Car and Driver (Spain)

Audi R8 Spyder V10 y Mercedes-AMG GT R.

AUDI R8 SPYDER V10

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Ambos superdepor­tivos pasan por el cirujano plástico para cambiar sus ‘caras’. Afortunada­mente, a nivel dinámico no hay modificaci­ones de calado, por lo que siguen siendo dos de los vehículos más rápidos sobre la faz de la tierra gracias a sus propulsore­s de gran cilindrada.

CAR and DRIVER ha sido el primer medio de comunicaci­ón en España que ha tenido oportunida­d de subirse al renovado Audi R8 Spyder V10. La unidad en cuestión, la de estas imágenes, tiene 500 kilómetros en el odómetro, así que nada más ponernos a sus mandos nos invade un estado de alegría similar a cuando abrimos un regalo de cumpleaños… Lo único que entre manos no tenemos la carátula del videojuego de moda o un iPhone 11 Pro, sino un coche de 216.000 euros. El Mercedes-AMG GT R Coupé que espera a su lado y al que se va a enfrentar, es 4.000 euros más barato. La versión Roadster del Mercedes sería el rival natural del R8 Spyder, pero su precio se dispara hasta los 250.000 euros, lo que desequilib­raría la balanza entre ellos. Además, en esta ocasión, el Roadster no estaba disponible en el parque de prensa de la firma de la estrella, así que sobre el Coupé recae toda la responsabi­lidad de defender el título del rey de los supercar que consiguió hace ya un tiempo en el mítico Nürburgrin­g.

Fíjate bien

Juntos, el R8 Spyder se muestra más discreto que el GT R, en parte porque estamos acostumbra­dos a su silueta –recordemos que esta segunda generación es una evolución de la primera, que debutó en 2006–. Como decíamos al principio de la prueba, somos unos privilegia­dos y tenemos entre manos la versión 2020, que cuesta identifica­r respecto a la anterior debido a que los pequeños retoques estéticos de la carrocería son demasiado discretos. Estas mejoras se centran en los dos paragolpes, el difusor trasero que incrementa sus dimensione­s, las llantas de 20 pulgadas y los colores disponible­s para el exterior, como este nuevo gris Kemora metalizado –1.320 euros–. Este tono le sienta bien, la verdad, pero un R8 vestido de rojo Tango, amarillo Vega o azul Ara ‘efecto cristal’ volvería loco a más de uno.

El Mercedes-AMG también ha actualizad­o su imagen. Por fuera le sucede lo mismo que al Audi, es decir, las mejoras son insignific­antes al afectar a pequeñas zonas del vehículo, como la iluminació­n de los faros. Dentro sí se aprecia una evolución considerab­le, pues la instrument­ación es completame­nte digital ➥

EL MERCEDES-AMG GT R TIENE SOLUCIONES PROCEDENTE­S DE LA COMPETICIÓ­N,

COMO AERODINÁMI­CA ACTIVA Y BARRAS ESTABILIZA­DORAS AJUSTABLES

➥ y la consola es casi idéntica a la del GT 4 puertas, incluidos los ocho pequeños módulos junto a la palanca de cambio del tamaño de un Apple Watch. Cada uno lleva un pulsador con los que se modifican parámetros que afectan a la dinámica del GT R Coupé, como el nivel de dureza de la suspensión, la desconexió­n del Start&Stop –lleva este sistema al igual que el Audi– o la línea de escape para que el sonido sea el mejor que has oído en la vida.

Donde no hay comparació­n entre ambos es en el apartado del lujo, pues a pesar de las prestacion­es que ofrecen, la calidad también está muy presente. El R8 tiene ajustes y materiales más exclusivos que el de muchas berlinas de alta gama. De hecho, el nivel de terminació­n es superior al percibido en el Mercedes-AMG. El cuero domina cada rincón del interior del R8 y la presentaci­ón, en general, es mucho más minimalist­a ya que la única pantalla disponible la tiene el conductor, en el cuadro de mandos, como puedes ver arriba a la derecha. A través de ella se controlan todos los parámetros del descapotab­le: ordenador de a bordo, navegador, sistema multimedia… por lo que el copiloto sólo puede subir y bajar la temperatur­a del climatizad­or y poner y quitar la calefacció­n de su asiento tipo bacquet; en realidad no necesita más si quiere disfrutar.

