Comparativa: Mazda CX-3 y Volkswagen T-Roc. Los crossover están de moda.
El renovado CX-3 potencia su lado más deportivo, perfecto para hacer frente al polifacético VW T-Roc
Cuando se lanzó en 2015, el Mazda CX-3 fue definido por la propia marca como “un nuevo tipo de SUV deportivo que supera las convenciones establecidas de clases y segmentos”. Y así fue, porque el CX-3 se convirtió en uno de los Mazda más populares. Ahora, a mitad de su vida comercial, estrena una levísima actualización en la que se han tenido en cuenta “las opiniones de los clientes, unas ideas que se han utilizado para reforzar el diseño y la tecnología” según se desprende del comunicado ofi
cial. En general, los propietarios están tan contentos que los comentarios han sido mínimos y así se refleja en los sutiles cambios en la imagen, hasta el punto de que cuesta diferenciar al anterior CX-3 del que nos ocupa. Y eso dice mucho de este vehículo, pues hay que reconocer que su silueta sigue siendo realmente moderna, sin renunciar por ello a la funcionalidad.
Una actualización discreta como decíamos pues las mejoras estéticas afectan a partes como la parrilla –ahora con ocho láminas–, las llantas y los pilotos traseros, que incluyen iluminación integral por led. Dentro sucede más o menos lo mismo, con molduras de mejor aspecto en la consola central y la colocación de un práctico apoyabrazos con cofre entre los asientos delanteros. La instalación de éste, por cierto, ha sido posible tras la eliminación de la palanca del freno de mano, ya que en su lugar se ha instalado uno de accionamiento eléctrico, que viene de serie.
Todas estas correcciones llegan ahora porque es cuando la competencia más ‘aprieta’, con rivales de la talla del VW TRoc, la gran apuesta de la marca alemana en el segmento del CX-3, un modelo de éxito y del que pronto conoceremos nuevas versiones, como una R de 300 caballos capaz de hacer un 0 a 100 por debajo ¡de seis segundos! y otra descapotable.
Era de esperar
Donde sí se percibe el paso del tiempo del CX-3 es en la habitabilidad. Peca de ser un coche poco espacioso para las generosas dimensiones exteriores, pero las formas curvas de la carrocería son
las que son y penalizan la habitabilidad. Las plazas traseras tienen cotas muy escuetas para dos adultos –la de altura es cinco centímetros inferior a la del TRoc– y el maletero ofrece un volumen más justo del esperado, pues un par de maletas caben justas. Además, no existe rueda de repuesto porque, en su defecto, va un gran subwoofer que, todo hay que decirlo, complementa al magnífico audio.
El T-Roc, en cambio, goza de una habitabilidad superior a pesar de ser cuatro centímetros más corto, pero es más ancho y alto. Este Volkswagen tiene un enfoque más familiar que su rival pues cuenta, entre otros, con más guanteras para dejar enseres personales, algunos centímetros más para las piernas de los ocupantes de atrás y una sen
sación de desahogo bastante superior, incluso con la opción de techo panorámico –1.240 euros–, que limita la altura interior. Hasta el acceso a las plazas posteriores es más fácil debido a que las puertas tienen un grado de apertura superior. Por último, el maletero tiene casi 100 litros más que su contendiente, a lo que hay que añadir que la boca de carga es más amplia –cuatro centímetros– y algo más baja –cinco centímetros– que la del Mazda.
Eso sí, el T-Roc ganaría definitivamente la batalla si contase con unos plásticos blandos que aportasen un plus de exclusividad al interior dado el precio del vehículo, pero todos son duros, aunque de excelente factura y con unos ajustes milimétricos. El Mazda, en este sentido, lo borda, pues usa una especie de recubrimiento que simula ser cuero negro en la parte alta del salpicadero. En el nipón sólo desentona el sistema multimedia a pesar de ser táctil, pues no es tan fácil de manejar ni el GPS tiene unos gráficos digamos que modernos, algo que hemos visto en el recién lanzado 3, aunque sí tiene conectividad Apple CarPlay y Android Auto. En el caso del T-Roc, el infoentretenimiento está más evolucionado y es más sencillo de utilizar gracias a una pantalla táctil de ocho pulgadas que queda muy a mano, aunque también tiene un ‘pero’: hay que desembolsar 700 euros por el navegador Discover Media. El alemán también lleva el cuadro de mandos digital Virtual Cockpit, al que estamos ‘enganchados’ dadas sus múltiples vistas y las distintas posibilidades de personalización.
¡Qué soltura!
