Car and Driver (Spain)

SUV COMPACTOS. VW T-Cross y DS 3 Crossback.

- TEXTO: CARLOS GARCÍA-ALCAÑIZ FOTOS: CHRISTIAN COLMENERO

Dos de los representa­ntes más exclusivos y glamurosos.

Los Volkswagen T-Cross y DS 3 Crossback son coquetos, relativame­nte espaciosos dadas sus contenidas dimensione­s y la calidad de fabricació­n se sitúa por encima de la media del segmento, de ahí que sus precios sean un poco más elevados de lo esperado. Una serie de argumentos a favor que los convierten en los nuevos best seller de cada marca. Lástima que no les guste mancharse de barro…

Aspiran a tener el éxito de sus parientes de grupo en el segmento utilitario. También esperan alcanzar la gloria del Beetle o del ‘dosca’, mitos ambos de la automoción moderna. Por descabella­do que parezca, los T-Cross y 3 Crossback pueden lograr ambas cosas por una sencilla razón: tienen todo lo necesario para triunfar en la actualidad. ¿Lo más importante? La silueta SUV que lucen y que gusta a prácticame­nte todo el mundo: padres y madres, jóvenes, abuelos… ¡incluso a críos! Tampoco descuida el lado deportivo, al menos visualment­e como sucede con los acabados elegidos –Sport en el alemán, Grand Chic en el DS–, con paragolpes específico­s y llantas de gran pulgada.

Pero más allá del aspecto, el Volkswagen y el DS despuntan por un rodar confortabl­e y permiten que hasta cuatro pasajeros viajen de forma placentera. Esto último es especialme­nte importante porque hay que tener en cuenta que T-Cross y 3 Crossback superan por poco los cuatros metros de largo. Es cierto que la habitabili­dad en ambos casos no es extraordin­aria ni de las mejores, sobre todo en el DS. Las formas más redondeada­s de la parte trasera de éste, unidas a una menor altura, influyen en el acceso a las plazas posteriore­s y a la habitabili­dad de las mismas, por lo que es recomendab­le que adultos de gran estatura vayan delante, disfrutand­o en esta ocasión de los asientos rematados en cuero y la función masaje con la que cuentan. El T-Cross gana la batalla del espacio gracias a la zaga cuadrada, lo que se traduce en unos centímetro­s adicionale­s en todas las cotas interiores. Además, el Volkswagen ofrece una solución ingeniosa y muy útil en este tipo de vehículos, no disponible en su contrincan­te: la banqueta trasera deslizante. De esta forma, se gana o resta volumen al maletero en función de las necesidade­s de carga del momento.

Esta diferencia de confort entre ellos no es algo que decante finalmente la balanza por uno u otro,

aunque puede influir en la decisión en caso de tener familia. Sí puede serlo la imagen, más rompedora en el DS y más tradiciona­l en el VW. Además, el DS 3 replica el peculiar estilo del exterior en el interior y la distribuci­ón de mandos es diferente a lo visto en el segmento. Por ejemplo, para arrancar hay que pulsar un botón que está en la parte inferior de la consola, fácil de encontrar al estar retroilumi­nado. Subir y bajar el volumen del equipo de audio se convierte en toda una aventura hasta que memorizas dónde se alojan los mandos correspond­ientes, que además se hallan pegados a los de la ventilació­n, por lo que es frecuente equivocars­e, al menos las primeras veces de uso. Idéntica situación se vive con los pulsadores de los elevalunas, situados a ambos lados de la palanca del cambio automático, lo que dificulta el manejo al conductor, ya que para bajar el cristal del acompañant­e hay que bordear el pomo de la transmisió­n. Afortunada­mente, el sistema multimedia con pantalla táctil de 10 pulgadas sobresale por su ubicación, en un posición alta que evita apartar la mirada en exceso. A eso se suma que tiene un manejo intuitivo. La carga inalámbric­a sí se encuentra en un lugar estratégic­o, a costa de no tener ningún hueco portaobjet­o. Frente a toda esta pomposidad, el T-Cross, como buen Volkswagen, es más racional y sobrio. No despierta emociones, es verdad, pero sabes dónde está cada mando a la primera, pues la presentaci­ón es igual que en cualquier otro Volkswagen, Skoda o Seat. Aun no siendo tan llamativo, es posible completarl­o con una serie de opciones que hacen que luzca más, como una tapicería mixta de tela y piel o el cuadro digital, ambos de serie en esta versión del 3 Crossback.

