AUDI S8 TFSI quattro
Jamie Green hace de chófer. Apoya el brazo en el marco de la ventanilla y charla animadamente con nosotros, que vamos acomodados en los asientos traseros, disfrutando de un ambiente lujoso y exquisito. El rictus del británico varía cuando le pedimos que dé un poco de gas. Como si acabara de recibir una orden de su ingeniero de pista, su cuerpo se tensa y cambia hasta la forma de mirar. Parece que va a buscar una nueva victoria en el DTM, donde compite actualmente con un RS 5 –ha conseguido 19 triunfos, lo que lo sitúa como uno de los mejores del campeonato–. Su acelerón nos pilla en un renuncio y el mareo no tarda ni un segundo en aparecer. Aunque este Audi pesa 2,3 toneladas y mide más de cinco metros de largo, es más rápido y efectivo que el primer R8 de la historia. Eso para empezar.
En verdad, el S8 tiene una conducción placentera, propia de un GT. La suspensión hace que tengamos la sensación de no haber conducido un coche como éste. Es neumática y cuenta con una función por la cual, cada vez que aceleras a fondo, desaparece el característico ‘caballito’ del eje delantero; lo mismo sucede con las frenadas fuertes: la trasera de este Audi no tiende a levantarse. En las curvas, el coche mantiene una horizontalidad a la que tampoco estamos acostumbrados, de ahí que nuestro cuerpo inconscientemente se incline hacia el lado correspondiente. Todo esto se traduce en una falta de información al volante a la que tenemos que adaptarnos para prever las reacciones de este transatlántico.
Otra función de la suspensión es la que adapta los amortiguadores instantes antes de pasar por resaltos, algo que hace gracias a una cámara frontal ubicada a la altura del espejo retrovisor interior. No llega al nivel de la Magic Body Control de Mercedes, pero permite pasar por los badenes a una mayor velocidad y sin que el pasaje se incomode. También se eleva cinco centímetros cada vez que vamos a entrar en el coche para que sea más fácil acceder al habitáculo. Cuando sube ¡parece que estamos ante un S8 Allroad! Esta amortiguación neumática, junto con la dirección dinámica a las cuatro ruedas, la tracción integral y el diferencial deportivo hacen que el S8 tenga una capacidad de moverse que literalmente asusta, aunque no logran camuflar cierto subviraje, como hemos comprobado por las ratoneras carreteras de Montserrat.
¿Y qué sería de todo esto sin un buen equipo de frenos? Las unidades disponibles en la presentación del modelo montaban los carbocerámicos opcionales, con un diámetro de 420 milímetros delante y 370 milímetros detrás –unos 10.000 euros–. La frenada es igual de vertiginosa que la aceleración y muy necesaria para detener a semejante ‘bicharraco’. Por tacto no difieren en exceso a unos frenos tradicionales de hierro fundido. De fading ni rastro tras un uso intenso.
Por último, queremos hablarte del consumo de carburante. Es cierto que quien conduzca un S8 tiene cierta despreocupación al respecto, pero sorprende que, en una marcha tranquila, este Audi gaste aproximadamente los 11,3 litros a los 100 que homologa en ciclo WLTP, en parte por la ayuda del sistema mild hybrid de 48 voltios con batería de ion litio de 0,47 kWh –tiene etiqueta Eco–. También por la desconexión de cilindros cuando se llanea, pues una bancada se queda literalmente en stand by. Pero en una más deportiva esa cifra se duplica… como mínimo.
¿Te animas?
Para conocer el precio y el equipamiento de serie del S8 en el mercado español hay que esperar unas semanas, pues en Audi siguen trabajando para ajustarlo. Nos puede servir de referencia el PVP en el mercado alemán, que ronda los 140.000 euros, pero ya adelantamos que en nuestro país será ligeramente superior, primero por fiscalidad y, segundo, por mayor equipamiento de serie.
JASON STATHAM PODRÍA CONDUCIR EL S8 EN LA NUEVA PELI DE “TRANSPORTER”. LA REALIDAD ES QUE ES COCHE PARA EMPRESARIOS Y POLÍTICOS