Ford Fiesta.
Perfecciona lo presente.
Más grande, más equipado y más lujoso, el Fiesta ha crecido casi siete centímetros de largo, 1,5 de ancho y es casi tres más bajo. La vía delantera es tres centímetros más ancha y la trasera uno, con una distancia entre ejes sólo cuatro milímetros mayor. Con estas nuevas dimensiones y unas líneas más horizontales, la sensación es que el Fiesta ha ganado en presencia visual.
Convincente
Dentro, la mejora es espectacular, con un salpicadero de trazos horizontales, mucho menos aparatoso que el anterior, en el que la pantalla central multifunción preside la parte central –la misma puede ser de 6,5 o de ocho pulgadas–, aunque también cuenta con otra pantalla entre los relojes, en este caso de 4,2 pulgadas.
La calidad es excelente y en el equipamiento de confort encontramos el volante y los asientos calefactados o un equipo de sonido B&O Play de 675 watios, todo ello del catálogo de opcionales.
El Fiesta se sigue ofreciendo con carrocerías de tres y cinco puertas pero en el primer caso sólo con el motor 1.1 gasolina de 70 caballos, que se convierte en la versión más asequible, además de con el 1.0 de 100 y el TDCI de 85 caballos.
Hemos podido conducir el gasolina y el Diesel más potentes y nos sigue encantando el Eco Boost por sus reacciones tan vivas e inmediatas que permiten una conducción realmente divertida. El Die---
sel resulta rápido pero su sonoridad es mucho más apreciable. El tacto al volante es excelente, con un dirección precisa y rápida y unas sensaciones casi deportivas, sea cual sea el acabado que elijamos.
El equipamiento de ayudas a la conducción es realmente completo y el nuevo Fiesta incluye elementos como la frenada automática con reconocimiento de peatones dentro y fuera de la calzada, el aparcamiento asistido en línea y en batería, la alerta de tráfico cruzado al dar marcha atrás y el control de crucero adaptativo.