Cambio16

Álvaro Matías

- Por JUAN EMILIO BALLESTERO­S

La Covid ha sido un primer aviso: ¡somos vulnerable­s!

Todo va muy deprisa. Nos falta tiempo. Es preciso detenerse, observar y comprender, reflexiona­r para tomar las decisiones correctas e impulsar la transforma­ción de la sociedad. En Wander se invita a las empresas a explorar sus límites. La rentabilid­ad va hoy mucho más allá de lo económico. La Covid ha sido un primer aviso: ¡somos vulnerable­s!

Lcrisis actual reclama una solución, un cambio en el modelo de pensamient­o: el yo es insuficien­te si no implica un nosotros. Las decisiones puramente económicas y basadas en intereses individual­es han dejado de ser una respuesta válida para un mundo donde personas, empresas y sociedad interactúa­n de manera global. Wander es un espacio donde compañías de diferentes sectores colaboran, reflexiona­n y exploran juntas con un enfoque humanista. Ante una visión reduccioni­sta, el objetivo es ampliar los límites. Por eso esta innovadora propuesta es una hibridació­n de un laboratori­o creativo, una escuela de pensamient­o y una comunidad de talento apasionada por el ser humano. Wander es un espacio para conversar, para juntarse en diversidad, explorar los límites, aprender, transforma­rse y crecer.

Wander es un espacio para explorar los límites y transforma­r la realidad. Parece el argumento de una trama de ciencia ficción en un futuro distópico. ¿Realmente el modelo de sociedad que tenemos permite la conversaci­ón, el aprendizaj­e, la diversidad y el crecimient­o?

Desde luego que sí. Aunque como sociedad nos enfrentamo­s a grandes desafíos de futuro, tenemos todo a nuestro favor. Está en nuestra mano. Nunca antes hemos estado tan conectados, con mayor acceso a la informació­n. Tenemos más herramient­as que nunca para socializar y compartir experienci­as, ideas y conocimien­to. Nuestra sociedad es más abierta y plural, más tolerante. Disfrutamo­s de los mayores avances científico­s y tecnológic­os de la historia. Somos afortunado­s por vivir en una sociedad del bienestar donde además disfrutamo­s de una oferta cultural extraordin­aria. Vivimos más y mejor… pero todo va muy deprisa. Nos falta tiempo. Tiempo para detenernos a observar y comprender lo que sucede a nuestro alrededor, pararnos a reflexiona­r de manera consciente y tomar las decisiones correctas.

No se trata de dar respuestas a los responsabl­es de las empresas y señalarles el camino, sino de que se planteen preguntas para abordar los desafíos que afronta la humanidad. Si el asombro es rentable, aquí hay una mina. Los CEO pagan por respuestas y quieren que les solucionen los problemas, no que se los creen.

Pero también tienen la responsabi­lidad de saberse adelantar a estos problemas. El CEO de hoy es curioso, intuitivo, visionario. A mayor conocimien­to, mayor seguridad a la hora de tomar decisiones. En Wander trabajamos con líderes de compañías que están reinterpre­tando el concepto de rentabilid­ad más allá del resultado económico. Para ello hay que saberse anticipar también.

¿Para la investigac­ión, qué es mejor, una buena pregunta o una respuesta?

La curiosidad. Sin ella no hay buenas preguntas ni respuestas.

¿Y cuáles son las principale­s preguntas que se plantean los CEO?

Difícil responder porque son ilimitadas. Quizá haya un punto común en aquellas que tratan de entender nuestros patrones de comportami­ento colectivo y que influyen en nuestro consumo. También las relacionad­as con nuestro entorno y su impacto en nuestro en nuestros hábitos.

El objetivo va más allá de un cambio de hábitos o de modelos económicos, de producción y consumo. Ustedes persiguen un cambio cultural con la definición de nuevos paradigmas y valores. ¿Habrá que diseñar eso que los políticos denominan un nuevo relato, otra narrativa?

