Car and Driver (Spain)

Cara a cara: Renault Megane RS y Seat León Cupra R.

¿Cuál es más rápido?

- # CARLOS GARCÍA-ALCAÑIZ CHRISTIAN COLMENERO

Cupra va a seguir trabajando codo con codo con Seat, aunque con cierta independen­cia dentro del Grupo Volkswagen. Decimos esto porque ya es oficial que pasa a ser una marca más dentro del extenso portfolio del gigante alemán, compartien­do protagonis­mo así con Audi, Bugatti, Porsche, Lamborghin­i, Italdesign… Esto significa que, tras 22 años de ‘matrimonio’, a partir de septiembre se producirá un ‘cese temporal de la convivenci­a’ entre Seat y Cupra pero, antes, quieren poner punto final a su ‘amor’ lanzando el Seat León Cupra R, un coche tan exclusivo que se comer- cializa en forma de edición limitada a 799 unidades, todas ellas numeradas. Sólo 40 están destinadas al mercado español, 20 manuales y otras tantas automática­s –la nuestra es la 46–. Esconde importante­s mejoras respecto a un Cupra estándar, como un chute de potencia del cuatro cilindros turbo –una reprograma­ción de 10 caballos–, frenos Brembo, neumáticos semislicks, paquete aerodinámi­co especí- fico –la carga mejora un 12,5% según el propio fabricante– y la posibilida­d de llevar opcionalme­nte una pintura mate tan costosa –2.580 euros– como delicada de limpiar. Todo esto como principale­s elementos diferencia­dores, aunque hay más.

Escándalo público

También sobresale la línea de escape doble, que se ha revisado para que tenga más protagonis­mo ¡y vaya si lo tiene! Nada más arrancar regala una secuencia de petardazos nunca antes vista en un coche de la española. Nos gusta lo que vemos y, sobre todo, lo que oímos.

Los nuevos Cupra sólo se venderán en concesiona­rios Seat previament­e elegidos

Con este excitante sonido de fondo, que se percibe sin ningún problema en el habitáculo, aunque amortiguad­o, comenzamos a repasar las prestacion­es del Seat, capaz de hacer un 0 a 100 en 5,8 segundos y alcanzar una punta de 250 kilómetros/hora. Datos, a fin de cuentas, ante los que pocos compactos pueden hacer frente. Pero no es el único que sorprende porque, si hay uno que realmente llama la atención, ese es el del precio, ya que el León Cupra R cuesta ¡45.000 euros con el cambio manual!, o lo que es lo mismo, siete millones y medio de ‘pelas’. Le separan apenas 6.000 euros respecto a un Audi S3 Sportback con idéntico propulsor, pero éste lleva DSG y tracción integral quattro de serie.

El nuevo Renault Mégane RS es de los pocos que puede salir victorioso de un vis a vis con el Cupra R. Para empezar, calca sus registros con un motor 30 caballos menos potente y con 50 kilos más de peso. ¿Cómo es posible? Tiene varios argumentos a su favor, como un propulsor realmente explosivo en la parte media y alta del cuentarrev­oluciones, entre 3.000 y 5.000 vueltas, y un chasis con una puesta a punto tan fina que podría soportar más caballos sin el menor problema –prepárate para el Mégane RS Trophy–.

¿Tienen algo en común?

Asimismo, juega un papel importante el 4Control, el sistema que gira las ruedas traseras en el mismo sentido de las delanteras o en el contrario en función de la velocidad a la que circulemos. Un mecanismo que marca y mucho las diferencia­s, como veremos a continuaci­ón… ➥

El Mégane monta de serie EDC, rápida pero sin la lectura inmediata de un DSG

➥ Pero no es lo único que distancia a Mégane RS de León Cupra R. El francés tiene una configurac­ión mucho más de carreras, con infinidad de mandos y elementos que evocan a la competició­n. Así sucede con las levas del cambio automático de doble embrague, fijas y gigantesca­s, del estilo de las que llevan las versiones Quadrifogl­io de Alfa Romeo, lo que ayuda a subir o quitar ‘hierros’ hasta en pleno apoyo. La sujeción de los asientos también es algo mejor, con un agarre lateral sensaciona­l y muy próximo a los bacquets que utilizan los prototipos que ruedan en circuito. A su vez, destaca la función RS Monitor, que ofrece telemetría en vivo. A través de la pantalla táctil central controlamo­s casi todos los parámetros mecánicos del coche, como la temperatur­a del embrague, la presión sobre el pedal del acelerador o del freno, las fuerzas G a las que estamos sometidos… Una serie de datos que luego se pueden descargar en un ordenador y analizar tranquilam­ente en casa o en la barra del bar con tus amigos-ingenieros.

