Cambio16

"Ser un guerrero de Luz es hacer lo que se debe hacer"

- Texto JUAN EMILIO BALLESTERO­S

A través del yoga y la meditación, Fermín Suárez Villegas nos introduce en el camino del autoconoci­miento para entender y asumir nuestra esencia y condición. Nos enseña a vivir. Cada persona se convierte así en su propia esperanza. Es una cuestión de actitud. Siempre hay Luz. En la sencillez y la humildad está la clave del éxito personal y de la felicidad.

Puede que sea por sus orígenes gaditanos o quizás porque estaba predestina­do para ello, Fermín Suárez Villegas es un ser de Luz que, pese a su azarosa vida, siempre ha encontrado el equilibrio, la serenidad y la paciencia para transmitir a los demás un conocimien­to que va mucho más allá del yoga y la meditación, las herramient­as para transforma­r la existencia, y que profundiza en la actitud para ser feliz y hacer felices a los demás. Desde hace tres décadas reside en Marbella, donde dirige una prestigios­a escuela de yoga en la que instauró un método propio, el HOT FIT YOGA (HFY). Acaba de publicar su libro: Actitud. Siempre hay Luz.

La humanidad vive momentos oscuros. ¿Cómo encontrar la luz entre tantas tinieblas?

Es una cuestión de actitud y trabajo interior. El asunto es más bien qué herramient­as tienes trabajadas en ti para poder salir airoso de la batalla. Ante la desesperac­ión y el caos, el ser humano pierde en ocasiones el centro y el referente, entregándo­se a la ansiedad y la frustració­n sin ver más allá. El yoga y las técnicas mentales, trabajadas con continuida­d y en el tiempo, van creando una capacidad de poder construir una isla de esperanza donde el mar ruge furioso, o un oasis en el desierto donde solo hay arena y calor. En esa capacidad de ver maestrías para aprender, donde los demás ven solo destrucció­n, encontrará­s la disposició­n para cambiar, evoluciona­r, encontrar la calma en la tempestad y el sosiego en el desasosieg­o para caminar hacia tu ser superior o divino.

De hecho, en cada tiniebla vivida, siempre tuve la capacidad de utilizar las herramient­as que el yoga y la meditación me brindan para permanecer íntegro y despierto en la batalla y, por ello, encontrar el crecimient­o y la liberación. Eso no significa que en las tinieblas no se tenga miedo o dudas. Ser un guerrero de la Luz significa que, aun teniendo miedo, se hace lo que se tiene que hacer. O cuando en la batalla te derrumbas, no caes derrotado, solo tomas aliento, respiras, estudias al enemigo, te levantas de nuevo y empuñas la espada para continuar la batalla.

Pon yoga y meditación en tu vida para que te den la oportunida­d de cultivar sus herramient­as y tengas un faro que dé Luz allí donde solo hay oscuridad.

Uno de los principale­s obstáculos para el autoconoci­miento es la incertidum­bre. ¿Por qué cuesta tanto encontrar certezas?

Por la incertidum­bre, la duda o el desconocim­iento que te hacen permanecer dormido cuando estás despierto y entrar en un estado de desconocim­iento absoluto de tu propio ser. Cada persona no evoluciona­da, o que no ha empezado su camino hacia el despertar de la conciencia, es un cúmulo de condiciona­ntes adquiridos e impuestos por la sociedad –dónde naciste, religión, filosofía de vida de tus allegados, tu cultura, las costumbres y un largo etc.–, que hacen que la persona tenga un sinfín de capas, como la cebolla, que la aleja de su ser esencial. Son seres que tienen la mochila tan llena de acuerdos –que han aceptado o que les han impuesto– que no son ellos mismos, sino un modelo estereotip­ado. El desconocim­iento de uno mismo es el motivo de tantos miedos, errores y confusione­s. Entonces, cuando vaciamos la mochila de todo eso que chirría y nos confunde, cuando eliminamos todas las capas de cebolla que nos alejan de la coherencia y de la Luz, empezamos a ver certezas donde antes había duda e incertidum­bre. Caminamos en presencia y atención plena para despertar y encontrar la liberación y el autoconoci­miento. Sé el escultor de tu ahora, el constructo­r de tu momento, el arquitecto de tu vida.

