Hoy, consumir F-1 es más una tarea de debate e investigación que ver una carrera al uso
una sanción al rubísimo rival. La sanción no le restó puntos entonces, pero sentó un precedente que castigó a Rosberg en su casa, en Hockenheim. Nico alargó la frenada en la horquilla –de nuevo– para impedir que Max Verstappen tuviera sitio por el exterior. Los comisarios penalizaron al Mercedes número 6 y, con ello, Nico perdió ese número de puntos, seis.
Rosberg aún sería líder del Mundial sin estas circunstancias, con lo que esto comporta en el plano psicológico y su reflejo en el rendimiento en pista. Sin embargo, es más grave que con las maniobras de Austria y Alemania haya cambiado la forma de pelear legalmente entre coches en la categoría reina. Porque lo de forzar a un rival a elegir entre frenar o salirse de pista es viejo como las propias carreras y, de repente, esto se ha vuelto ilegal. Como ilegal es también ahora salirse de los límites de la pista. Bueno, en realidad esto es legal o ilegal según la curva… ¡y según el día! Así fue literalmente en Alemania, y así prolifera la crítica y el debate en la afición, que comenta artículos del reglamento deportivo en lugar de las hazañas de sus héroes.
Los comisarios no son siempre igual de estrictos, entre otras cosas porque no son siempre los mismos. La rotación es positiva, pero si el criterio es muy uniforme o está muy definido, y no lo está. Ni siquiera las propias reglas son claras a veces, como demostró el caso de –una vez más– Rosberg con las dobles banderas amarillas en Hungría. La ley no estipula cuál es la reducción mínima de velocidad necesaria en estos casos y, por otro lado, tampoco se sabe cuándo es el momento exacto de retirar la neutralización, porque cuando Rosberg pasó por la zona, el peligro ya no estaba –Alonso se había reincorporado perfectamente a pista después de un trompo–, así que la culpa pudo ser incluso del ‘bandera’ que no la quitó a tiempo.
Las normas, su interpretación, las presiones de los equipos sobre la FIA y el factor técnico siempre han sido muy importantes en la F-1, pero nunca con un papel tan central en el espectáculo como hoy, porque convivían con un código de honor y cierta autorregulación –a veces por propia supervivencia–. ¿Será éste el deporte del futuro?