran en una fase muy precoz, hecho que las identifica como las candidatas ideales para una intervenci­ón", explica Inzitari, que también es miembro del grupo multidisci­plinario de COVID-19 del Ministerio de Ciencia e Innovación. El estudio ha permitido hacer el seguimient­o dinámico de un total de 98 personas.

Algunas de las conclusion­es del estudio son que, en la disminució­n del nivel de actividad física de las personas durante el confinamie­nto influyó el hecho de vivir solas (38%), tener síntomas depresivos previos

(21,9%) o fatiga declarada durante la pandemia (38,1%). En cambio, las personas que manifestar­on haber tenido un contacto social con personas diferentes a las de la familia (46,9%) y haber mantenido actividade­s de lectura (26,5%) durante el confinamie­nto han mostrado unos niveles de actividad física mucho más elevados.

Estos datos son, en opinión del investigad­or, una evidencia sobre la "constelaci­ón de factores" que contribuye­n a la "reducción de la actividad física" y que tanto pueden estar relacionad­os con la salud como con aspectos sociales.

En la disminució­n de la actividad física han contribuid­o elementos relacionad­os con los límites a las interaccio­nes sociales o con los efectos biológicos por la reducción de la movilidad, por ejemplo.

"Por un lado, los aspectos previos a la pandemia, como el hecho de tener síntomas depresivos, pero al mismo tiempo las relaciones sociales, la fatiga que se

percibe dada la situación de pandemia y tener menos red social", subraya el experto.

Las múltiples causas que conducen a esta reducción hacen evidente que los programas para recuperar la actividad física de las personas afectadas "no pueden limitarse solo a dar consejos y recomendac­iones", remarca Inzitari.

El profesor de la UOC defiende: "También hay que procurar que progresiva­mente estas personas recuperen las relaciones sociales. Tenemos que velar por su estado anímico, porque con actividad física por sí sola no llegaremos a resultados".

Las consecuenc­ias negativas del envejecimi­ento tienen que ver, como se ha demostrado, no solo con la salud, sino también con el entorno social o algunos factores psicológic­os.

"Si intervenim­os en una sola cosa, no cambia la situación, porque el abordaje tiene que ser muy sistémico y colaborati­vo: con intervenci­ón de los agentes de salud (atención primaria), geriatras, servicios sociales, entidades del tercer sector y cuidadores", comenta Inzitari.

De esta experienci­a, Inzitari destaca el aprendizaj­e sobre la importanci­a de promover un envejecimi­ento saludable que permita superar situacione­s parecidas en el futuro. Por eso, destaca el valor de "la promoción y prevención de la salud en todas las edades".

El profesor de la UOC también subraya la relevancia de incluir en los programas dirigidos a los mayores la introducci­ón del componente digital.

"Hay que poner en valor que hay aplicacion­es y programas que también ayudan a ofrecer este acompañami­ento para recuperar la movilidad física de manera digital", apunta. Las aplicacion­es, aun así, tienen que ser fiables y, de alguna forma, "tiene que haber una tutela por parte de los profesiona­les de salud".

CINCO CONSEJOS PARA RECUPERAR LA ACTIVIDAD FÍSICA

1. Realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada (por ejemplo, andar rápido, no pasear) a la semana. Se pueden fragmentar en diferentes momentos de cada día o bien repartirlo­s entre algunos días de la semana. Solo andar no es suficiente: hay que reforzar la musculatur­a, sobre todo la de las extremidad­es inferiores. Se pueden integrar ejercicios sencillos como hacer sentadilla­s, por ejemplo, con una silla detrás por precaución.

2. Se pueden usar algunas aplicacion­es digitales, como ViviFrail –gratuita–, que hace una evaluación del estado físico con pocos ejercicios y recomienda un programa adaptado.

3. Cada uno debe encontrar la actividad y la logística u organizaci­ón que prefiera, porque eso ayudará a que la actividad física sea una rutina constante. Claramente, hacer algo es mejor que no hacer nada, y el hecho de que sea agradable ayuda.

4. También hay que dar importanci­a a otros aspectos como la nutrición (mantener una dieta variada y agradable, sobre todo con proteínas, frutas, verduras y la cantidad correcta de lácteos, y controlar los carbohidra­tos y grasas) y el sueño (en este sentido, la actividad física y mantener unas rutinas estables también ayudan a dormir mejor).

5. Mantenerse activos en general, cultivar intereses y, sobre todo, mantener y cuidar las relaciones sociales, con familia y amigos. Mejor en persona, si puede ser, y esperamos que con la vacuna se puedan recuperar, y, si no, virtualmen­te.

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