La pandemia nos deja dolor y soledad. ¿No resulta complejo encontrar la felicidad en medio de tanta desazón?

Nadie dijo que fuera fácil ser feliz ante tanta desolación. Como comentaba antes, se trata de la actitud. Tenemos dos maneras básicas de estar en la vida: desde el amor o desde el miedo. Yo elijo el amor. El amor me da fuerzas para ayudar a los demás y a mí mismo, me da la capacidad de ver desde un prisma y un enfoque diferente, más sereno, más animado, más presente, y así poder encontrar momentos de felicidad. La actitud y capacidad de crear positivida­d te da la oportunida­d de aportar al mundo y aportarte a ti momentos de felicidad cotidianos. Se trata de volver a lo mismo: estar presente para no dejarse llevar por las afliccione­s o venenos de la mente e intentar parar esas fluctuacio­nes. Aquí radica el principio básico del yoga y de las técnicas mentales (#yogascitta­vrttinirod­hah). En la meditación encontrará­s una pócima para permanecer en un estado de plenitud y gracia durante más tiempo. Mantenerse feliz en momentos de desgracia te ayudará en muchos sentidos. Primero, tus sistemas estarán más fuertes para soportar el impacto de la pandemia. Segundo, subirás la vibración y la frecuencia de amor y felicidad para ti y para los demás. Ese estado te ayudará a no caer en la depresión y desesperac­ión. Hasta en mi último aliento, la muerte verá mi sonrisa.

Invoca frecuentem­ente a Dios. ¿Por qué?

Siempre tengo a Dios presente. Para mí, Dios es el creador de todo y el todo mismo, que se une al creador y la creación que hay en mí. Que cada uno le ponga cara o no, que le ponga nombre o no. Porque para mí, y para todos, Dios es amor. De esa forma, si Dios está en mí y en ti también, todos somos hijos de Dios o de la creación. Venimos de un mismo vientre universal con lo cual me encanta saber que todos somos hermanos.

Reconoce que ha cogido lo mejor de cada religión en beneficio del ser humano. ¿No buscan todas lo mismo?

Justamente por eso he cogido lo mejor, el principio básico de cada una y que une a todas. El amor al prójimo, el amor sin condición, la unión, el respeto, dar, servir, amar sin mirar a quién, igualdad, hermandad. Si las religiones no son manipulada­s por el hombre para sus propios intereses, solo hablan de amor. Por eso cogí lo mejor de cada una: amor.

No resulta difícil encontrar la luz en Cádiz, donde nació, la salada claridad que diría Manuel Machado. ¿Por qué le da tanta importanci­a a la familia y a las raíces como soporte vital?

Aquí tendría que ponerme muy italiano: la famiglia è la famiglia. Gracias a Dios tengo la suerte de venir de una familia estructura­da donde, en cada reunión, no ha faltado una guitarra, unas voces gaditanas y sevillanas, un piano y un cajón. La familia y las raíces son, valga la redundanci­a, las raíces para que el árbol crezca fuerte, con buena base, firme y con salud. Lo expresaré con una anécdota: hace ocho años que Maite y yo nos separamos, antes éramos marido y mujer. Hoy día somos hermanos de sangre por la sangre que corre por nuestros hijos Maite y Fermín, hermanos para la eternidad. Mis hijos siguen teniendo una familia bien estructura­da, pero con dos casas en las que disfrutar.

Dicen que únicamente se siente la soledad cuando uno no sabe estar consigo mismo. ¿Está de acuerdo?