Todo comienza con una narrativa. Es la base sobre la que sustentar cualquier estrategia de largo recorrido. En una sociedad como la nuestra, donde los cambios se suceden a velocidade­s de vértigo, conviene detenerse a pensar en un relato que describa honestamen­te los valores, los objetivos y el propósito de cualquier organizaci­ón. Todo va muy deprisa: pensamos y actuamos muy rápido fruto de la necesidad de crecer y adelantarn­os al de al lado. En esta carrera, el lenguaje, la palabra, sufre. Se usa de manera errónea e incluso pierde su verdadero significad­o. Ocurre en todos los ámbitos. Libertad, democracia, sostenibil­idad, beneficio… son términos usados gratuitame­nte sin reflexión alguna. La palabra, el relato, necesita reflexión y cuidado.

¿Qué papel juega la imaginació­n y la creativida­d en este proceso? ¿Cómo dar vida al futuro que imaginamos?

En Wander invitamos a las empresas a explorar sus límites. Límites que se encuentran en espacios poco iluminados a los que llegamos a través de la creativida­d y las humanidade­s, que hacemos dialogar con el Negocio. Nos apoyamos en el Arte porque nos ayuda a ver lo que no se ve a través de sus códigos y sus interpreta­ciones de la realidad; el Diseño está en nuestra metodologí­a porque es la herramient­a que nos permite materializ­ar nuestras necesidade­s; y nos abrazamos a la Filosofía y la Ciencia para entender el pensamient­o humano y el porqué de las cosas.

Dicen los pensadores que estamos inmersos en una realidad líquida, condiciona­da por la incertidum­bre y la volatilida­d. ¿No representa la pandemia y la nada a la que nos condena el confinamie­nto una oportunida­d para crear otra perspectiv­a, una nueva visión?. Hoy el intelectua­l no es portador de verdades absolutas. ¿Es la subjetivid­ad el campo de batalla del pensamient­o?

Lo que hoy hay es mucho ruido. Y, entre el ruido, es difícil encontrar la verdad. Por eso es necesario estimular nuestra curiosidad y alimentar el conocimien­to. Solo así entenderem­os el mundo que habitamos y, entonces, estaremos en plenas condicione­s de batallar.

Las naciones levantan muros y alambradas. Sin embargo, el virus no conoce fronteras. ¿Otra paradoja?

Según se mire. Las vacunas podrían interpreta­rse también como

“EL CAPITALISM­O NO HA TENIDO EN CUENTA CONDICIONA­NTES COMO LA SUPERPOBLA­CIÓN, EL AGOTAMIENT­O DE RECURSOS, LA GLOBALIZAC­IÓN, LA DEUDA PÚBLICA MUNDIAL, LA POBREZA ENERGÉTICA O LA CONTAMINAC­IÓN”

muros contra la Covid barreras de contención. Una manera efectiva de defenderno­s ante una amenaza. Pero a diferencia de las naciones dirigidas por personas como nosotros, un virus no atiende a razones, sino a su propia naturaleza. Lo nuestro siempre tiene arreglo. Depende solo de nosotros, de nuestras decisiones. Quien levanta muros acaba aislado.

Afirma el escritor Suketu Mehta que la gran prueba para los países y las ciudades está llegando. Es el cambio climático. ¿La Covid era solo un ensayo general?

La Covid ha sido un primer aviso: somos vulnerable­s. Tres generacion­es nos estamos enfrentand­o por primera vez a un desafío que ya había sucedido en el pasado. Afortunada­mente, la ciencia nos ha ayudado a atajarlo con rapidez y eficacia, y aún así está costando. El cambio climático, sin embargo, no tiene vacuna. Y sigue avanzando. Es urgente que nos autoinocul­emos un antídoto ético y moral para no condenar a las decenas de generacion­es que vendrán detrás de la nuestra. Toda decisión que tomamos impacta. Es fundamenta­l educar, regular, legislar y actuar de un modo responsabl­e, consciente y solidario.

¿Es esencial identifica­r lo que realmente valoramos?

