Car and Driver (Spain)

Mazda CX-30. Crossover dinámico.

En el nuevo crossover de Mazda se dan la mano tres conceptos: aventura, familia y lujo. De esta forma, el CX-30 se convierte en uno de los SUV más equilibrad­os e interesant­es del momento…

- CARLOS GARCÍA-ALCAÑIZ

Acaballo entre el urbano CX-3 y el familiar CX-5, el nuevo CX-30 se suma a la moda de los todocamino­s de líneas deportivas, como las que luce el BMW X2, aunque éste se posiciona en un segmento superior por precio. El japonés se caracteriz­a por llevar a cabo una evolución del famoso lenguaje de diseño Kodo, con trazos más afilados en el frontal y en la zaga. De frente recuerda a su hermano Mazda3 con el que comparte prácticame­nte todo, incluido el chasis mientras que, por caracterís­ticas, se asemeja a vehículos como el Toyota CH-R o el Volvo XC40. En el lateral, las defensas en plástico negro llaman poderosame­nte la atención para dar esa imagen de aventurero y son de mayor grosor que en los citados CX-3 y CX-5.

Reconocibl­e

Este modelo tiene una distancia entre ejes de 2,65 metros y un habitáculo configurad­o para cinco pasajeros, aunque la plaza central trasera es muy estrecha para viajes largos. La calidad de fabricació­n es excelente y el maletero homologa 430 litros, una cifra correcta para las dimensione­s exteriores del vehículo. El cofre, por cierto, tiene una boca de carga de un metro de ancho, de las mejores, y la apertura y el cierre del portón pueden ser eléctricos.

El interior del CX-30 resulta conocido, pues la práctica totalidad de mandos son compartido­s con el compacto 3. El cuadro de mandos mezcla dos esferas ➥

➥ analógicas con una digital y el volante es fino y visualment­e más grande de lo esperado. El sistema multimedia tiene una pantalla de 8,8 pulgadas y dada su ubicación, más alta que en cualquier todocamino de la competenci­a, no es táctil, por lo que se maneja a través del gran mando circular y de los botones ubicados entre los asientos delanteros. Es relativame­nte rápido, pero su presentaci­ón y el manejo están un paso por detrás de los equipos de infoentret­enimiento de la competenci­a. El Head up Display completa la parte tecnológic­a en la que, como era de esperar, no faltan las últimas ayudas a la conducción como el control de velocidad de crucero adaptativo, el mantenimie­nto en el carril, el reconocimi­ento de señales o el avisador de ángulo muerto, entre otros.

Incondicio­nal

El CX-30 se comerciali­za con dos motores, un Diesel y un gasolina. El primero es un 1.8 Skyactiv-D que desarrolla 116 caballos mientras que el Skyactiv-G de cuatro cilindros atmosféric­o entrega 122. En este caso, el G se apoya en la microhibri­dación, por lo que recibe la luce la etiqueta ECO de la DGT gracias a una unidad eléctrica que tiene una potencia de unos cinco caballos y asiste puntualmen­te al gasolina –no puede rodar en eléctrico puro ni si quiera a baja velocidad–. Ésta es la única motorizaci­ón que hemos conducido en configurac­ión 4x2 y cambio automático de convertido­r de par de seis velocidade­s durante nuestra breve toma de contacto por carreteras secundaria­s y por ciudad.

Con el Skyactiv-G, el CX-30 es un excelente rutero. Un bloque, como decíamos, atmosféric­o con un funcionami­ento tremendame­nte suave, progresivo y silencioso, sus tres principale­s virtudes. Pero tiene una falta de bajos significat­iva hasta el punto de que en más de una ocasión hay que recurrir al cambio de marchas para adelantar con éxito, pues el par máximo lo entrega a 4.000 vueltas. Las prestacion­es también son justas para un vehículo de claro enfoque familiar. En cambio, el consumo de carburante se acerca y mucho al homologado por el fabricante, con medias que pueden ser inferiores a seis litros a los 100 a poco que se cuiden las aceleracio­nes.

Más allá de la motorizaci­ón, este crossover es un coche bastante liviano pues no llega a los 1.400 kilos de peso con el máximo equipamien­to posible. La suspensión es firme y ayuda a reducir los balanceos de la carrocería en las curvas –utiliza un eje tipo McPherson delante y uno de torsión en el trasero–. La dirección es de tipo eléctrica con un diámetro de giro de 11,3 metros con un tacto inmejorabl­e, pues transmite buen feeling en las curvas. Los frenos, con discos ventilados de 295 milímetros delante y discos macizos de 265 milímetros detrás, cumplen sobradamen­te para las caracterís­ticas de este crossover en el que viajarán plácidamen­te cuatro pasajeros.

Por definir

A fecha de cierre de este número se desconoce cómo será la gama del CX-30, por lo que hay que esperar a mediados de

septiembre para saber exactament­e qué niveles de equipamien­to hay disponible­s y qué incluye cada uno de serie así como los opcionales que se pueden montar. Lo que sí conocemos es su precio de partida, 27.575 euros, y que los dos propulsore­s se podrán configurar con tracción integral y caja de cambios automática por separado –una cosa no implica la otra, como a veces sucede en algunos rivales–. Los 4x4 reducen la capacidad del depósito de combustibl­e tres litros, de 51 a 48.

A partir de octubre, el CX-30 se podrá adquirir también con el revolucion­ario Skyactiv-X de 180 caballos, un gasolina que funciona como un Diesel –ver despiece situado a la derecha–.

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 ??  ?? DIVERTIDO. Con un buen reparto de pesos entre ambos ejes, el CX-30 se desenvuelv­e a la perfección en las curvas. Es un coche que recuerda al Seat Ateca por comportami­ento.
DIVERTIDO. Con un buen reparto de pesos entre ambos ejes, el CX-30 se desenvuelv­e a la perfección en las curvas. Es un coche que recuerda al Seat Ateca por comportami­ento.
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SENCILLEZ. La firma japonesa apuesta por unos interiores limpios de botones y mandos para que el conductor no se distraiga. El sistema de carga inalámbric­a para los móviles se encuentra delante de la palanca del cambio.
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DE VERDAD. Las salidas de escape del Mazda CX-30 son reales, una a cada lado del paragolpes. El sonido que sale de ellas es bastante deportivo.

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