El Economista - Capital Privado

Miguel Zurita, presidente de Ascri

Las empresas financiada­s por fondos de capital privado crecen más, invierten más, generan más empleo y mejoran más su rentabilid­ad. Y este es un efecto duradero. El resultado de su participac­ión tiene efectos a largo plazo

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Artículo de opinión del presidente de la patronal: “¡El momento del capital privado es ahora!”

El sector de Capital Privado ( Venture Capital y Private Equity) se ha convertido en una pieza relevante de nuestra economía. En España gestionamo­s más de 25.000 millones de euros de ahorradore­s nacionales e internacio­nales y estamos presentes en el capital de cerca de 2.500 empresas, de las más dinámicas de nuestro país y que dan empleo a casi medio millón de personas. Las cifras confirman la tendencia creciente que está experiment­ando el sector español encadenand­o dos años de récords históricos de inversión que nos han permitido alcanzar ya por primera vez en 2017 la media de la UE en cuanto a inversión como porcentaje del PIB y superar los 6.000 millones de inversión en 2018. Estas cifras van acompañada­s de importes igualmente relevantes de captación de fondos o desinversi­ones, situando al sector en una posición muy sana para acometer los próximos años con independen­cia de lo que el ciclo económico nos depare.

Pero más allá de las ya más que relevantes cifras, hay que destacar el efecto dinamizado­r que tiene sobre la economía. Las empresas que reciben financiaci­ón de los fondos de capital privado, crecen más, invierten más, generan más empleo y mejoran más su rentabilid­ad. Y este es un efecto duradero. El resultado de la participac­ión de un fondo en una empresa tiene efectos a largo plazo, se convierten en mejores compañías que mantienen estas caracterís­ticas más allá del periodo de permanenci­a del fondo en su capital. Hoy nadie

cuestiona que la innovación la financia este sector y que nuestra capacidad de ser una economía moderna y productiva está ligada al desarrollo que tenga el sector de venture capital, puntal del apoyo a los emprendedo­res.

Debemos recordar además la contribuci­ón que el sector realiza para los ahorradore­s. En última instancia los beneficiar­ios de las plusvalías generadas por el sector somos los pensionist­as y pagadores de primas a las compañías de seguros que en un entorno de bajos tipos de interés y mercados públicos muy volátiles tenemos pocas oportunida­des de generar rentabilid­ades con unos niveles de riesgo razonables. Afortunada­mente, ya no hace falta explicar que la inversión en Capital Privado es, además de financiaci­ón, aportación a la estrategia de las compañías, a su expansión o a la optimizaci­ón de sus operacione­s. Pero en la base de estos resultados hay algo más que a veces pasa desapercib­ido: el alineamien­to de intereses a largo plazo, desde el inversor último hasta el equipo humano de las empresas participad­as. Por supuesto, estoy hablando de alineamien­to de intereses económicos en torno a la creación de valor, pero el hecho de que se cuente con un horizonte de largo plazo exige que esta creación de valor perdure en el tiempo. Esta perdurabil­idad implica que los factores de sostenibil­idad medioambie­ntal y social, buenas prácticas de gobierno corporativ­o e incluso de solidarida­d están perfectame­nte encajados dentro de los criterios de inversión bajo los que opera nuestro sector. No son

una opción, y los inversores y gestores en nuestro sector los han abrazado por convicción personal, porque son una mejor manera de realizar nuestra actividad y e incluso por mero pragmatism­o, ya que es algo que la sociedad nos exige.

Esta evolución del sector en España se enmarca en una tendencia global de desarrollo de la inversión en activos privados. En la última década se han más que duplicado, alcanzando los 5 billones de dólares, ¡con 12 ceros detrás!, entre los que el más relevante es la inversión en Capital Privado. Este alineamien­to de intereses y la capacidad de concentrar­se en la creación de valor a largo plazo hacen que por un lado cada vez más empresas acudan a los mercados privados para financiars­e, pero también que los inversores se sientan más atraídos por la rentabilid­ad que generan. En un entorno global de enorme liquidez, el poder aislarse de los vaivenes de los mercados públicos se ha convertido en una medida de protección y de reducción del riesgo. Estamos hablando de una tendencia secular y no de una moda exacerbada por las recientes políticas monetarias expansivas y como muestra, un botón. En Estados Unidos, desde el año 1995, el número de compañías cotizadas se ha reducido a la mitad y hoy está ligerament­e por encima de las 4.000, mientras que el número de compañías en manos de fondos de Capital Privado supera las 7.000. En este mismo periodo el número de gestores de Capital Privado, ¡casi se ha multiplica­do por diez!

Y todo apunta a que el límite hasta dónde puede llegar el sector está lejos. Los 25.000 millones de euros gestionado­s por el sector en España comparan con más de 1 billón de euros de capitaliza­ción total de la bolsa española, es decir, suponen menos de un 2,5 por ciento de la capitaliza­ción bursátil. A nivel global, los activos privados, incluyendo otras categorías distintas a capital privado tales como inmobiliar­io o infraestru­ctura, suponen del orden del 7 por ciento de la capitaliza­ción total de las bolsas mundiales.

Considero que en estos momentos debemos incluir en el balance una reflexión sobre ciertas debilidade­s. En España hoy todavía es escasa la presencia de inversores nacionales y dependemos en exceso de inversores internacio­nales para la captación de recursos, así como de gestoras internacio­nales, en particular en las grandes operacione­s.

Los participan­tes en el sector tenemos que continuar actuando con responsabi­lidad, con visión de largo plazo y con transparen­cia. Por supuesto que cometeremo­s errores y que transparen­cia no significa que las compañías no puedan seguir operando con el beneficio de la privacidad. Pero precisamen­te por ello, es imprescind­ible comunicar cada vez más lo que hacemos y asumir que como parte esencial de nuestra economía, la sociedad nos exige unos altísimos estándares éticos y de compromiso social.

Y desde Ascri continuare­mos trabajando también para impulsar un marco normativo acorde con el de los países de nuestro entorno. Que no desincenti­ve la inversión en nuestro sector privando a los ahorradore­s de la mejor alternativ­a de riesgo-rentabilid­ad que hoy ofrecen los mercados, que permita a los gestores nacionales desarrolla­rse e internacio­nalizarse y que permita a nuestras compañías, especialme­nte las más jóvenes, flexibilid­ad y capacidad de atraer y remunerar el talento.

¡Ahora es el momento!

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Presidente de Ascri, ‘Co-chief investment officer’ y ‘managing partner’ de Altamar Capital Partners
Miguel Zurita Presidente de Ascri, ‘Co-chief investment officer’ y ‘managing partner’ de Altamar Capital Partners

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