104. Competición. Enfrentamos un monoplaza de Fórmula 1 y un Fórmula e.
La Fórmula 1 ha encontrado su ‘alter ego’ eléctrico, la Fórmula E. Tienen en común hasta a Liberty como accionista. La pregunta es: ¿pelearán entre ellas o se unirán? # CRISTÓBAL ROSALENY
La movilidad sostenible y el paulatino abandono de los combustibles fósiles en la automoción, una auténtica carrera tecnológica, ha llegado también a los monoplazas. La Fórmula E, ideada por Jean Todt y materializada por Alejandro Agag, es la primera categoría de coches completamente eléctricos amparada por la FIA, y ya está en marcha su tercera temporada, más de lo que muchos aficionados y profesionales fuimos capaces de augurar.
Mientras tanto, la Fórmula 1 mantiene su progresiva electrificación, concentrada en atraer a patrocinadores que huirían de un ‘espectáculo elitista que va de quemar gasolina’. No entraremos a valorar esta definición, pero se había extendido mucho y, en un deporte que vive en gran medida de su imagen, era necesario reaccionar. La búsqueda de la eficiencia fue el camino elegido, con los motores V6 Turbo de asistencia eléctrica.
La modificación del paradigma de la F-1, tradicionalmente concebido como la máxima expresión velocística de la competición en circuito, alteró a una parte de la afición, que reniega del ahorro de combustible o la conservación de los neumáticos. De nuevo es una consideración simplista, porque siempre se ha intentado consumir lo mínimo sin dejar de correr lo máximo, pero el listón se había movido demasiado hacia la ‘conservación’, y tanto la afición como los pilotos pedían cambios. Por eso se escribió una normativa técnica para 2017 que devolverá carga aerodinámica y agarre mecánico a los coches. Esto les quitará eficiencia energética, pero nadie ha hablado de ello, así que misión cumplida: la Fórmula 1 volverá a ser el pináculo de la velocidad en circuito, y además será un pináculo híbrido.
Observación antes de pelear
Plantear una batalla directa entre Fórmula 1 y Fórmula E no procede. Por prestaciones, los eléctricos pesan 900 kilos y cuentan con 268 caballos en clasificación –227 en carrera–, mientras que los Fórmula 1 pesan 170 kilos menos y
disponen de ¡750 caballos más! No hay comparativa posible. Los Fórmula 1 cubren los 300 kilómetros de un Gran Premio sin repostar, mientras que los pilotos de Fórmula E tienen que ¡cambiar de coche! cuando apenas han recorrido 40 kilómetros de carrera. La batería diseñada por Williams dispone de una capacidad de 24 kilovatios hora, cuatro veces menos que la de un Tesla Model S P100D. Por tanto, también en tecnología se encuentran a años luz de la Fórmula 1.
La verdadera alquimia de la categoría eléctrica es haber sorteado todos sus impedimentos y establecerse como un producto de entretenimiento válido para un aficionado a las carreras, con una buena imagen y que resulta interesante a dos polos vitales de este negocio: las ciudades y las marcas de automoción. Al contrario que sucede en la Fórmula 1, los pilotos no pagan mayoritariamente por correr, los equipos participantes no se encuentran al borde de la quiebra ni deben hacer inversiones multimillonarias. Diversas ciudades se han mostrado encantadas por albergar un ePrix, primero por su corta duración –sólo un día de competición–,
Ante una hipotética Fórmula 1 eléctrica en el futuro, la Fórmula E es su mejor laboratorio
luego por su baja contaminación, incluida la sonora y, por último, por la reputación ‘verde’ que esto les otorga. En cuanto a los constructores –están o estarán implicados Audi, BMW, DS, Jaguar, Mahindra, Mercedes, Renault y otras casas de menor enjundia–, arriesgan mucho menos capital que en la F-1 y acercan su participación en las carreras a su futuro producto de calle. Ya hemos dicho que la tecnología no es muy vanguardista, aunque se prevén cambios importantes para la quinta temporada, la 2018-2019, pero mientras los costes no se disparen, es un buen sitio donde estar.
¿Qué dicen los números?
La Fórmula E como deporte no es, ni de lejos, tan seguida como la Fórmula 1. La relación en audiencia televisiva es, al menos, de 1 a 10 a favor de la categoría reina, pero el retorno en popularidad a cambio de la inversión realizada es una ganga en la disciplina liderada por Alejandro Agag. Como negocio, la Fórmula E no es rentable hoy en día, pero acercarse al break-even después de partir de cero la convierte en un gran éxito empresarial.
Acabamos con algo vital: una filial de Liberty Media –los nuevos dueños de la F-1– son también los máximos accionistas de la Fórmula E. Así pues, ésta no es rival de la Fórmula 1, sino su ‘alter ego’, su laboratorio y quién sabe si también su propio futuro.