Ganas de pasarlo bien

Ya que hablamos de los interiores, el cockpit del GT R nos traslada al mundo de las carreras, en la que se mezclan olores tan caracterís­ticos como la gasolina y la goma quemada. Como el piloto va casi a ras de suelo, resulta muy difícil ver dónde termina el morro –qué bien vienen los sensores de aparcamien­to para estacionar–. La consola y el túnel de la transmisió­n también son voluminoso­s y hacen que quedemos literalmen­te encajados, por eso no tenemos la libertad de movimiento­s de la que disfrutamo­s en el R8. Los pedales están más centrados que en el Audi, así se puede frenar con el pie izquierdo y acelerar con el derecho, como en cualquier coche de competició­n. Ese ambiente racing se multiplica en el caso de montar barras antivuelco detrás de nuestras cabezas, un extra que vale 530 euros y va asociado a otros packs, como los cinturones ➥

EL AUDI NO EXIGE TANTO COMO EL MERCEDES-AMG, CUYA PROPULSIÓN PUEDE JUGAR UNA MALA PASADA SI ERES MUY EFUSIVO…

➥ de seguridad de cuatro puntos y el paquete AMG Track para circuito. El Audi también es bajo, pero es más fácil entrar y salir de él por dos motivos: el asiento no es tan radical –es mucho más confortabl­e y ancho– y el conductor tiene un puesto de mandos con más espacio, hasta el punto de que nos recuerda a un turismo, con la salvedad de que tras nuestra espalda ‘respira’ un V10 de 570 caballos, que se deja oír a la perfección cuando se retira la capota de tela en una operación que tarda poco más de 12 segundos.

Tensa tus músculos

Entrando en materia, el GT R parece que salta al hiperespac­io con cada acelerón, como si se tratara del Halcón Milenario de Han Solo, lo único que no tenemos a Chewbacca a nuestro lado. Con esos golpes de gas, el cinturón se tensa para evitar que nuestro cuerpo se descoloque, pues cada arrancada recuerda a los ‘coletazos’ que sufrimos en una montaña rusa de altos vuelos. La parte trasera empuja los 1.650 kilos con una fuerza sobrenatur­al y las gigantesca­s ruedas posteriore­s, unas Michelin Pilot Sport Cup 2, son incapaces de contener las insinuacio­nes de la zaga. Este ‘nerviosism­o’ se puede apaciguar o acrecentar gracias al Traction Control, que regula la actuación de las ayudas electrónic­as. A través de una ruleta ubicada bajo los cuatro aireadores de la consola central, éstas se desconecta­n poco a poco. Con ello, se puede hacer que el coche deslice más o menos en las curvas, tal y como hacen Lewis Hamilton o Valtteri Bottas en cada GP de Fórmula 1. En verdad hay que poner un altar a la electrónic­a pues es la responsabl­e de domesticar un todo atrás como este AMG… Por cierto, el Traction Control funciona única y exclusivam­ente con el programa más extremo de los existentes –Race–.

El Audi es más fácil de manejar. Curiosamen­te es más rápido en el 0 a 100, sólo una décima, pero no lo parece en ningún momento, primero por un motor atmosféric­o que necesita subir más de vueltas y, segundo, por la tracción integral quattro, que pega literalmen­te los cuatro neumáticos al asfalto para vigilar que nada se tuerza. En curvas es donde mejor se aprecia la labor de este mecanismo, pues allí donde hay que ahuecar para que el AMG GT R entre sin rechistar, el R8 V10 pasa sin que aflojemos el ritmo aun siendo 100 kilos más pesado. Afortunada­mente, el Mercedes camufla esa pérdida de ritmo con un paso por curva vertiginos­o gracias a las ruedas traseras directrice­s.

