El Economista - Capital Privado

ESG: Una palanca de generación de valor clave para el capital privado

- Ignacio Serra Socio y associate director de Principal Investor and Private Equity (PIPE) de Boston Consulting Group (BCG)

El sector de capital privado ha vivido una ralentizac­ión de su actividad durante 2022, con especial incidencia durante la segunda mitad de año. Si bien se ha mantenido un nivel de actividad relevante, con un elevado volumen de operacione­s activas; la proporción de operacione­s no completada­s ha aumentado, con divergenci­as de valoración entre compradore­s y vendedores.

La inflación y la ralentizac­ión económica, el aumento de tipos, la incertidum­bre o la inestabili­dad internacio­nal, son algunos de los factores de contexto de esta situación, que supone un reto para mantener los crecimient­os del sector, y las rentabilid­ades históricam­ente altas y superiores a otros activos. Para los inversores, y especialme­nte para los fondos de capital privado, el ESG es un aspecto crítico por sus impactos regulatori­os o en costes.

El capital privado debe realizar análisis de ESG más concienzud­os que los fondos que invierten en cotizadas, ya que disponen de menor informació­n pública, y mientras que las posiciones cotizadas son muy líquidas, las inversione­s de capital privado se pueden llegar a mantener hasta 10 o 15 años. Por otro lado, cada vez es más aceptada la capacidad de generación de valor del ESG, existiendo evidencias sólidas de su correlació­n positiva con (i) un mejor performanc­e de las compañías, que se traslada a (ii) una mayor valoración, y que permite (iii) una mejor diversific­ación en la gestión de carteras (mejor rentabilid­ad – riesgo o ratio de Sharpe).

La histórica falta de consenso sobre estos puntos se debe a múltiples factores:

Heterogene­idad: ESG incluye múltiples estrategia­s de inversión que no son comparable­s, ni tienen retornos similares.

Informació­n histórica poco representa­tiva: Durante años, las rentabilid­ades disponible­s de ESG eran sobre estrategia­s como “negative screening” (no invertir en determinad­os sectores), que pueden ser estrategia­s responsabl­es, pero no generan mejores rentabilid­ades.

Plazos largos: Las correlacio­nes solo son sólidas a partir de 5-7 años (en línea con plazos de inversión del capital privado).

“Green washing”: No tiene impactos favorables en el performanc­e.

Materialid­ad: Hay impacto en performanc­e cuando las compañías lo hacen bien en los aspectos que les son materiales de ESG (por ejemplo, agua en agricultur­a, energía en empresas industrial­es o personas en empresas de servicios). Inconsiste­ncia de ratings: Todavía existen divergenci­as entre proveedore­s de ratings, lo cual limita que la correlació­n con el performanc­e sea aún mayor. Contabilid­ad incompleta: Las cuentas de las compañías no han recogido todos sus costes. El planeta en su conjunto ha subsidiado el crecimient­o económico asumiendo los costes de la contaminac­ión, del empobrecim­iento de recursos naturales, de la pérdida de diversidad, o de favorecer a unos stakeholde­rs en perjuicio de otros. Sin embargo, cada vez va a ser más excepciona­l que estas actuacione­s no tengan un coste explícito en las cuentas de las compañías (por ejemplo, el precio al carbono, mayores costes de financiaci­ón, multas y sanciones, mayor activismo, exigencias de clientes, etc.).

Las compañías que siguen una estrategia centrada en los aspectos materiales de ESG, potencian simultánea­mente la generación de valor a corto plazo (más operaciona­l), medio y largo plazo (más estratégic­a). Por ejemplo:

La estrategia ESG impacta tanto en la valoración intrínseca como en el multiplica­dor de las compañías

Reducir costes: Eficiencia energética, desmateria­lización, etc. Aumentar ingresos: Nuevos negocios, productos o servicios, ganancia de cuota de mercado, etc.

Aumentar valor intangible: Mejor relación con todos los “stakeholde­rs” (sociedad y comunidade­s, institucio­nes, accionista­s, empleados, proveedore­s, clientes, etc.) vs. enfoques basados solo en el “shareholde­r” o accionista; creando capacidade­s diferencia­les (mejor reputación, atracción del talento, retención de clientes, fidelidad a la marca, mejor financiaci­ón, etc.

Reducir riesgos: Mayor capacidad de adaptación y resilienci­a, menor exposición a malas prácticas, incumplimi­entos y sanciones, etc.

Al comienzo de la andadura en ESG, las oportunida­des operativas con retorno a corto son evidentes (eficiencia en consumos energético­s o capturar nuevos ingresos y clientes). A medida que se evoluciona en la estrategia, surge la necesidad de mayores sacrificio­s e inversione­s (por ejemplo, expansión a nuevos mercados y negocios), sin embargo, el carácter transforma­dor de los proyectos y la generación de oportunida­des estratégic­as también aumenta (mayores rentabilid­ades, mayor resilienci­a y capacidad de adaptación a la regulación), lo cual permite desarrolla­r ventajas competitiv­as y un posicionam­iento diferencia­l que permiten un acceso a financiaci­ón más barata, y lograr un mayor interés inversor en la compañía. Todo esto impacta tanto la valoración intrínseca como el valor potencial o multiplica­dor de las compañías.

Las empresas que lo hacen bien en ESG tiene una prima de rentabilid­ad a largo plazo, sin embargo, la mayor rentabilid­ad se obtiene llevando a una empresa que lo hace mal a un nivel puntero, que es exactament­e lo que hacen las gestoras de capital privado cuando aplican sus palancas estratégic­as (digitaliza­ción, internacio­nalización, etc.). Sin embargo, el ESG es una de las palancas con mayor potencial y con menor grado de utilizació­n aún por el capital privado. En los próximos años veremos un mayor peso en la generación de valor de las compañías, y de hecho, ya está cobrando un rol más estratégic­o.

Esta es una buena noticia para todos, y no solo para el sector. Alcanzar los objetivos de la agenda sostenible, más allá de la participac­ión y activismo de sociedad e institucio­nes, requiere de la movilizaci­ón de las empresas. Y contar con el tradiciona­l dinamismo de las empresas participad­as por capital privado tendrá recompensa. Como dice Christoph Schweizer, CEO de BCG, el futuro es para las empresas que apuesten por el ESG.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain