OJO AL DATO.
725 caballos, 0 a 100 de 3,6 segundos, velocidad máxima que ronda los 350 por hora… todas las cifras que rodean al Aston Martin Superleggera Volante son estratosféricas.
Parecía imposible dada la complejidad técnica que presentaba, pero los ingenieros de Aston Martin han creado uno de los descapotables más bellos y rápidos de la historia gracias al corazón que late bajo su capó, un V12 biturbo de ¡725 caballos! ¿Preparado para despeinarte?
La profesión de periodista de motor es la tuya si sabes guardar un secreto. Parte de nuestro trabajo consiste en ver cómo serán los coches meses antes de que se presenten al público y, a veces, conducirlos para dar nuestras impresiones a los ingenieros, por si hay algo que se puede mejorar antes de que el vehículo entre en la cadena de producción. Sea cual sea el caso, no podemos decir nada de las características o cómo va en marcha ese automóvil en cuestión debido al embargo informativo que se acuerda entre el medio de comunicación y el fabricante. Hay veces que nos piden retener nuestros teléfonos móviles para evitar filtraciones, al más puro estilo de la boda de Sergio Ramos y Pilar Rubio; en otras, basta con tapar las cámaras de los smartphones para evitar que alguien haga una foto y acabe en las redes sociales más populares.
El último embargo al que nos hemos enfrentado lo tienes ante ti. Aston Martin nos permitió conducir en exclusiva su nuevo DBS Superleggera Volante por Madrid y sus alrededores con la única condición de no publicar nada del ve
hículo… hasta ahora. Así que tenemos muchas ganas de contarte cómo es y cómo se comporta este supercar descapotable. ¿Estás preparado?
De arriba abajo
Para empezar, el DBS Superleggera Volante es uno de los cabrios más exclusivos y excitantes que jamás hemos conducido. Un automóvil capaz de despertar nuestros instintos animales sólo con verlo en parado, pues su silueta es muy 'bestia'. Y eso a pesar de que no se trata de un vehículo 100% nuevo, ya que toma la base del DB11, deportivo más pequeño y asequible de la casa británica. Para distinguir un modelo de otro, Andy Palmer, el director de diseño de la compañía, dijo literalmente a su equipo: "mi abuela, que es ciega, tiene que diferenciar un DBS de un DB11”. Y lo han logrado. Una parrilla más grande, tomas de aireación en el capó, detalles aerodinámicos específicos tras los pasos de rueda delanteros –cuidado al levantar el capó, pues son muy afilados…–. Al final, el DBS parece un coche totalmente diferente de su hermano menor y lo hace manteniendo su flema inglesa, con los faros ovalados y la ya mítica parrilla poligonal, aunque evolucionada respecto a la que montaban los Aston más clásicos de los 60 y 70. La zaga, en cambio, es más impersonal. Es tan distinta a lo visto anteriormente que cuesta asociarla a la marca británica, con unos pilotos ultrafinos que bien podrían ser los que monta cualquier deportivo creado por un fabricante artesanal del tipo Rimac, Zenvo o Gumpert.
En el interior también ha habido una actualización respecto al DB11, con una redistribución clara de mandos. No hay rincón que esté sin tapizar en cuero o en fibra de carbono en su defecto, pues existen varios paquetes que forran casi todo con estos exclusivos materiales aunque, sin ellos, el descapotable también muestra una factura exquisita. La distribución de mandos es muy similar al resto de los Aston Martin y, como es habitual, los botones de la transmisión automática están ubicados a media altura en la consola central, ya que los coches de la marca británica carecen de pomo al uso. El sistema de infoentretenimiento y el climatizador, así como buena parte de la botonera, son de ori- ➥
➥ gen Mercedes, así que resulta fácil de manejar. Ahora bien, un coche como éste debería montar la última evolución multimedia de la casa germana o uno más moderno, pues éste está anticuado y, a veces, es lento en el salto entre los diferentes menús disponibles. El toque tecnológico lo da el cuadro de mandos, totalmente digital con tres esferas que varían tanto el color de la instrumentación como los datos mostrados en función de qué programa de conducción se active: GT en tonos blancos y rojos en Sport y Sport+. Lamentablemente carece del funcional Head Up Display.
Comienza el destape
El DBS Superleggera Volante se diferencia de su hermano Coupé en el techo. Su mecanismo de accionamiento, que resta algo de espacio al maletero, y la serie de refuerzos adicionales para mantener la rigidez del chasis, como una barra entre las torretas de la suspensión delantera, aportan sólo 100 kilos de peso extra, dejando la cifra total por encima de 1.800 kilos, un valor contenido gracias al uso masivo de fibra de carbono, presente en buena parte del chasis. La capota tarda 14 segundos en guardarse y 16 en volverse a poner. Ambas operaciones se realizan a una velocidad máxima de 50 kilómetros/hora. Existe otra posibilidad para accionarla: fuera del coche siempre y cuando la llave telemática esté a una distancia máxima de dos metros. No es una de las capotas más rápidas en su funcionamiento, pero sí de las más cuidadas y sigilosas que hemos probado. Tiene una estructura tipo sándwich con ocho láminas de revestimiento que aíslan el habitáculo tan bien que, por momentos, pensamos que estamos en un coche totalmente 'cerrado'. Ni siquiera se aprecia el viento en las ventanillas laterales, lo que da valor al trabajo aerodinámico llevado a cabo en el descatapoble. En realidad, el DBS es un vehículo muy silencioso si se dejan a un lado tanto al poderoso V12 como al escape. A pesar de que monta unos 'rodillos' Pirelli P Zero en medida 265/35 delante y 305/30 R21 detrás, la calidad de rodadura es alta y los decibelios son contenidos hasta el punto de que tenemos el mismo nivel sonoro que en un supercompacto GTI.
