Pierde el techo, gana emoción
Volkswagen pone a la venta el T-Roc Cabrio, un todocamino que al igual que parte de los mejores y exclusivos descapotables del planeta, tiene cuatro plazas y utiliza un techo de lona escamoteable para que sus ocupantes se luzcan en la ciudad o en la playa, y si hace falta, en las escapadas off road…
Nissan fue la primera marca que puso un todocamino descapotable en la calle, el Murano CrossCabriolet, que se vendió exclusivamente en EEUU en 2010. En 2016, Range Rover retomó el concepto y lanzó el Evoque Convertible y ahora, en 2020, es Volkswagen la que hace suya esta idea y saca el T-Roc Cabrio, un coche diferente y exclusivo, entre otros motivos, por ser el único SUV descapotable del mercado.
Aunque es prácticamente calcado en apariencia a su hermano, este Cabrio tiene una serie de particularidades que lo hacen diferente, como el hecho de que tiene sólo dos puertas lateras o el aumento de tres centímetros en la distancia entre ejes, longitud que va a parar directamente a las piernas de los dos únicos pasajeros de atrás. Y decimos dos ocupantes porque los cambios más importantes han tenido lugar en la parte posterior del SUV. Por ejemplo, se ha modificado la banqueta de la segunda fila, que pasa de tener tres plazas a dos. Con esta configuración, el T-Roc Cabrio se transforma en un cuatro plazas de verdad y en el que, sorpresa, cuatro adultos viajarán de forma placentera dada la buena habitabilidad del modelo. Sólo hay un inconveniente al respecto y es tener que desplazar las butacas delanteras para que los acompañantes entren y salgan, pues el acceso no es muy bueno.
Tras los reposacabezas traseros emergen los arcos antivuelco, que saltan en milisegundos en caso de que la centralita detecte un cambio de velocidad brusco o varíe de forma drástica el ángulo de inclinación del coche. A diferencia de otros descapotables, este T-Roc carece de un sistema de climatización para los cuellos de los pasajeros o de un volante calefactado, dos elementos de confort que echamos en falta al circular al aire libre.
Cuestión de matices
Pero la principal diferencia entre ambas carrocerías del T-Roc recae en los refuerzos introducidos en el chasis del Cabrio y que aumentan la rigidez torsional ante la carencia de una estructura cerrada –unos tubos refuerzan el marco del parabrisas, otros hacen lo propio con el pilar A y el suelo del SUV ➥
➥ recibe unos largueros adicionales–. Esto ha hecho que el Cabrio engorde 200 kilos, peso en el que está incluido toda la capota y su maquinaria de accionamiento. El maletero también se ha visto perjudicado al reducir su capacidad de forma significativa quedándose en sólo 280 litros, casi la misma capacidad que ofrece el eléctrico urbano up!. Este volumen siempre es el mismo independientemente de si la capota está puesta o quitada, ya que se ha creado un compartimento específico para alojarla –la capota se guarda en forma de zeta, de ahí que no se necesite un gran cofre–. La boca de carga del maletero también es diferente, más alta y estrecha, y el portón de los T-Roc normales se ha quedado reducido a una pequeña portezuela.
Volviendo a la capota, es de lona y se pliega y despliega en parado o hasta una velocidad máxima de 30 kilómetros/hora. Ambas operaciones se hacen en 11 y nueve segundos respectivamente y siempre hay que pulsar el botón que está ubicado tras la palanca del cambio de marchas para activar una u otra. Las dos maniobras también se pueden hacer a distancia gracias a la llave telemática.
Bien de carácter
El T-Roc Cabrio está disponible con dos motores de gasolina turboalimentados, un 1.0 TSI de 115 caballos y un 1.5 TSI Evo de 150 caballos con desconexión de cilindros, ambos de sobra conocidos dentro de Volkswagen. Sólo este último puede asociarse al cambio automático DSG de siete velocidades, primero por su contenido precio si se compara con el de los faros integrales de led –1.300 euros y 1.140 euros respectivamente– y, segundo, porque añade un plus de confort a la conducción. De momento, no están previstas versiones híbridas o híbridas enchufables.
La primera mecánica convence en líneas generales siempre y cuando se haga un uso normal del todocamino, pero es cierto que puede resultar algo ‘corta’ si se quiere disfrutar del Volkswagen en su plenitud. Decimos esto porque el T-Roc Cabrio es un coche bastante pasional, que incita a conducirlo ya sea por la costa Azul, por la de Marbella o fuera del asfalto gracias a una altura libre de 156 centímetros. Además, el incremento de peso del que te hemos hablado antes se ha visto compensado con una serie de ajustes en la suspensión, cuya configuración se acerca más a la del T-Roc R de 300 caballos que a la de los T-Roc normales. A favor de esta mecánica juegan la suavidad de funcionamiento –recordemos que se trata de un motor de tres cilindros y apenas se perciben vibraciones en el habitáculo– y el consumo de combustible, próximo a los datos oficiales facilitados por el fabricante. Lástima que no pueda asociarse al DSG…
El segundo propulsor sí resulta más enérgico en toda su franja de funcionamiento, aunque como le sucede al pequeño de los TSI, los bajos no son su punto fuerte, por lo que habrá que recurrir al cambio para salir con una mayor respuesta. Este bloque se ha mostrado algo ‘glotón’ en otras pruebas realizadas, pero siempre dentro de lo normal, permitiéndonos además disfrutar de una excelente ‘pegada’. Este propulsor está disponible únicamente con el acabado R-Line, el más alto, e incluye de serie amortiguación deportiva rebajada 10 milímetros, llantas de 18 pulgadas, dirección progresiva, asientos tapizados en tela y cuero sintético y cuadro de instrumentos digital. Por eso mismo, su precio de venta es significativamente más elevado que el del 1.0 TSI con la terminación Style, el precio que aparece en la ficha de abajo –la diferencia entre ambos es de 9.000 euros–.