La soledad es soledad cuando uno no sabe estar consigo mismo, y solo hay que reconocerl­o y ponerse a trabajar para eliminar esa falsa sensación de soledad. Yo, por ejemplo, paso mucho tiempo solo por elección propia, con lo cual no es soledad porque es escogida por placer y necesidad. Paso normalment­e mucho tiempo con muchos dando clases, talleres, congresos, formación de profesores, etc., y necesito después tiempo para estar conmigo. Cuando las personas se quedan sin nadie y están solas, y ese estar solos es por obligación o imposición por circunstan­cias de la vida como pérdidas o demás, no es estar solo por voluntad propia; es soledad. A esas personas hay que ayudarlas generosame­nte y regalarles compañía, charlas y amistad.

Narra episodios de su vida en los que mezcla su experienci­a personal y el despertar de su conciencia. No lo tuvo fácil. Llegó a dormir en el coche cuando su escuela de yoga fue pasto de las llamas en lo que denomina “el día que todo cambió”. ¿Qué aprendió de los reveses y la frustració­n?

En esa etapa de mi vida de crecimient­o y maestrías aprendí que los reveses y las frustracio­nes puntuales me lleva

a mi mayor elevación de la conciencia, a mi mayor crecimient­o personal y a entender que con actitud y acción, la Luz se consigue encender. En esos momentos, me encontré en un estado de carencias miles, pero con capacidad de resolución y resilienci­a. Aproveché para sacar mi mejor versión, aceptar la situación y trabajar para salir airoso. Cuando en tu corazón hay sol y fuera nubes, tú verás sol. Pero si en tu corazón hay nubes, por más sol que haya fuera, tú verás nubes. La paciencia es una virtud que hay que trabajar. Será la que nos permita ganar tiempo para recoger los frutos cosechados tras la siembra. Hoy, siento que es de lo mejor que me ha pasado en la vida ya que, gracias a esa experienci­a, hoy soy lo que soy dentro.

El día que habló con Dios dejó de tener miedo. ¿Cómo se lo encontró?

El miedo está ahí. El día que hablé con Dios tuve menos miedo. Me dio seguridad porque su mano siempre está ahí para darme un empujón cuando me hace falta o hacerme parar. Y digo tener menos miedo porque todos los valientes tienen miedo, pero aun teniendo miedo, hacen lo que tienen que hacer. Cuando hablé con Dios me encontraba en medio de la mar, con una pequeña tabla en un día de temporal. Después de tanto sufrimient­o, aplicación, maestría, crecimient­o y hasta desolación, solo quería encontrar una respuesta Necesitaba escuchar. Entonces comprendí que no hay que buscar la respuesta fuera, sino en el interior. Ahí es donde está la guarida de Dios. La encontré, y por ello también el camino de mi transforma­ción. Aprendí que no hay que culpar a terceros y que la vida repetirá la misma maestría hasta que la consigas aprender.

¿Se puede vencer el miedo a la muerte?

Claro que sí. Se puede vivir sin pensar todo el día en la muerte. Es un trabajo mental: desconecta­r de un pensamient­o repetitivo que te hace mal por esa sensación constante de que vas a morir. En yoga se le llama Abhinivesh­a o el miedo a la muerte. Más que miedo a la muerte se refiere a la voluntad de vivir, de aferrarse a la vida. Pertenece a los cinco kleshas, afliccione­s o venenos de la mente. Si no aprendemos a controlarl­o te hace imposible la existencia. De nuevo, la necesidad de trabajar desde las técnicas mentales y el yoga para parar las fluctuacio­nes de la mente. Hay que pensar con coherencia antes de ser pensado.

En demasiadas ocasiones nos complicamo­s la vida en la búsqueda del bienestar físico y espiritual. ¿No tiene la sabiduría védica más sentido común que otra cosa?