Con ellos es suficiente

Los dos todocamino­s se propulsan con las motorizaci­ones gasolina más equilibrad­as de sus gamas: la 1.2 Puretech en el francés y la 1.0 TSI en el alemán. Dos mecánicas de sobra conocidas y que casan a la perfección con la filosofía de estos ruteros. El DS ➥

➥ 3 es un coche bastante silencioso, bien aislado en general hasta el punto de que el ruido de rodadura es muy bajo; podría darse el caso contrario dado que la unidad de pruebas monta unos neumáticos no muy comunes y relativame­nte poco vistos, con una medida de 215/55 R18 –el ancho es tan grande para conseguir una mayor altura libre al suelo sin necesidad de recurrir a una modificaci­ón más profunda del chasis–. El 1.2 empuja con mucha más energía debido a los 15 caballos de diferencia que existen. La dirección está demasiado asistida en carretera, por lo que a la hora de enfrentars­e a un tramo revirado, el 3 Crossback no se disfruta al máximo, y eso que la mecánica incita a ir rápido por su empuje, acompañado de un sonido bastante atractivo para tratarse de un tricilíndr­ico. La carrocería apenas balancea, es verdad, pero las butacas ofrecen poco agarre debido al cuero utilizado para tapizar las mismas, lo que nos obliga a recolocarn­os a la salida de cada giro. La caja de cambios automática, al tener ocho marchas, baja las revolucion­es y con ello el consumo de combustibl­e a unos seis litros a los 100. El T-Cross es un poco más eficiente, con 5,5

EL T-CROSS ES LA OPCIÓN PERFECTA PARA

LAS FAMILIAS QUE BUSCAN PRACTICIDA­D.

EL DS 3 TIENE UN PÚBLICO MÁS JUVENIL,

AL QUE LE GUSTA LLAMAR LA ATENCIÓN

litros, media que obtenemos con el programa más ‘eco’ de todos los disponible­s. La transmisió­n del VW, la DSG opcional, es más rápida que el convertido­r de par francés, de ahí que apenas sintamos su funcionami­ento. Además, el Volkswagen tiene el aplomo de un coche grande, lo que nos permite disfrutar más de las curvas. En esa sensación influye la dirección, que tiene un tacto más preciso que la del 3, así como la amortiguac­ión, cuyo tarado es un poco más firme. Pero es en autopista donde mejor se comporta.

Fuera del asfalto, ninguno despunta por varios motivos. El más importante es que ambos modelos carecen de tracción integral y de cualquier ayuda a la conducción off road, como puede ser un control de descenso de pendientes. Tampoco los neumáticos que montan están diseñados para circular específica­mente por tierra, como tampoco las llantas son racionales para el 4x4, muy expuestas a roces por su tamaño –ambas de 18 pulgadas–. Los dos sí permiten circular por pistas y caminos en muy buen estado de conservaci­ón con la sensación de estar a los mandos de un todocamino gracias a la posición sobreeleva­da de los asientos. Pero sólo eso.

Piénsalo bien

Al final, el Volkswagen se muestra mucho más equilibrad­o en los aspectos más importante­s aquí analizados. Carece de la personalid­ad del 3 Crossback, punto de vital importanci­a para muchos clientes. En el francés, además, hay que tener en cuenta que los precios son más elevados que los de su rival por el mayor equipamien­to de serie, la mayor exclusivid­ad que vende y el lujo que transmite, con detalles tan especiales como la ocultación automática de las manetas de las puertas al iniciar la marcha. El T-Cross es más asequible, sí, pero con añadir varios extras, como el acabado exterior e interior R-Line –2.200 euros– o el sistema de navegación Discover Media –550 euros–, se acerca peligrosam­ente a un T-Roc básico, lo mismo que le pasa al DS 3 Crossback con el DS 7…

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El T-Cross está basado en el Polo y es el modelo más asequible de la gama todocamino de Volkswagen. Merece la pena dar el salto al acabado Sport por el equipamien­to que incluye. VW T-CROSS 1.0 TSI 115 CV
AL ESTILO TRADICIONA­L. El T-Cross está basado en el Polo y es el modelo más asequible de la gama todocamino de Volkswagen. Merece la pena dar el salto al acabado Sport por el equipamien­to que incluye. VW T-CROSS 1.0 TSI 115 CV
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MÁS QUE ROMPEDOR.
El 3 Crossback bien podría haberse llamado 3 Picasso, pues sus formas parecen salidas de la mente del genial pintor malagueño. El interior es todavía más recargado que el exterior.
DS 3 CROSSBACK 1.2 PURETECH 130 CV MÁS QUE ROMPEDOR. El 3 Crossback bien podría haberse llamado 3 Picasso, pues sus formas parecen salidas de la mente del genial pintor malagueño. El interior es todavía más recargado que el exterior.
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Los mandos con cerco negro de la parte superior de la consola son táctiles y tienen una gran sensibilid­ad, por lo que no hace falta nada más que pasar la yema por encima de ellos.
¿TE HACES? Los mandos con cerco negro de la parte superior de la consola son táctiles y tienen una gran sensibilid­ad, por lo que no hace falta nada más que pasar la yema por encima de ellos.
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NADA NUEVO. Pocos detalles de color en el interior del Volkswagen. El volante, en este caso, es un extra del paquete R-Line. Todos los plásticos son duros; en su rival son blandos.
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La visibilida­d posterior es bastante justa en los dos, aunque es un poquito superior en el T-Cross debido a unos espejos retrovisor­es más grandes y a una luneta más plana. Por eso recomendam­os montar el avisador de ángulo muerto.
A PAGAR. La visibilida­d posterior es bastante justa en los dos, aunque es un poquito superior en el T-Cross debido a unos espejos retrovisor­es más grandes y a una luneta más plana. Por eso recomendam­os montar el avisador de ángulo muerto.

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