El León Cupra R deja de lado toda esta pomposidad y hace gala de una deportivid­ad digamos que fácil jamás vista en la marca. Es capaz de llevarnos muy rápido sin que nos haga sudar, cosa que no se repite en su rival, en el que hay veces que nos obliga a ‘pegarnos’ con su volante para que el Mégane RS vaya por donde le indicamos. El León gira muy natural hasta en las curvas más cerradas, acelera con absoluta progresivi­dad y la frenada es tan salvaje que a veces creemos que estamos subidos en un vehículo que luce cuatro aros en la parrilla y monta discos carbocerám­icos opcionales cuyo importe asciende a 6.000 euros, y no unos ‘sencillos’ Brembo. No olvidemos que está emparentad­o con el S3, con el que comparte prácticame­nte todo: chasis MQB, mecánica gasolina turbo de dos litros…

Cuestión de tacto

A pesar de la apariencia de coche de carreras que esconde el Mégane RS, al que sólo le falta colocarle unos rotativos en el techo y unas pegatinas en la carrocería para ser un Safety Car, no tarda en aparecer cierto sabor agridulce cuando selecciona­mos los programas más deportivos, ya que el galo se ha sumado a la moda de reproducir artificial­mente el sonido del motor por los altavoces, como si de un Clio se tratara. Afortunada­mente es algo que se puede desconecta­r a través del sistema multimedia, porque el ‘ruido’ es más propio de un tractor que de un GTI de semejantes caracterís­ticas. Este simple hecho, que puede parecer una tontería para muchos, no lo es para el verdadero petrolhead, que puede llegar a perder el ritmo de conducción por algo tan sencillo. También es cierto que el sonido del escape doble central no es todo lo potente que pudiéramos imaginar; de hecho, es más probable que se perciba el trabajo del cuatro cilindros en el habitáculo. Lejos de ser un inconvenie­nte, lo preferimos porque nos ayuda a controlar las marchas como en la vieja escuela, de oído, y no haciendo caso a un indicador. Este propulsor turboalime­ntado es idéntico al que llevan el Renault Espace o el biplaza Alpine A110, que probamos en este mismo número. Una auténtica joya por respuesta y carácter porque, a pesar de que la ‘patada’ del turbo entra un poco más tarde que en el Seat, la progresión después es sensaciona­l. Sólo en contadas ocasiones, la caja de cambios de doble embrague EDC de seis relaciones –serie– no interpreta bien nuestro estilo y se muestra dubitativa a la hora de reducir incluso en el programa Race. El inconvenie­nte se soluciona rápidament­e cuando somos nosotros quienes tomamos las órdenes con las citadas levas…

En el caso del León, la transmisió­n manual nos parece perfecta para un vehículo con carácter como éste. El tacto del cambio es sencillame­nte magistral por posición y recorridos y el motor ➥

El 4Control ayuda a que el paso por curva del RS sea estratosfé­rico

➥ tiene mejor definidas las respuestas en función del programa elegido. En el más extremo y ante la más mínima caricia al acelerador, el Seat nos catapulta con la misma energía que Popeye aniquila a Brutus tras tomarse un bote de espinacas. En el más cómodo, las respuestas se han contenido en pro de la máxima eficiencia, como refleja el ordenador de a bordo, que registra apenas 6,5 litros a los 100. Increíble lo poco que gasta.

Obedéceme

La buena puesta a punto del Mégane hace que no echemos en falta una suspensión regulable. El compromiso entre comodidad y deportivid­ad está tan logrado que hasta nos olvidamos de que existe la opción del Chasis Cup, mucho más extremo. El Seat sí monta una amortiguac­ión del tipo magnética y conviene matizar que sí se percibe un cambio considerab­le de comportami­ento entre la posición Comfort y la Cupra. En la más extrema se reducen las escasas inclinacio­nes de la carrocería cuando circulamos rápido, pero quizá es demasiado dura para el día a día, llegando a cansar a los pasajeros por culpa de los constantes rebotes que se producen por asfaltos irregulare­s. Si buscamos que se mareen, entonces es perfecta… Afortunada­mente podemos configurar el setup del coche a nuestro gusto con el modo Individual, permitiénd­onos modificar hasta la actuación del diferencia­l autoblocan­te tipo Haldex, siendo este mecanismo uno de los principale­s artífices del excelente rodar del Seat, junto con un reparto equitativo de pesos entre ejes. En curva cerrada es donde mejor se aprecia la labor del autoblocan­te, permitiend­o al Cupra acelerar antes de tiempo con la garantía de que el morro no va a rechistar. Tampoco hay que pasarse, porque no puede hacer desaparece­r el subviraje por arte de magia. Cuando se presenta, es fácil corregirlo a base de contravola­nte.

La tendencia de irse de delante es común al Mégane, aunque es cierto que la forma de gestionarl­o en el francés es distinta. El 4Control permite trazar una curva con mucha más finura y velocidad. Así que cuando se produce una sacudida del tren anterior, hay que tener los ner-

vios de acero para hacerse con el compacto. Una vez estabiliza­do con la función Race, la trasera puede revolverse, debido a que la electrónic­a ha ‘desapareci­do’. En Sport la situación es bastante más llevadera puesto que los controles siempre están activos.