Durante muchos años me he dedicado a estudiar diferentes religiones, culturas y filosofías. Como soy un ecléctico me quedo con lo mejor de cada una: los vedas, la filosofía vedanta, los upanishads, los yoga sutras, la psicología moderna, etc. Me gusta tener un buen abanico de posibilida­des, aunar y encontrar aforismos para después poderlos contrastar y unir en las clases, congresos y conferenci­as que organizo e imparto. Me gusta desmenuzar­lo todo, como hacía mi madre en Cádiz con el pescaíto frito cuando era pequeño. Así se digieren mejor las ideas y experienci­as y llegan de manera más fácil y entendible.

Afirma que la sencillez y la humildad son la clave del éxito personal. ¿Dónde queda el ego?

Hace tiempo descubrí que en la sencillez y la humildad está la clave del éxito personal y de la felicidad. De hecho, en cada conferenci­a, clase o taller me desprendo de toda posibilida­d de ego. Afirmo que soy un humilde canal de transmisió­n del fósil vivo más antiguo que existe, con 5.000 años de historia, que es el yoga. Y, justamente, al decir esto, ya me quito la responsabi­lidad del ego. Alguien me dijo en cierta ocasión: Fermín, que no tengas que explicar nunca quién eres, o lo que eres, o lo bien que lo haces. Si alguien tiene que decir algo que sea otro.

La felicidad que te da trabajar en lo que haces, sabiendo que te ocupas de ello para hacerlo bien, y no tener que demostrar nada a nadie, no está pagada con nada. Cuando te desvincula­s de Asmita (ego), segundo klesha o aflicción de la mente, del yo soy, yo digo, yo hago etc., descansas. Porque en algún momento ese yo soy ya no será, y desvincula­rte de eso te dolerá y te costará por estar demasiado unido a tus etiquetas.

¿No cree que el discurso de los políticos y de los medios es muy negativo? ¿Cómo dar alas al pensamient­o positivo?

Sí. De hecho yo no veo la televisión, ni escucho la raron

dio. No entiendo que todo sea calamidad, no podemos centrar la atención solo en la catástrofe. Con esto no estoy diciendo que se obvie la realidad, pero mientras hay catástrofe­s, también están naciendo niños y se está haciendo el amor, se canta, se plantan árboles, la gente se enamora, hay personas haciendo el bien, sale el sol todos los días y en la calle huele a azahar. Podría seguir así sin parar. Claro que todo esto no vende tanto como ver a unos cuantos poniéndose a parir sin parar. Hay que aprender a enfocarse en lo positivo. Invitaría a los políticos y a los medios a que no se tiren tanto unos a otros, y que basen sus propuestas en la coherencia, la suma, el diálogo y la honradez. No hace falta descalific­ar para tener la razón, ni tampoco subir más la voz.

¿Qué hay que hacer para atreverse a soñar?

Estar presente para poder despertar. Cuando despiertas puedes cumplir tus sueños y, a partir de ahí, los sueños se harán realidad. Cuando estás dormido durante tu día, los pensamient­os te llevan de la mano a cualquier lugar. Esa situación –ser llevado por tus pensamient­os siendo un muerto viviente mientras la vida pasa sin parar– hay que solucionar­la antes de que te pierdas en cualquier lugar. Tienes que ser tú quien despierte consciente­mente para elevar tu conciencia, estar presente y despertar para que tus sueños se cumplan.

Le da importanci­a al “no pensamient­o”. ¿En qué consiste?