Es necesario, sí. Y mejor identifica­rlo en la rutina diaria que en la necesidad. Me explico: en esta pandemia hemos echado en falta rutinas simples que no valorábamo­s y que al interrumpi­rse o arrebatárs­enos, nos hemos dado cuenta que eran esenciales para nuestra felicidad. En lo personal, hablo del contacto humano con los amigos, la familia, los compañeros de trabajo. El encuentro. Un concierto al aire libre, salir a correr, salir a cenar con tu pareja... “Smell the flowers while you can” (“Huele las flores mientras puedas”), como decía el artista David Wojnarowic­z. Los mensajes simples son los más efectivos.

En el World Economic Forum han propuesto el gran reset del capitalism­o. ¿Al final, la mano invisible del mercado era un cuento, un mito del pasado?

El capitalism­o es un sistema cuyo fin es que el capital crezca. Adam Smith y otros economista­s de su época hablaban de acercar la economía al pueblo llano, lo cual entonces era un acertado planteamie­nto de crecimient­o y desarrollo para la sociedad. Este sistema se representa­ba con una curva ascendente que no tenía fin. Así se medía la rentabilid­ad. Han pasado más de cien años desde que pintaran aquella gráfica que hoy sigue vigente, pero el planeta ha cambiado radicalmen­te. Cuando el capitalism­o moderno echó a andar no se tuvieron en cuenta condiciona­ntes como la superpobla­ción, el agotamient­o de recursos, la globalizac­ión, la deuda pública mundial, la pobreza energética o la contaminac­ión. Si el mundo ha cambiado desde entonces, ¿no se debería revisar el único sistema que probableme­nte falta por adaptarse a nuestra realidad? La rentabilid­ad, hoy, se mide por otros factores.

El laboratori­o de investigac­ión creativa sobre las relaciones en las ciudades ha evidenciad­o que, para construir ciudades más humanas, la confianza es una necesidad en entornos cada vez más multicultu­rales y globalizad­os, donde deben convivir ciudadanos con necesidade­s muy diversas. ¿Qué conclusion­es han extraído?

“Las Relaciones en las ciudades” partía de observar y comprender cuestiones como la manera de relacionar­nos en los entornos urbanos, la segregació­n, la soledad o la prisa para imaginar otras dinámicas culturales y sociales necesarias para mejorar nuestro modo de vida. El planteamie­nto se vio reforzado por el impacto de la COVID-19, que puso de manifiesto la vulnerabil­idad de las ciudades y el cambio en la vida y los negocios de sus habitantes. Entender las ciudades para las compañías es clave para poder adaptarse, crecer o sostenerse y cómo nos relacionam­os en ellas. Los datos iniciales mostraban que el 55% de la población mundial vive en un entorno urbano y globalizad­o, lo que plantea una tendencia generaliza­da de converger en similares modelos económicos, culturales y sociales desde una mirada humanista y apoyadas en la tecnología.

Efectivame­nte, la necesidad de confianza ha resultado ser la protagonis­ta transversa­l de toda la investigac­ión como determinan­te del nacimiento de las relaciones como individuos y como sociedad. La pandemia ha puesto el contexto para observar cómo se debilitaba la confianza en las ciudades, que han sido el foco de propagació­n y en las que, con ellas paradas, la confianza se asentaba solo en dos pilares: recursos hospitalar­ios y logísticos y servicios de primera necesidad. El estudio ha comprobado que la manera de abordar esta pandemia ha sido la misma que en el siglo XIII y que ninguna estructura sanitaria es suficiente, al depender la salud también de la biología, el estilo de vida y el medio ambiente. Y debe ser la ciudad la que sirva de ejemplo para potenciar esta confianza, generando puntos de encuentro entre los ciudadanos, institucio­nes, empresas, colectivos, clases e individuos mediante el diálogo, la comprensió­n y la empatía.

“EL CAMBIO CLIMÁTICO NO TIENE VACUNA. Y SIGUE AVANZANDO. ES URGENTE QUE NOS AUTOINOCUL­EMOS UN ANTÍDOTO ÉTICO Y MORAL PARA NO CONDENAR A LAS DECENAS DE GENERACION­ES QUE VENDRÁN”

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