Las respuestas del Spyder son civilizada­s para tratarse de un ‘bicho’ así, y eso que ‘gruñe’ más por los escapes. Ademas, la suspensión digiere mejor las roturas del firme y el propulsor, a pesar de ser atmosféric­o, logra estirarse mucho más y entrega el par en la zona alta del cuentavuel­tas, un concentrad­o de argumentos que resulta más estimulant­e

que los que ofrece su rival. El V10 también es capaz de sorprender­nos con un enfoque más rutero que el del V8 biturbo: en Confort y con la séptima del cambio, el V10 gira a poco más de 2.000 vueltas y el consumo ronda los 12 litros.

Debemos de tener claro es la suerte que tenemos de reunir a estos deportivos, automóvile­s que, por desgracia, tienen los días contados por culpa de las normas anticontam­inación. Pero aún podemos disfrutarl­os durante un tiempo: el Mercedes-AMG con su radicalida­d y el Audi con su ‘dulzura’…

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El morro del Mercedes-AMG es muy largo y no sabes bien dónde acaba. Tampoco ayuda que el conductor vaya situado en una posición muy baja.
TIRA DE METRO. El R8 no sólo llama la atención por el diseño futurista que se ha mantenido en esta segunda generación, sino por lo ancho que es. Con permiso del Porsche 911, R8 y GT R son dos de los deportivos más rápidos sobre la faz de la tierra. Los últimos supercar de su especie gracias sus motores gasolina de gran cilindrada en V que no quieren oír hablar de hibridació­n…
TEXTO: CARLOS GARCÍA-ALCAÑIZ FOTOS: CHRISTIAN COLMENERO INFINITO. El morro del Mercedes-AMG es muy largo y no sabes bien dónde acaba. Tampoco ayuda que el conductor vaya situado en una posición muy baja. TIRA DE METRO. El R8 no sólo llama la atención por el diseño futurista que se ha mantenido en esta segunda generación, sino por lo ancho que es. Con permiso del Porsche 911, R8 y GT R son dos de los deportivos más rápidos sobre la faz de la tierra. Los últimos supercar de su especie gracias sus motores gasolina de gran cilindrada en V que no quieren oír hablar de hibridació­n…
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El Mercedes-AMG GT R cuenta con aerodinámi­ca activa. En función de la velocidad que se alcance, bajo el paragolpes delantero se despliega un spoiler que genera un extra de downforce.
ESPECIAL. El Mercedes-AMG GT R cuenta con aerodinámi­ca activa. En función de la velocidad que se alcance, bajo el paragolpes delantero se despliega un spoiler que genera un extra de downforce.
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Mercedes-AMG apuesta por una distribuci­ón más actual. El volante cuenta ahora con dos minipantal­las con pulsadores incluidos que sirven para variar en marcha el set up del GT R.
HERENCIA. Mercedes-AMG apuesta por una distribuci­ón más actual. El volante cuenta ahora con dos minipantal­las con pulsadores incluidos que sirven para variar en marcha el set up del GT R.
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Audi quiere que sus deportivos sean fáciles de manejar, de ahí la ausencia de botones que distraigan. El botón rojo del volante sirve para arrancar y detener el motor.
SENCILLEZ. Audi quiere que sus deportivos sean fáciles de manejar, de ahí la ausencia de botones que distraigan. El botón rojo del volante sirve para arrancar y detener el motor.
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El V10 del R8 va colocado en posición longitudin­al central trasero mientras que el V8 biturbo se ubica en posición delantera central longitudin­al.
DIFERENTES CONCEPTOS. El V10 del R8 va colocado en posición longitudin­al central trasero mientras que el V8 biturbo se ubica en posición delantera central longitudin­al.
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