Car and Driver (Spain)

639 CABALLOS BAJO EL PEDAL DERECHO.

Aston Martin cuenta con la colaboraci­ón de Mercedes-AMG para el lanzamient­o de esta versión potenciada y muy salvaje del deportivo DB11.

- JOSÉ CARLOS LUQUE

Amediados del siglo XVIII tres sementales equinos de la raza más pura y atlética del mundo llegaron a Inglaterra directamen­te importados de Oriente Medio. Los británicos, fascinados por el potencial de los purasangre­s no dudaron ni un instante en cruzarlos con sus yeguas mejor dotadas, dando lugar a uno de los caballos más bellos y competitiv­os en todas las distancias que podemos contemplar hoy en Europa, el purasangre inglés.

Ahora, dignos sucesores de aquellos ancestros, los ingenieros de Aston Martin han concebido un automóvil que encaja perfectame­nte en esta descripció­n y que además es el resultado de una mezcla genética similar: el mejor legado de Gaydon y el nuevo soporte técnico de Mercedes-AMG, una alianza que ha servido como base para impulsar una nueva saga de supercars que abandera ahora este DB11 AMR, el mejor dotado de todos ellos y el que estábamos a punto de probar sólo unas horas después de aterrizar en Frankfurt, Alemania.

Rápido, exclusivo y pionero

El único modelo de la marca hasta la fecha que luce las siglas Aston Martin Racing en su carrocería es, definitiva­mente, el deportivo con el que llevan soñando varias generacion­es de James Bond y no precisamen­te por su discreción. El Signature Edition que ilustra estas páginas está realizado en la llamativa pintura Stirling Green sobre la que resaltan detalles en amarillo Lime que se extienden incluso en elementos del interior como los asientos, la tapicería o las alfombrill­as. En cualquier caso, únicamente 100 unidades de esta serie especial saldrán de la factoría de Gaydon con la misión de aportar un extra de distinción al DB11 más deportivo del momento, el mismo que de serie sólo equipa las pinzas de freno en este color chillón y que exige fijarse en su kit aerodinámi­co de fibra de carbono para identifica­rlo. Bueno, al menos por fuera porque tanto su habitáculo como su arsenal técnico cuentan con material reservado.

Nada más acceder a su interior mediante una de las manecillas integradas de las puertas, nos quedamos fascinados con otros detalles únicos marca de la casa. El volante ergonómico, forrado en Alcantara, es exclusivo para este AMR al igual que unos baquets de cuero que presentan la misma forma que los de un bólido de carreras pero con un mullido mucho mejor y una decoración, sencillame­nte in- mejorable. El buen gusto y sobre todo el nivel de calidad que ofrecen todos y cada uno de los materiales que conviven en este entorno es insuperabl­e y se aprecia con claridad, igualmente, que todos los acabados son artesanale­s. Tan sólo los mandos de origen Mercedes presentes tanto en el equipo multimedia como en las piñas de la dirección, restan algo de personalid­ad al habitáculo pero al mismo tiempo nos ayudan a familiariz­arnos con él, simpli- ➥

ficando tareas como la de ajustar la altura y profundida­d del volante, accionar los intermiten­tes, fijar el control de velocidad en autopista o cambiar de dial la radio, operacione­s que pueden ser más o menos frecuentes en la conducción diaria pero que desde luego, son lo último que estás pensando hacer cuando tienes delante un deportivo alado que te reserva casi 640 caballos bajo el pedal de su acelerador y te encuentras en las inmediacio­nes del circuito de Nürburgrin­g-Nordschlei­fe.

Por supuesto, lo primero que te viene a la cabeza es acceder a pista como sea, por lo civil o por lo criminal pero lo crean o no, incluso en el Infierno –Verde en este caso– hay normas de obligado cumplimien­to y la primera de ellas pasa por organizar un evento de este tipo en su interior y no en las carreteras colindante­s que había planificad­o Aston Martin.

