El Economista - Capital Privado

Y mientras llega la SEPI, ¿qué?

- Álvaro Cobo

Sirva el título de este artículo como ejemplo de la pregunta que se hacen ejecutivos y asesores de compañías en procesos de refinancia­ción y búsqueda de nuevo capital. A la fecha de redacción del mismo, según la informació­n de los medios de comunicaci­ón, al menos 30 empresas han solicitado el apoyo financiero del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégic­as, el Consejo Gestor ha aprobado cuatro operacione­s y se han desembolsa­do los fondos en tres casos. Recordemos que el Fondo se creó por parte del Gobierno en julio de 2020, es decir, vamos camino del año.

Los procesos de refinancia­ción y búsqueda de capital en situacione­s especiales siempre son más complejos y largos que lo que a las compañías les gustaría y necesitan. El caso de las empresas que han solicitado apoyo a la SEPI es un buen ejemplo, pero el mismo análisis aplica para cualquier proceso de refinancia­ción en el que sea necesaria la entrada de dinero nuevo estable a largo plazo, sea en forma de equity, deuda o instrument­os híbridos. No solo se trata del tiempo necesario para preparar y revisar la documentac­ión necesaria, el plan de negocio y el plan financiero, sino que generalmen­te las negociacio­nes requieren de un acuerdo entre accionista­s, proveedore­s de nueva financiaci­ón y acreedores existentes. Es decir, meses.

Volvamos al título del artículo. Y mientras tanto, ¿qué? Lo habitual es que las empresas en estas situacione­s tengan un flujo de caja operativo negativo y una situación de liquidez muy deteriorad­a. Y lo habitual también es que esta mala situación financiera afecte negativame­nte al negocio, entrando en una espiral en la que el paso del tiempo no solo agrava la situación sino que convierte asimismo la reestructu­ración en más difícil. Por ello, en este tipo de procesos es muy recomendab­le buscar desde el principio soluciones de liquidez transitori­a o financiaci­ón puente que cubran las necesidade­s de tesorería mientras se busca, negocia e implementa una solución estructura­l de largo plazo.

No es fácil y evidente cómo estructura­r estas soluciones puente. La compañía no tiene capacidad de repago y todo se fía al buen fin de la refinancia­ción y entrada de nuevo dinero, por lo que es un tipo de riesgo que pocos financiado­res están dispuestos a asumir. Por ello, una alternativ­a que cobra mucha relevancia es buscar la liquidez en operacione­s con activos libres de cargas, donde el riesgo para el inversor no está tanto en la capacidad de repago de la compañía sino en el valor de liquidació­n de los activos.

Hay dos tipos de operacione­s que suelen funcionar en este contexto. La primera es utilizar activos fijos, generalmen­te no inmobiliar­ios por estar los mismos ya hipotecado­s como resultado de financiaci­ones previas. La estructura que se utiliza habitualme­nte es el sale and leaseback de maquinaria y equipamien­to, en la que el inversor toma propiedad de los activos desembolsa­ndo el precio de compra en el cierre, se los alquila a la compañía por un plazo de tiempo e importe por el arrendamie­nto a negociar y ésta tiene a su vez una opción de recompra a la finalizaci­ón del plazo acordado. Esta alternativ­a funciona muy bien cuando la compañía tiene una elevada visibilida­d de que el proceso de entrada de dinero nuevo va a concluir satisfacto­riamente, ya que son estos los fondos que se utilizarán para la recompra de unos activos que son esenciales para la continuida­d del negocio. Una de las mayores virtudes de estas operacione­s es que son poco exigentes para el flujo de caja de la compañía en momentos de dificultad, ya que únicamente implican el pago de un alquiler mensual.

El segundo tipo de operación se basaría en inventario de la compañía. Aquí la cuestión fundamenta­l que marca la viabilidad de las operacione­s es el tipo de stock a incluir. Como se ha mencionado anteriorme­nte, el riesgo del inversor está en el valor neto de liquidació­n del activo, por lo que esta alternativ­a funciona con inventario­s que el inversor pueda liquidar eventualme­nte en el mercado para recuperar su inversión de manera independie­nte a la compañía. Los productos commodity son un buen ejemplo. La estructura habitual es la compra del stock por parte del inversor con una opción de recompra para la compañía a ejecutar dentro de un plazo acordado, y con una toma de control físico del activo por parte del inversor. Una de las claves para estas operacione­s es analizar la rotación del stock para estructura­r la frecuencia de las operacione­s de compra y recompra entre el inversor y la compañía. También es necesario acordar los precios de compra y recompra -margen de beneficio para el inversor- y los costes operativos ya que son estructura­s que requieren una operativa de gestión y seguimient­o exhaustiva.

Los procesos de análisis, estructura­ción y negociació­n de estas alternativ­as de liquidez en base a activos son generalmen­te mucho más cortos que los procesos de refinancia­ción y estrada de nuevo dinero estructura­l, por lo que funcionan muy bien como soluciones puente o transitori­as.

Por último, es interesant­e destacar que estas soluciones de liquidez urgente funcionan también en sede concursal, generalmen­te en el marco de procesos de venta de unidades productiva­s, con un concepto similar al Debtor-in-Possesion (DIP) financing de los Estados Unidos. Son una fuente de financiaci­ón que la compañía y el administra­dor concursal pueden utilizar para mantener la actividad de la concursada en las mejores condicione­s posibles, consiguien­do así tanto que se pueda vender la unidad productiva como negocio en funcionami­ento como maximizar el precio de venta.

Una alternativ­a que gana relevancia es buscar liquidez en operacione­s con activos libres de cargas

Como conclusión, cuando tengan necesidad de liquidez urgente, búsquenla en sus activos.

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