Comparativa: Citroën C4 Cactus y Skoda Scala. Polivalentes y asequibles.
Próximos en precio, potencia y capacidad, estos dos compactos son la solución a las necesidades de movilidad de la mayoría. En formato SUV o en formato tradicional, C4 y Scala ofrecen tantos argumentos positivos que es difícil no rendirse ante ellos
El lanzamiento del C4 Cactus en 2014 por parte de Citroën supuso el primer hito del nuevo rumbo iniciado por la marca de los dos chevrones en la búsqueda de una identidad perdida durante décadas con la llegada de modelos ausentes de personalidad y con elevado descuento. El Cactus suponía un intento por recuperar buena parte de la personalidad que había identificado a la firma en la década de los 60, 70 y 80, con el lanzamiento de coches arriesgados y tecnológicamente avanzadas. Las voluminosas protecciones de goma externas –airbump– eran una novedad absoluta en el mercado del automóvil, detalle con el que el primer Cactus supo ganarse una rápida identidad en el mercado. En 2018 la nueva generación del modelo ‘dulcificó’ su imagen reduciendo el tamaño de los mismos en paralelo a un aumento de la dotación tecnológica. Se dio prioridad a la comodidad con la introducción del concepto Citroën Advance Comfort, o lo que es lo mismo, un programa de la marca orientado a convertir a sus coches en los más cómodos del mercado dentro de su segmento. La clave estaba en una profunda mejora de la insonorización, los asientos y en el uso de unos novedosos amortiguadores de topes hidráulicos que hacían las respuestas de los coches extremadamente cómodas, tanto en compresión como en extensión.
Fruto de esta evolución, nos encontramos ante un C4 Cactus muy interesante tanto por un precio muy razonable como por una habitabilidad muy cuidada y elaborada que además admite un buen nivel de equipamiento, todo ello culminado
por una estética que no deja indiferente y además ofrece un elevado grado de personalización en materia de colores.
Frente a él, el nuevo Skoda Scala, un modelo que supone la entrada de la firma checa en el segmento de los compactos puros, pues el Spaceback, modelo al que sustituye, era más un derivado de un utilitario que un compacto puro. Para ello recurren a la misma plataforma de los Seat Ibiza, VW Polo o T-Roc; toda una declaración de intenciones. La prioridad es ofrecer uno de los interiores mejor aprovechados del segmento en materia de habitabilidad. Con el metro en la mano podemos corroborar que lo han logrado, pues sus cotas delanteras y posteriores igual, sino mejoran, las de los mejores coches de su segmento; donde encontramos rivales de la talla del Ford Focus, el Renault Mégane o el Peugeot 308.
Diferente formato
Mientras que el Scala es un compacto puro, el Cactus milita en el segmento de los vehículos tipo SUV compactos, pero basta un vistazo a su ficha técnica para comprobar que la duda entre uno y otro resulta más que razonable, sobre todo si valoramos los precios y los motores disponibles en las gamas de ambos modelos. Estéticamente es innegable que el atractivo del Citroën es superior, sobre todo si tenemos en cuenta la amplia paleta de colores y combinaciones, que tiene continuidad en un habitáculo que ofrece cinco ambientes diferentes a elegir. Como es tradicional en el Grupo VW, la apuesta del Skoda es mucho más racional, aunque la filosofía Simply Clever de la firma le lleva a disponer de las socorridas solucio
nes funcionales casi mágicas; hablamos de detalles como el paraguas escamoteado en el lateral de la puerta o la rasqueta quitahielo junto al boquerel de la gasolina.
En materia de espacio, y pese a que el Skoda mejora las cotas del Citroën, es de justicia quitarse el sombrero también ante el Cactus, pues su espacio interior es más que correcto y además ofrece mejor acceso al mismo gracias a sus puertas mayores y a su superior altura.
Dentro nos encontramos con lo que cabe esperar, materiales con algo más de calidad en el Skoda pero muy serios y casi aburridos, que contrastan con el interior del Citroën en el que el aire desenfadado y las soluciones arriesgadas son la nota dominante, aunque echamos en falta elementos tan funcionales como el cuentavueltas, los asideros de sujeción en el techo o sistema de apertura convencional para las ventanillas posteriores, que siguen siendo de compas. En materia de equipamiento la ventaja es clara para el checo, si tenemos en cuenta que incorpora las últimas novedades tecnológicas de la firma, incluidos faros led adaptativos, suspensión regulable o cambio DSG; opcionales que le permiten contar con las últimas novedades del mercado. No ocurre así en materia de seguridad, pues la reciente puesta al día del Cactus le ha permitido recibir sistemas como la frenada de emergencia, el aviso de tráfico cruzado y de ángulo muero o incluso el asistente Grip Control que en colaboración con neumáticos de tipo M+S mejora la tracción al circular sobre firmes deslizantes, ‘supliendo’ la acción de un hipotético sistema de tracción integral.
Basta tomar asiento en el C4 Cactus para descubrir que todo en este coche tiene un tacto ‘peculiar’ como muy blando y amortiguado, algo que lejos de ser un inconveniente se convierte en un aliado conforme pasan los kilómetros. Queda claro que el programa Advanced Comfort se deja notar, con un tacto de conducción extremadamente suave y un habitáculo muy bien insonorizado. En autopista te va ganando conforme pasan los kilómetros por la excelente comodidad que ofrece su suspensión, que parece ‘acunarnos’ frente a las irregularidades. En zonas viradas la carrocería inclina algo más de lo deseable, y apenas existen los deslizamientos de la carrocería aunque parezca que son inminentes. El cambio cumple de forma correcta pese a unos recorridos un tanto largos de la palanca mientras que el motor sorprende por empuje y consumos, siempre que tengamos claro lo que son 110 caballos, todo ello sin que se deje notar en ningún momento que se trata de un bloque de tres cilindros.
Más riguroso e incluso ‘aburrido’ en su rodar, el Skoda cumple a la perfección como compañero de ruta tanto en ciudad, aunque es algo menos manejable que el C4, como en carretera, donde trasmite un elevado grado de confianza, con unas reacciones ligeramente subviradoras en zonas montañosas, pese a las que podemos mantener ritmos más elevados que en el Citroën. El motor da la sensación de andar más que el del C4, pese a su exigua ventaja de potencia, acompañado además por el conocido cambio DSG de doble embrague que es una verdadera maravilla en su funcionamiento.