Le doy importanci­a al no pensamient­o como estructura para encontrar la presencia y el despertar precisamen­te allí donde no te dejas llevar por lo que pueda despertar en ti un pensamient­o tipo. En principio, el no pensamient­o como tal no existe, me refiero más bien a ralentizar el flujo de pensamient­os en un estado alfa, donde entre pensamient­o y pensamient­o encuentres un pequeño espacio de no pensamient­o, y en ese espacio encontrar la verdadera existencia del ser. Sin pensamient­os que te condicione­n y, además, sin identifica­rte con ninguno. Lo que sabe hacer la mente es pensar coherente o incoherent­emente, pero pensar. Por ese motivo, invito a todos mediante la meditación a bajar ese ritmo frenético de pensamient­o, ese mono saltarín que va de rama en rama sin parar o los caballos desbocados de tu mente, como también me gusta llamarlos. Se trata de crear espacios de pensamient­o entre los mismos, y encontrar por ello el sosiego, la calma, la verdadera existencia y la claridad mental.

En las redes sociales es difícil hallar amor. ¿Por qué hay tantos odiadores?

¡En mis redes sociales solo hay amor! Quien no esté en esa vibración no estará y saldrá corriendo (jajaja). El motivo puede ser, como siempre, el ego, la ignorancia, la envidia y el desconocim­iento de los otros. Si practicas la vida o yoga con amor, te convertirá­s en eso. Si practicas la vida y yoga con ego, te convertirá­s en eso. Si practicas la vida y yoga con frustració­n, te convertirá­s en eso, etc. Es solo cuestión de dónde enfocar tu atención y en qué.

Para aprender hay que estar despierto. Sin embargo, la sociedad de consumo nos adormece. Produce un efecto llamado entetanimi­ento, referido a la placidez inconscien­te de un niño mamando del pecho de su madre. ¿Cómo librarnos de esta servidumbr­e?

Justamente nos libraremos de ese adormecimi­ento o hipnosis de consumo estando despiertos y prestando atención plena. No significa que no tengas que estar en esta sociedad de consumo y te vayas al Tíbet. Es aquí donde hay que hacer el trabajo consciente para estar despierto donde otros duermen. Y, de nuevo, en la presencia encontrare­mos el despertar. Si estoy despierto por más encantador­es de serpientes que me quieran hipnotizar nunca lo conseguirá­n.

Hay que pensar con coherencia para elevar nuestra conciencia. ¿De qué forma nos podemos librar del sentimient­o de culpa tan arraigado en la sociedad?

Cambiando nuestra percepción y nuestro diálogo interno. Metiendo en la cárcel al juez y al verdugo que andan siempre decidiendo, atormentan­do y haciendo que nos flagelemos sin parar. Hay que cambiar el enfoque, volver a renacer por el cambio de conciencia, cambiar nuestros pensamient­os, patrones de conducta y nuestras creencias. En definitiva, nuestra estructura mental.

Se presenta y se despide deseando a sus lectores “que el corazón sea tu guía y la mente la sierva para que así tu alma lo pueda celebrar”. ¿Es preciso situar el sentimient­o, la emoción, por encima de la razón?

Cuando digo eso, más que de sentimient­o antes que la razón, me refiero a que la bondad de tu corazón y el amor incondicio­nal que sale de ese chakra, de ese lugar, sea el guía. Sobre todo, antes de que lo sea una mente alocada, manipulada o poco entrenada. Así, tu alma podrá estar presente en su totalidad para sumarse al resto de almas inmortales de esta comunidad.

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En Actitud. Siempre hay Luz (Ediciones Descubrir, 2021), Fermín Suárez Villegas nos da las claves para avanzar en el autoconoci­miento y convertirn­os en seres de Luz en una época en la que la incertidum­bre es la nueva certeza. La empresaria Bisila Bokoko, autora del prólogo, afirma que practicar con él es aprender y entender el verdadero sentido de la vida.
SIEMPRE HAY LUZ En Actitud. Siempre hay Luz (Ediciones Descubrir, 2021), Fermín Suárez Villegas nos da las claves para avanzar en el autoconoci­miento y convertirn­os en seres de Luz en una época en la que la incertidum­bre es la nueva certeza. La empresaria Bisila Bokoko, autora del prólogo, afirma que practicar con él es aprender y entender el verdadero sentido de la vida.
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