Car and Driver (Spain)

Vértigo: Alfa Romeo 4C Coupé y Alpine A110.

Biplazas de la vieja escuela.

- # IVÁN MINGO CHRISTIAN COLMENERO

Una gota de mar en la mejilla, hielo en los labios, lluvia en los pies… Alpine y Alfa 4C nos demuestran que hay cosas en la vida que aún merece la pena vivir a flor de piel por el mero placer de nuestros sentidos; el mero placer de conducir

En una época en que la Coca-Cola es Zero, la cerveza no tiene alcohol, la leche viene de la soja y el azúcar se llama sacarina, ‘damos palmas con las orejas’ cuando asistimos al nacimiento de un deportivo… deportivo, en el que la conducción autónoma no aparece ni en su manual de instruccio­nes. Un sportcar de los de antes, de los que ruge como un diablo cuando lo arrancamos, corre como una bestia cuando pisamos el acelerador y nos llama de tú si descubre que no estamos a su nivel. Sus rivales los podemos contar con la mitad de los dedos de una mano; si nos olvidamos de Porsche y Audi por una cuestión de peso y concepción, llegamos a la conclusión de que Alfa Romeo y su mítico 4C es, junto a los extravagan­tes Lotus, los únicos enemigos a su altura.

La historia del A110 se remonta al año 1955, cuando se funda en Francia una pequeña marca de deportivos llamada Alpine en honor a los Alpes, medio ambiente para el que fueron concebidos. Entonces lanzan el A106 sobre la base del Renault GT4, al que siguió una serie de modelos con mecánica derivada de la firma del rombo que cosecharon un laureado palmarés en competició­n. Hace menos de una década Carlos Ghosn se planteó su resurrecci­ón colaborand­o con Caterham en el desarrollo de un deportivo que tendría en el bajo peso su razón de ser, proyecto que culmina en el A110, este precioso coche que tanto por estética como por mecánica hereda buena parte del ADN que vio nacer al afirma.

A la italiana sabe mejor

El Alfa 4C vio la luz en 2013 fiel a la larga tradición de ‘barchettas’ italianas, apostando también por una reducción de peso que roza lo obsesivo y provoca que la mayor parte del habitáculo esté sin guarnecer, dejando a la vista el bastidor ‘cuna’ de fibra de carbono desarrolla­do en colaboraci­ón con Dallara. Del mismo modo carece de algunos automatism­o impensable­s como la dirección asistida, lo que también ayuda a contener el peso en unos sorprenden­tes 995 kilogramos, lo que le permite arrojar una relación peso/potencia de 4,1 kilos/ caballo, una cifra que mejora ligerament­e los 4,3 kilos/caballo del Alpine.

En honor al año de fundación de Alpine, se fabricarán 1955 unidades del A110

El habitáculo del 4C parece huir de cualquier vestigio de comodidad. Sólo la butaca del conductor se desliza longitudin­almente y cuando conseguimo­s acceder hasta ella descubrimo­s que vamos literalmen­te pegados al suelo, como en un kart de carreras. No hace falta que busques huecos y espacios para poner la cartera o el móvil porque no los hay; lo más cómodo es dejar a nuestro acompañant­e en casa e irnos solos y usar su bacquet para dejar nuestras cosas, a fin de cuentas tampoco le vamos a escuchar, pues el ruido que llega hasta el habitáculo procedente del escape es atronador. En su interior es como si hubiéramos entrado en el universo Ferrari, como si estuviéram­os a los mandos de un mini-Ferrari que nunca llegó a ver la luz.

A su lado el Alpine es tan cómodo como una Scénic; el espacio disponible

es mayor y contamos con una guantera central debajo de la consola de buenas dimensione­s aunque de difícil acceso, dentro de la cual se encuentra la placa de numeración de nuestra unidad. La puesta en escena es magistral, con detalles como el excelente volante o la bandera francesa bordada en la puerta, aunque algunos de los componente­s nos recuerdan con demasiada obviedad a otros modelos Renault no tan exclusivos, como el módulo de climatizac­ión compartido con los Clio.

3,2,1… en marcha

Basta rozar el botón de arranque del Alpine para quedar seducidos por una melodía deportiva pero metálica y muy fina, nada de estridenci­as, una composició­n que cobra protagonis­mo cuando activamos el modo Sport o Track a través del botón rojo del volante, que hace las veces de selector de programas de conducción. El motor de la Espace parece cobrar un nueva vida a bordo del A110, es un verdadero glotón de aire que no para de dar ‘bocanas’ como un pez fuera del agua, dejándose escuchar con claridad a través de la admisión, un sonido tan adictivo como ya olvidado en la automoción actual.

Al arrancar el Alfa desatamos una tormenta de bramidos, toses, risas, carcajadas y carraspeos; una sinfonía del diablo a cambio de la cual estaríamos dispuestos a venderle nuestra alma. Es sencillame­nte increíble como atruena su motor, con una vehemencia que roza la insolencia; al fin y al cabo no entendemos para qué tenemos radio, porque es difícil escuchar ni las señales horarias.

Los dos mantienen las formas por obligación en la plaza de garaje, impaciente­s por pisar asfalto de verdad… Sobre el papel la fórmula es difícil de superar; motor trasero-central y un reparto de pesos del 38/62% en el 4C y del 44/56% en el Alpine, recurriend­o este ➥

Sus imágenes adaptan a la actualidad la esencia estilístic­a de Ferrari y Alpine

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