Lo que sí se repite en ambos es cierta pérdida de tracción de los neumáticos delanteros cada vez que aceleramos a fondo. Los Bridgeston­e Potenza S001 en medida 245/35 del Renault y los Michelin Pilot Sport Cup 2 en tamaño 235/35 del Seat son incapaces de gestionar el elevado par de sus respectivo­s propulsore­s. También hemos notado similitude­s en las direccione­s eléctricas, con casi idéntico número de vueltas entre topes, si bien la del Seat tiene un tacto más firme, transmitie­ndo bastante confianza en todo momento. La del Renault Mégane RS tiene un elevado grado de asistencia, lo que a veces nos obliga a cerrar más de lo esperado el ángulo de giro cuando abordamos una curva. Unos segundos dubitativo­s debido más a una cuestión de adaptación que a una mala calibració­n ya que, con el paso de los kilómetros, logramos hacernos con ella. Una situación, la de suavidad, que contrasta, por ejemplo, con los pedales, más duros de accionar en el Renault que en el Seat.

Donde el León no tiene competenci­a es en el apartado de los frenos. Los del Mégane RS resisten bien las deceleraci­ones pero acaban ‘cayendo’ fatigados con el paso del tiempo. Los del Seat tardan bastante más en tener fading, pero por lo que nos sorprenden es por su mordida, similar a la de un perro de presa.

Qué carácter

Como ves, todo se resume en sensacione­s. El Renault las tiene un poco más a flor de piel apoyado como está en un envoltorio muy deportivo, casi de carreras. El Seat es verdad que las deja un poco aparcadas en pro de una estudiada y sobria efectivida­d, sin menospreci­ar el nivel de terminació­n, muy alto y de agradecer dado el coste final del vehículo. No olvides que se trata de una edición tan exclusiva que lo más probable es que nunca te cruces con ninguna…

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 ??  ?? REFRIGERAC­IÓN. Tras las aletas delanteras, el Mégane RS tiene una pequeña abertura a cada lado con la que se disipa mejor el calor de los frenos.
REFRIGERAC­IÓN. Tras las aletas delanteras, el Mégane RS tiene una pequeña abertura a cada lado con la que se disipa mejor el calor de los frenos.
 ??  ?? ¿TE HAS FIJADO? El discreto alerón posterior y varios splitter de los paragolpes son de fibra de carbono, para reducir el peso al máximo.
¿TE HAS FIJADO? El discreto alerón posterior y varios splitter de los paragolpes son de fibra de carbono, para reducir el peso al máximo.
 ??  ?? UNA DELICIA. A través de la pantalla táctil, tenemos acceso al RS Monitor, que ofrece datos telemétric­os en tiempo real.
UNA DELICIA. A través de la pantalla táctil, tenemos acceso al RS Monitor, que ofrece datos telemétric­os en tiempo real.
 ??  ?? EN SU SITIO. Las únicas notas de color diferentes son los cerquillos en color cobre. Se agradece que la consola esté girada.
EN SU SITIO. Las únicas notas de color diferentes son los cerquillos en color cobre. Se agradece que la consola esté girada.
 ??  ?? PINTAZA. Las butacas está forradas íntegramen­te en Alcántara. Las del León mezclan cuero y Alcántara.
PINTAZA. Las butacas está forradas íntegramen­te en Alcántara. Las del León mezclan cuero y Alcántara.
 ??  ?? INTEGRADOS. León y Mégane cuentan con unos asientos delanteros tipo bacquet, con reposacabe­zas integrados.
INTEGRADOS. León y Mégane cuentan con unos asientos delanteros tipo bacquet, con reposacabe­zas integrados.
 ??  ?? SUAVE. Echamos en falta que la dirección del Mégane RS sea más precisa, ya que la elevada asistencia eléctrica ‘corta’ cualquier mínimo de informació­n.
SUAVE. Echamos en falta que la dirección del Mégane RS sea más precisa, ya que la elevada asistencia eléctrica ‘corta’ cualquier mínimo de informació­n.
 ??  ?? UN PLUS. El León Cupra R sí monta suspensión regulable en varios niveles. El comportami­ento varía entre la posición más confortabl­e y la más racing…
UN PLUS. El León Cupra R sí monta suspensión regulable en varios niveles. El comportami­ento varía entre la posición más confortabl­e y la más racing…
 ??  ?? SUS SELLOS. Las luces antiniebla en forma de bandera a cuadros son uno de los distintivo­s del Mégane RS. La pintura mate del León Cupra R de las imágenes vale 2.580 euros y se llama Gris Pirineos.
SUS SELLOS. Las luces antiniebla en forma de bandera a cuadros son uno de los distintivo­s del Mégane RS. La pintura mate del León Cupra R de las imágenes vale 2.580 euros y se llama Gris Pirineos.
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