El Mazda se enfrenta a un tramo de montaña con una sorprendente agilidad
Por tanto, has de saber que el CX-3 es más limitado en cuanto a usabilidad –si necesitas más espacio tendrás que dar el salto al CX-5–, pero es más vivo en cuanto a sensaciones. Así, desde el primer kilómetro, tenemos la percepción de estar a los mandos de un vehículo más compacto, bajo y deportivo de lo que en realidad es este Mazda.
Un dinamismo sobresaliente apoyado como está en un buen reparto de pesos y, sobre todo, en una suspensión más firme que la del Volkswagen. Ésta contiene las ya de por sí justas oscilaciones de la carrocería y, en combinación con las butacas de corte deportivo que lleva de serie, permiten que un tramo revirado, por pequeño que sea, se convierta en pura diversión.
Demasiado seca
Sólo echamos en falta que la amortiguación, una de las partes que, por cierto, se han modificado en esta actualización, sea un poco más blanda cuando el firme está en mal estado o al circular por ciertos tramos urbanos, repletos de badenes y resaltos. En estos casos sería perfecta una de dureza variable, pero carece de ella, lo mismo que le sucede a su rival. La dirección también es una delicia pues ha sido reprogramada para ofrecer una experiencia muy gratificante a la hora de girar el volante, con un tacto muy preciso que a veces nos recuerda a la del divertido MX-5.
El T-Roc no llega a transmitir en ningún momento esa deportividad de la que presume el CX-3. Es un coche mucho más comodón, creado para disfrutar en familia. La dirección eléctrica tiene una gran asistencia a baja velocidad y, afortunadamente, se endurece según cogemos ritmo. La suspensión es más blanda y siempre transmite un elevado grado de confort al pasaje demostrando que es un excelente rodador, como sucede en autopista. Además, los ruidos están mejor amortiguados que en el Mazda, como el de rodadura o el que llega del motor.
Pequeño plus
Y ya que hablamos de los propulsores, el del Volkswagen tiene mayor pegada pues tiene turbo y un par más elevado que, como era de esperar, sale a relucir a más bajas vueltas y en un amplio margen de revoluciones. Frente a esto, el bloque atmosférico del Mazda es muy lineal y se asocia a una transmisión automática de convertidor de par de seis relaciones. Su funcionamiento es suave, aunque puedes ahorrarte los casi 2.000 euros de más que hay que pagar por esta transmisión si no quieres la tracción integral AWD, ya que ambos vienen en el mismo pack y son
indivisibles. Un CX-3 4x2 con cambio manual también es una compra maestra si no necesitas el potencial que ofrece la tracción a las cuatro ruedas y prefieres disfrutar de un buen cambio manual. Ahora bien, el 4x4 permite exprimir todavía más las bondades del excelente chasis de este todocamino.
Con la caja automática, el CX-3 es algo más perezoso de lo esperado, lo que unido a un motor que necesita girar alto de vueltas, dan como resultado unas prestaciones por debajo de las que consigue el Volkswagen. Lo que sí nos gusta es el sonido del motor en aceleración pues tiene cierto toque racing, una melodía que de verdad recuerda a propulsores más potentes. El TSI de VW, bautizado como EVO –no tiene nada que ver con Mitsubishi–, tiene mayor ‘pegada’ que el 2.0 de Mazda, aunque nos ha parecido un bloque demasiado progresivo para la caballería que anuncia, lo que cada muy bien con la filosofía ‘relajada’ del T-Roc.
Curiosamente, el 2.0 del Mazda ha conseguido gastar prácticamente lo mismo que el 1.5 del Volkswagen, unos seis litros a los 100 en conducción tranquila y cerca de ocho si se practica una más deportiva. Al final este registro da razón a la firma japonesa que apuesta por propulsores atmosféricos a costa, eso sí, de tener peores prestaciones que el propulsor 1.5 TSI. El bloque alemán, en cambio, es un prodigio de la técnica pues añade hasta desconexión de cilindros, un mecanismo del que ya te hemos hablado en otras ocasiones y que apaga durante unos segundos dos de los cuatro cilindros para ahorrar combustible, siempre y cuando exista una baja demanda de potencia.
¿Qué buscas?
Lo que está claro es que el CX-3 es uno de los SUV compactos más ‘buscados’ del momento y lo va a seguir siendo tras este restyling, porque se han mantenido y potenciado aspectos como el precioso diseño exterior, el tacto de conducción y la calidad de fabricación. En el caso del VW, su T-Cross gana finalmente la batalla por un conjunto más equilibrado. Aunque su compra no es tan emocional, el diseño recuerda al de un todocamino ‘tradicional’ y la habitabilidad es a prueba de familias con uno o dos niños.