Cuando decidimos circular descapotados a 120 kilómetros/hora, la cosa cambia radicalmente, pues entra mucho aire en el habitáculo. Con el deflector se reducen las turbulencias –anulan las dos pequeñas plazas posteriores–, pero tampoco nos permite tener una conversación con nuestro acompañante sin tener que alzar la voz; quién mire al conductor y al acompañante pensará que van discutiendo, pero nada de eso. Lo mismo sucede si quieres escuchar música: tienes que subir unos puntos el volumen de los ➥
El equilibrado chasis del Volante permite un paso por curva realmente veloz
➥ altavoces de la firma Bang&Olufsen, aunque corres el riesgo de convertirte en una discoteca móvil.
Hablando de viajes, este Aston Martin permite afrontarlos de forma placentera ya que estamos ante un auténtico Gran Turismo. Es cierto que esconde uno de los mejores motores del mundo y sus prestaciones son estratosféricas para tratarse de un cabrio –el 0 a 100 es de tan sólo 3,6 segundos y un punta de 339 kilómetros/hora–, pero el grado de comodidad que transmite es mucho más elevado del que imaginas. El único 'pero' está en los asientos, duros y más propios de un coche de carreras como el Aston Valkyrie. Con el paso de los kilómetros, nuestra espalda finalmente se mimetiza con el respaldo. Estas butacas rematadas en cuero pueden tener ventilación para refrescar el cuerpo en los días más calurosos, como los vividos en este verano. Es por lo único que podemos sudar, no porque el DBS Superleggera sea ingobernable… más bien todo lo contrario.
Ejemplo de sencillez
El Superleggera Volante puede asemajarse por comportamiento a un Audi R8 Spyder, pues es fácil ir rápido. Pero el caso del Aston es más significativo ya que tiene más potencia y carece de la tracción integral, todo un emblema en el supercar alemán. Esto último no es un impedimento para que el DBS consiga una elevada motricidad gracias al diferencial y la electrónica, lo que permite afrontar un tramo de curvas con garantías y en los que demuestra que es bastante ágil para su peso y anchura. El coche transmite al volante la confianza que necesitas para seguir acelerando y divirtiéndote. Sólo en el modo de conducción más deportivo, el Sport+, el Aston demuestra que a las gomas posteriores les cuesta digerir el elevado par motor que, además, sale a relucir desde bajas vueltas y en un amplio margen revoluciones. El V12 de 5.2 litros biturbo prácticamente tiene el par de un Ferrari LaFerrari sin necesidad de recurrir a hibridaciones. Se puede decir que el DBS Superleggera Volante es como los deportivos de antes en cuanto a mecánica, pero con la tecnología y las ayudas actuales. La caja de cambios, que va ubicada en el eje trasero para mejorar el reparto de pesos, cifrado en un 50:50, es capaz de engranar la octava marcha a tan sólo 80 kilómetros/hora, aunque también alcanza esa velocidad ¡en primera! Esta transmisión se maneja con unas grandes levas fijas hechas en fibra de carbono. Se trata de un convertidor de par que trabaja muy bien con el bloque biturbo, pero es cierto que el V12 funcionaría aún mejor con un doble embrague.
El sonido del escape del DBS es grave, bronco, parecido al que emite un Mercedes-AMG
Pero si la aceleración es tan bruta, la frenada lo es más. En Aston Martin han confiado en el poder de los frenos cerámicos y, efectivamente, la capacidad de detención está a la altura de las circunstancias. La resistencia a la fatiga incluso es sobresaliente en un vehículo como éste cuyo peso, recordemos, se aproxima a las dos toneladas. Tienen un tacto diferente a unos discos de hierro fundido tradicionales y necesitan de cierto período de adaptación por parte del conductor y de un calentamiento previo para que funcionen a la perfección.
Presentación top
Además de las prestaciones y del dinamismo, el DBS Volante es un coche elitista, con extras cuyo importe es prohibitivo para la economía del común de los mortales. Hablamos de los logos exteriores en fibra de carbono o la pintura tricapa Cosmos Orange, o la opción que permite que el tapón del depósito del aceite y el protector término del capó motor estén ¡bañados completamente en oro! Todo esto es posible gracias a la división Q, un departamento para el que no hay nada imposible, sólo los ceros de la cuenta bancaria del cliente. Así son capaces de crear una tapicería a juego con el último vestido animal print de Dolce&Gabbana o una pintura similar a los ojos claros de Anthony Hopkins. Lo que sea, pero pasando por caja.
Lo que está claro es que el DBS Superleggera Volante es uno de los descapotables más rápidos y exclusivos del planeta, llegando a sobrepasar los 400.000 euros a poco que se personalice, como le sucede a nuestra unidad. Lo único que podemos recomendar a quien tenga la suerte de conducir uno es crema solar para no quemarse y gomina para no despeinarse; a quien no, una apuesta al Euromillones…