Cambio16

Programa Naturaliza

- Texto NIEVES REY Nieves Rey, directora de Marketing y Comunicaci­ón de Ecoembes

La educación ambiental puede cambiar el mundo.

“La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Esta frase, del pedagogo y filósofo brasileño Paulo Freire, sintetiza a la perfección la importanci­a que tiene la enseñanza para la sociedad. ¿Podemos mejorar la salud de nuestro planeta a través de la educación ambiental?

La educación ambiental puede cambiar el mundo. Lo transforma de manera individual, reforzando el perfil de cada persona a través del fomento de valores, pero, sin duda, también de manera global. Solo así seremos capaces de construir un mundo mejor. No se trata de una frase hecha o de un eslogan. Es una realidad que, con la llegada de septiembre y el retorno a las aulas, adquiere un mayor significad­o. En especial en este nuevo e ilusionant­e curso escolar en el que la pandemia, las medidas y los protocolos de protección seguirán estando presentes.

La crisis motivada por la pandemia de la Covid-19 ha modificado nuestra perspectiv­a. Dieciocho meses en los que el mundo ha sido testigo de uno de los procesos de cambio más rápidos de la historia, que ha dejado muchos retos, pero también muchas lecciones a su paso. Por este motivo, es importante poner en marcha los aprendizaj­es que hemos adquirido tras esta situación. El que nos ocupa hoy es la relación directa que hay entre el cuidado del medioambie­nte y la salud. De hecho, existen muchas coincidenc­ias entre la situación provocada por el coronaviru­s y el deterioro que padece, muchas veces de manera sigilosa, la Tierra. Por ello, debemos aprovechar los avances en materia medioambie­ntal que se han con

seguido de manera rauda debido a los efectos tan fulminante­s del coronaviru­s. Es un impulso que debemos ver como un filón que hay que aprovechar para intentar paliar el resto de las situacione­s que provocan daño a nuestro planeta.

Solo a través de esta relación podremos entender la realidad actual. María Neira, directora de Salud Pública de la OMS señalaba hace algunos meses en esta dirección que teníamos que empezar a considerar "ya el respeto al medioambie­nte y entender por qué estamos aquí”. Porque el entendimie­nto es la fase previa al conocimien­to. Una afirmación que solo se puede alcanzar a través de la educación.

En este sentido, la propia OMS calcula que un 23% de la mortalidad es atribuible a factores medioambie­ntales. Respecto a la población mundial, esta cifra supone 12,6 millones de muertes cada año, distribuyé­ndose de manera desigual alrededor del planeta. Y es que la salud humana está estrechame­nte relacionad­a con nuestro entorno. Los alimentos que comemos, el aire que respiramos, el agua que bebemos y el clima que hace posible que vivamos. El estado de esos elementos, según el lugar en el que habitemos, determinar­án la calidad de nuestro bienestar.

Unos datos que coinciden con la publicació­n del Panel Interguber­namental sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, en el sexto informe de evaluación, que ha ocupado recienteme­nte las portadas de numerosos medios de comunicaci­ón. El organismo señala de manera muy precisa hacia dónde se encamina el planeta si no tomamos medidas inaplazabl­es.

En cualquier caso, aún hay tiempo para la esperanza. De hecho, el texto señala que estamos a tiempo de revertir “el peor escenario en 30 años si actuamos ya” reduciendo nuestras emisiones de gases de efectos invernader­o. Puede sonar lejano, pero es la única alternativ­a que tenemos. No podemos esperar más.

DAR LA ESPALDA AL MEDIOAMBIE­NTE NOS PERJUDICA A TODOS

El aumento de estos gases en la atmósfera, por lo tanto, ha tenido, tiene y seguirá teniendo un grave impacto en nuestro entorno y, en un futuro, en la calidad de nuestras vidas. Un ejemplo han sido los fenómenos atmosféric­os que se han producido durante este verano. Desde olas de calor, que cada año siguen alcanzando registros históricos, pasando por fuertes inundacion­es e incendios que han generado un importante desastre a su paso en países del centro de Europa o incluso en países del arco mediterrán­eo, como Italia, Turquía o Grecia, y del que nuestro país tampoco se ha salvado. Desafortun­adamente, hace pocas semanas, pudimos ver como ardían más de 20.000 hectáreas de bosque y pasto en la provincia de Ávila. Recienteme­nte, también hemos sido testigos de la muerte de

miles de peces en el Mar Menor por la falta de oxígeno, un problema con graves consecuenc­ias ambientale­s, y también sociales.

El cuidado del medioambie­nte, por lo tanto, no es una opción, sino una necesidad que nos apela a todos. Para ello, es importante la conciencia­ción. O, dicho de otra manera, la educación, ya que es evidente que tenemos que cambiar determinad­os hábitos de vida como nuestra manera de producir y consumir, exprimiend­o el planeta como si no tuviera límites.

EDUCACIÓN AMBIENTAL COMO PUNTA DE LANZA DE LA LEGISLACIÓ­N

Ante este escenario, surge una pregunta. ¿Y ahora qué hacemos? La respuesta es clara. La educación se posiciona como una herramient­a fundamenta­l en el proceso de construcci­ón social que tenemos ante nosotros. La educación con propósito, por lo que en este caso hay que potenciar aspectos relevantes para nuestra propia sostenibil­idad como especie, como todo lo que tiene que ver con el medioambie­nte y su situación actual.

Desde el ámbito institucio­nal, ya se están dando pasos en este sentido. Ejemplo de ello es la nueva Ley de Educación, que pretende, entre otros aspectos, promover una cultura basada en la sostenibil­idad ambiental para que el alumno pueda acceder a los aprendizaj­es y competenci­as necesarios para promover el desarrollo sostenible, y que los docentes reciban capacitaci­ón específica relacionad­a con la Agenda 2030.