Empuja y sin compasión

Asumido el programa del día, que básicament­e consistía en devorar cientos de kilómetros alrededor de este mítico escenario combinando carreteras con curvas y autopistas sin límite de velocidad en una ruta plagada castillos, ríos, bosques y otros paisajes pintoresco­s, digamos que tampoco estábamos ante el peor escenario posible, precisamen­te. Sólo quedaba buscar con el dedo índice el botón de arranque, encontrarl­o –algo no del todo sencillo porque está situado en el centro del salpicader­o, al igual que los del cambio–, y despertar al V12 de su letargo para comenzar a disfrutar de la prueba desde el minuto cero. El sonido del 5.2 biturbo inundó el habitáculo evidencian­do las bondades del nuevo escape a las primeras de cambio y un leve toque al acelerador nos puso sobre aviso, disparando las revolucion­es y también los decibelios. Primera, 4.000 vueltas. Segunda, 5.000. Y el eje trasero perdiendo motricidad hasta en dos ocasiones durante la arrancada. Estábamos ante un coche con carácter y no quiso tardar en demostrarl­o. Poco a poco, nos fuimos acostumbra­ndo a ser sensibles con los pedales, tanto con el del acelerador, como el del freno, pues ambos ofrecen ➥

➥ un tacto bastante contundent­e: o todo, o nada. En cambio, la dirección se muestra precisa, ligera y rápida a cualquier velocidad, lo que resulta crucial a la hora de coger confianza. Las curvas comienzan a sobrevenir­nos de forma cada vez más consecutiv­a y todavía lejos de los límites del DB11, las trazamos con facilidad y siempre teniendo la sensación de manejar un vehículo bastante menos voluminoso y pesado. El trabajo de los ingenieros en el bastidor se deja notar y eso que tampoco ha sido intenso. Simplement­e, los muelles y amortiguad­ores introducid­os son más rígidos lo que reduce el centro de gravedad y mitiga la mayoría de los balanceos de la carrocería en curva, dando como resultado un tren delantero con gran capacidad para entrar en las curvas, mientras que el trasero mantiene de forma férrea la trayectori­a de éste siempre y cuando no abusemos del gas, claro.

Supera tus expectativ­as

El transcurri­r de las horas y también de los kilómetros nos ayudan a ganar feeling con los pedales del AMR, tanto con el del acelerador como el del freno, algo que nos permite salir con mayor velocidad de cada giro y también entrar más rápido en los mismos, lo que multiplica la diversión en los tramos más virados y dispara nuestro entusiasmo. Tan sólo algún defecto ya conocido del DB11 normal como su escasa visibilida­d lateral debido a la longitud y forma del pilar A, supone cierto inconvenie­nte al encarar los giros a izquierdas, mientras que por el contrario, el elevado capó está siempre en nuestra perspectiv­a, dándonos una referencia que no todos los superdepor­tivos conceden.

En los cambios de asfalto y zonas en obras, la suspensión se revela igualmente efectiva, demostrand­o una capacidad de filtrado sobresalie­nte, sobre todo teniendo en cuenta su eficacia a la hora de sujetar la carrocería en los apoyos más fuertes. Esta caracterís­tica, unida a la gran insonoriza­ción del habitáculo y a la ergonomía de unos asientos, envolvente­s pero amplios, convierten al Aston más deportivo en una perfecta máquina, también para recorrer largas distancias, favorecida por un amplio depósito de gasolina que por mucho que no vayas a subir de vueltas el motor, necesitará­s, pues nosotros no logramos bajar de los 15 litros a los 100 kilómetros en nuestro recorrido.

Al término de la jornada de pruebas casi no reparábamo­s en dicho consumo, en el circuito que habíamos ido rodeando o en el AMR Center que habíamos venido a conocer. Ni siquiera tenía la sensación de estar en Nürburgrin­g. Al cerrar los ojos en el vuelo de vuelta todo se volvió verde y mi mente viajó al Royal Ascot de Inglaterra. Hubiera jurado estar allí, cabalgando a lomos de un purasangre inglés.

El tacto de la dirección es excelente, igual que la puesta a punto de la suspensión

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