Mercedes GLE. Estrena una suspensión que le permite salir airoso de zonas arenosas.
Mercedes quiere volver a ocupar su posición en el segmento de los grandes todocamino de lujo y lo hará con el GLE, uno de los SUV más avanzados y eficaces de toda su historia
Tuvimos ocasión de verlo fugazmente durante la presentación del Mercedes EQC en Oslo. ¿Qué hace aquí un GLE de los nuevos? "Pertenece a uno de los jefes, que lo ha traído expresamente desde Alemania", nos comentaban desde la organización muy de pasado para no robarle protagonismo al SUV eléctrico. Así que nos quedamos con las ganas de ver de qué era capaz… hasta ahora, porque lo hemos conducido dentro y fuera del asfalto. Sólo así podemos decir que el sucesor del Clase M es una maravilla. Su diseño es muy deportivo, sobre todo, visto de frente y bajo sus formas cuadradas se encuentra la tecnología más puntera del momento, con una lista de gadgets que abruma. Uno de estos sistemas es el que se conoce como Free Driving, que se asocia a la amortiguación neumática EActive, la tope de gama que cuenta con su propio sistema de alimentación de 48V. Gracias a esta función, el GLE bota literalmente como una pelota, lo que le permite salir de zonas muy complejas o tras quedarse empanzado en la arena.
Pero el GLE no vive sólo de electrónica. La habitabilidad es sensacional, con mención especial detrás, pues las mayores dimensiones exteriores del vehículo se traducen en centímetros extra para las piernas de los pasajeros. Esto mismo permite al GLE llevar una tercera fila de asientos, de uso testimonial todo sea dicho de paso –pack 3.140 euros–. El maletero es otro de los puntos clave de este gran todoterreno, pues cubica 630 litros con cinco asientos y puede llegar a 2.055 litros si se abaten todos salvo el del conductor y el del copiloto. La boca de carga es amplia y relativamente baja.
Con mucho poder
De las cuatro motorizaciones disponibles desde el momento de su comercialización, únicamente hemos tenido ocasión de conducir la 350 d 4MATIC de 272 caballos. Se trata de un propulsor bastante silencioso y muy progresivo hasta el punto de que, cuando aceleramos a fondo, echamos en falta que tenga algo más de pegada para
tratarse de una motorización con casi 300 caballos, pero tiene que arrastrar más de dos toneladas de peso, y eso, se paga. Por esto mismo, el consumo de carburante es un poco más alto que lo que refleja la ficha técnica, con medias de unos ocho litros a los 100. Por lo demás, es un excelente rutero en autopista, al más puro estilo Clase S, y se desenvuelve con mucho más descaro del esperado en circuitos offroad, como su hermano G.