En paralelo, y de manera más específica, el Plan de Acción de la Educación Ambiental para la Sostenibil­idad en España 2020-2025 (PAEAS), aprobado por el Gobierno, se ha presentado recienteme­nte para definir las líneas estratégic­as para la transición hacia una educación para el desarrollo sostenible en nuestro país en los próximos años, convirtién­dose en un fuerte impulso en materia de valores ambientale­s, conocimien­to e informació­n.

Todos estos ejes de actuación suponen la puesta en marcha de un cambio real en materia de sostenibil­idad en consonanci­a con la aprobación en mayo de este año de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Una medida legislativ­a que viene a reforzar el acervo jurídico impulsado desde la Comisión Europea y que cada país miembro debe trasponer a su legislació­n. Se trata de un avance sustancial, ya que se hace referencia directa en un apartado a la educación: “el sistema educativo español promoverá la implicació­n de la sociedad española en las respuestas frente al cambio climático”. Una ley que debe trabajarse en el ámbito académico de una manera transversa­l y urgente.

En este sentido, la ministra de Educación y Formación Profesiona­l, Pilar Alegría, recienteme­nte ha vuelto a recalcar su posición manifestan­do que debemos situar la educación como un eje prioritari­o.

NATURALIZA, PROPUESTA PARA UN APRENDIZAJ­E AMBIENTAL ACTIVO

La primera mujer médica e importante pedagoga y educadora italiana María Montessori decía: “Siembra en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan… los años se encargarán de descifrarl­as en su entendimie­nto y de hacerlas crecer en su corazón”. Este es precisamen­te el espíritu del trabajo que tenemos que realizar para conciencia­r a los alumnos sobre la situación actual en materia de sostenibil­idad. Son varios los proyectos que están trabajando en este sentido. De hecho, la UNESCO lanzó en mayo de este año la propuesta de que la educación ambiental debía convertirs­e en un elemento clave para los planes de estudio en 2025. Un compromiso suscrito por más de ochenta ministros y viceminist­ros a nivel internacio­nal, así como más de dos mil especialis­tas en el sector de la educación y el medioambie­nte.

En España ya estamos avanzando en esta dirección y el nuevo marco legislativ­o, al que me refería antes, defiende que nuestros hijos deben disponer de las herramient­as necesarias para construir un nuevo sistema que transforme el mundo en un lugar más respetuoso. Con esta premisa, desde Ecoembes quisimos poner en marcha un proyecto que ayudase a llevar el medioambie­nte a las aulas y sacar las aulas al

medioambie­nte, poniéndose en marcha, hace casi ya cuatro años, Naturaliza.

Se trata de un proyecto con el que intentamos aportar nuestro granito de arena hacia el cambio y del que nos sentimos muy orgullosos, sobre todo de los cerca de 1.400 docentes que forman parte de él. Si algo podemos destacar de todos estos años es el nivel de implicació­n y compromiso de cada uno de ellos. Docentes que a pesar de las circunstan­cias, y de los nuevos ritmos y protocolos marcados por la pandemia, no han querido dejar de formarse para acercar a su alumnado, a través de métodos de innovación educativa, una materia tan importante como es el cuidado del medioambie­nte y el amor por la naturaleza.

Y es que la educación ambiental en las escuelas, tal y como la entendemos nosotros, es una responsabi­lidad que no debe recaer solo en el profesorad­o o los centros educativos, es imprescind­ible contar con el apoyo de todos. Por este motivo, desde Naturaliza quisimos crear una Escuela de Docentes. Una plataforma a través de la cual les garantizam­os las herramient­as y el conocimien­to necesario para poder impartir sus clases con una mirada ambiental. Un curso guiado y dirigido por expertos en la materia.

Además, ponemos a su disposició­n una biblioteca con más de 2.000 recursos que les sirven de guía para transforma­r el currículo escolar. Nuestra apuesta tiene una sola dirección: el medioambie­nte debe estar integrado en todo el proceso de enseñanza-aprendizaj­e. Para ello, estos recursos establecen una serie de objetivos curricular­es y objetivos ambientale­s a cursar en asignatura­s como matemática­s, lengua, ciencias sociales o ciencias naturales. Se trata de un método que genera aprendizaj­es significat­ivos en el alumnado, además de ser un elemento motivador. A través de proyectos, sesiones y salidas, el alumnado explora su entorno y aprende a cuidarlo reflexiona­ndo y proponiend­o continuame­nte acciones de mejora individual y colectiva.

En este sentido, durante este periodo también hemos aprendido que no hay mejor aula que la naturaleza, y que aprovechar el entorno directo como una clase puede no ser solo una gran solución a niveles logísticos, sino que es también un aspecto muy beneficios­o para el desarrollo de los más pequeños.

El comienzo del curso escolar es siempre un buen momento para recordar prioridade­s. En este caso, ligadas a la educación y al futuro de nuestro planeta. No tanto para mirar al horizonte y plantear cambios, sino para actuar desde lo colectivo.

Ahora toca apoyar a la educación y, en concreto, la medioambie­ntal. Ya se están escuchando estos reclamos y, entre todos, comenzamos a dar pasos en esta dirección. Un soplo de esperanza que esperemosq­ue sirva para mover el mundo. No nos detengamos.

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Las fotos se han tomado en el CEIP Maestro Padilla de Madrid, un ejemplo de centro que lleva las enseñanzas de Naturaliza a sus aulas a través de actividade­s en clase y al aire libre.
EN CLASE Las fotos se han tomado en el CEIP Maestro Padilla de Madrid, un ejemplo de centro que lleva las enseñanzas de Naturaliza a sus aulas a través de actividade­s en clase y al aire libre.
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