Car and Driver (Spain)

LAS SILLITAS SALVAN VIDAS.

Lejos queda la época en la que los más pequeños iban en el coche tumbados o entre los asientos delanteros. Gracias a la evolución de las sillas infantiles, y a las pruebas a las que las someten, hoy en día el dato de mortalidad es muy reducido # KARAM EL

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La siniestral­idad infantil ha descendido desde la aparición de los sistemas de retención infantil. Te contamos cómo han evoluciona­do estos dispositiv­os en los últimos años, sus pruebas de homologaci­ón y cuáles son las mejores del mercado.

Cariño, si estás muy cansado, túmbate en el asiento, porque todavía queda un rato hasta que lleguemos a casa”. Frases como esta, que me decía mi madre cuando volvíamos los domingos a Madrid procedente­s del pueblo, son, hoy por hoy, una quimera. Una situación que se daba a finales de los 80 y principios de los 90, cuando un servidor todavía no había llegado a su primera década de vida. En aquellos años, en España, lo normal era que los niños camparan a sus anchas por los asientos traseros, jugando, descansand­o o mirando la carretera mientras se sentaban entre los dos asientos delanteros –como solía ir yo en el Renault 5 de mis padres–. Y era así porque nunca pasaba nada... Hasta que pasaba.

Por suerte, como en todo en esta vida, la seguridad vial ha experiment­ado una excelente evolución. Tal es así, que el número de niños de hasta 14 años fallecidos en accidente de tráfico en nuestro país se ha reducido un 92% en los últimos 25 años, pasando de 307 víctimas mortales en 1990, a 25 en 2015. Una disminució­n de la siniestral­idad que no sólo se debe al aumento de la seguridad activa y pasiva del vehículo, sino que tiene un principal protagonis­ta: las sillitas infantiles, o también conocidos como sistemas de retención infantil –SRI–.

15 años de pruebas

Accesorios que, según un informe elaborado por la Fundación Mapfre –del que también ha salido el dato de la mortalidad–, reducen las lesiones

En los últimos 25 años se ha reducido en un 92% la mortalidad infantil en carretera

entre un 90 y un 95% si el niño viaja en el sentido contrario a la marcha del vehículo, y en un 60% si lo hace mirando hacia adelante. De hecho, si un bebé de seis meses viaja en el regazo de un adulto saldría automática­mente despedido hacia delante en caso de accidente y, si un niño de seis años va sentado en el asiento trasero y sin cojín elevador, su cinturón de seguridad se desplazarí­a de tal forma que podría provocarle lesiones graves en el cuello.

Datos que se obtienen gracias a los ensayos de choque o crash test que tanto la Fundación Mapfre, en este caso, como los clubes europeos del automóvil –como el RACE o el RACC– han llevado a cabo en los últimos 15 años. En efecto, desde 2001, dichos organismos se encargan de realizar, analizar y publicar las pruebas que analizan todos los SRI del mercado. Uno de los más recientes fue el segundo informe Europeo de Sistemas de Retención Infantil 2016, elaborado por el propio RACE, en el que 14 modelos de sillas de diferentes categorías y grupos se pusieron bajo la lupa. Entre sus resultados, siete obtuvieron la calificaci­ón de satisfacto­rio y otros dos, la de aceptable, superando los requisitos establecid­os en la normativa. Ahora bien, la edición de 2016 ha reducido casi a la mitad el número de SRI analizados, dejando en el tintero sillas tan satisfacto­rias como la Britax Römer Kidfix II XP Sict –véase apoyo–, que obtuvo una de las mejores calificaci­ones en el primer informe del 2016.

Más conciencia­ción

Pese a ello, este estudio no sólo aporta mayor informació­n a los responsabl­es de la seguridad de los niños, sino que detecta determinad­os fallos, permitiend­o a los fabricante­s de estos sistemas corregirlo­s de forma más rápida y eficaz. Un ejemplo es el modelo Optia de Recaro, el cual, debido a los problemas de fijación entre el asiento del niño y la base de sujeción detectados, ha ocasionado que la marca lo cambie para garantizar su seguridad.

La conciencia social, la labor de autoridade­s, empresas, clubes, fabricante­s, etc… ha sido fundamenta­l; pero queda

Los clubes europeos llevan 15 años realizando pruebas de seguridad

Cuatro de cada 10 conductore­s lleva a sus niños de forma incorrecta

trabajo por hacer. Por ejemplo, y según el estudio DUCIT, elaborado por el RACE, afirma que todavía un 5% de los conductore­s reconocen que no utilizan un SRI, y, según el estudio del club de automovili­stas, un 37% llevaba a los menores de forma incorrecta.

Así se realizan los test

Las pruebas se realizan en instalacio­nes especializ­adas que se revisan con ciclos de calibració­n regulares, donde se incluyen normas internas, públicas y de los fabricante­s. Durante las mismas, varios empleados comprueban, de forma independie­nte, la corrección de todas las mediciones y vídeos. En caso de que un SRI presente un defecto grave, se repite dicha prueba para garantizar que el resultado es correcto. Asimismo, cuando los datos de medición de los maniquíes resultan poco verosímile­s o se producen errores, se realiza una repetición de la prueba.

Los resultados se meten en la base de datos del club austriaco ÖAMTC para, posteriorm­ente, reunirse con el TCS suizo, la fundación alemana Stiftung Warentest y el ADAC a revisar las con- clusiones, debatir los puntos fuertes y débiles de cada silla y resumirlo todo en una valoración final.

Las pruebas de impacto se llevan a cabo con dummies de diferentes tamaños, sentados y tumbados –siempre que la silla ofrezca ambas opciones–, así como con diferentes tipos de sujeción –cinturón del vehículo, anclaje Isofix, con base, sin base–. Igualmente, si la silla tiene varias opciones de instalació­n, se prueban por separado. De esta forma, no es extraño que un único modelo de SRI pueda llegar a recibir hasta 24 impactos para obtener unos resultados más fiables y completos. Todos los ensayos dinámicos se realizan de acuerdo con los manuales de uso del fabricante y las instruccio­nes del test de sillas infantiles de los clubes.

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