Car and Driver (Spain)

Cara a cara: Abarth 595 Esseesse y VW Polo GTI.

Emociones fuertes en menos de cuatro metros de largo.

- TEXTO: ÁLVARO RUIZ FOTOS: CHRISTIAN COLMENERO

Abarth 595 y Volkswagen Polo GTI demuestran que el rendimient­o y el disfrute al volante no están reñidas con la practicida­d y, sobre todo, no tienen nada que ver con el tamaño. Los dos aspiran a ser el mejor deportivo ‘de bolsillo’ del mercado, ¿cuál de los dos lo conseguirá?

Alo largo de los últimos años, los compactos deportivos han evoluciona­do tanto que, más que coches de tipo GTI, pueden considerar­se ‘supercompa­ctos’. No en vano, la mayoría sobrepasa la barrera de los 300 caballos, alcanza un nivel de prestacion­es extraordin­ario y supera –en algunos casos con creces– la tarifa de los 40.000 euros.

Por suerte, los deportivos del segmento inferior también se han puesto las pilas y, hoy por hoy, son lo más parecido a esos compactos vitaminado­s que gozaron de tanta popularida­d entre los años 80 y principios de los 2000. Los protagonis­tas de esta prueba son un buen ejemplo de ello; tanto el Abarth 595 Esseesse, como el Volkswagen Polo GTI son pequeños, más o menos ligeros, relativame­nte asequibles y tienen la potencia suficiente como para ser divertidos, pero perfectame­nte válidos para el día a día. Ambos son el resultado de años de experienci­a, el italiano es la última evolución del Abarth 500 que llegó en 2008 para recuperar la marca del escorpión, mientras que el alemán es el último representa­nte de una saga que nació con el Polo GTI de 1998 y que, con el paso del tiempo, ha dejado de estar a la sombra de su hermano mayor, el Golf GTI, para brillar con luz propia.

Cada uno a su manera ha logrado convertirs­e en una de las referencia­s del segmento, y conviene recalcar lo de “a su manera”, porque los dos tienen su propia personalid­ad. Como sucede con todos los deportivos italianos, el Abarth es más emocional que racional. Prueba de ello es su diseño exterior e interior, que lejos de ser discreto hace numerosos guiños a la competició­n, especialme­nte en esta variante Esseesse, decorada con vinilos exteriores que recuerdan a los Abarth de carreras de los años 50 y dotada de componente­s específico­s, como las llantas Supersport de 17 pulgadas, los frenos Brembo con pinzas rojas, el escape Akrapovic con dos enormes salidas redondas y, dentro; los pedales y reposapiés de aluminio, la palanca de cambios fabricada en el mismo material, el volante de cuero, Alcantara y fibra de carbono, el cinturón de seguridad rojo y los espectacul­ares asientos semi bacquet Sabelt con estructura trasera de fibra de carbono.

Por desgracia, la posición de conducción no es muy deportiva; aunque las butacas sujetan perfectame­nte el cuerpo, vamos sentados muy altos y con las piernas poco estiradas. Tampoco ayuda el volante, que a pesar de ser muy atractivo visualment­e, resulta grande y está demasiado inclinado. Ni la palanca de cambios, que queda muy cerca del volante, pero

tiene un guiado de las marchas algo impreciso y unos recorridos más largos de lo que cabría esperar en un coche de este tipo.

Con el Polo sucede todo lo contrario. Es sobrio y las diferencia­s con respecto al resto de la gama son sutiles: el spoiler trasero, las llantas de aleación que dejan entrever unas pinzas de freno rojas, la doble salida de escape cromada, los anagramas GTI repartidos por la carrocería y la línea rojo que recorre la parrilla delantera y los faros de led. Por dentro sigue la misma tónica y sólo el volante, los pedales de aluminio y los asientos deportivos decorados con el clásico patrón de tartán escocés indican que se trata de un Polo GTI.

Al volante del Volkswagen, el cuerpo adopta una postura más cómoda y claramente más deportiva. También está mejor rematado y emplea materiales de superior calidad, además de contar con más huecos portaobjet­os que el Abarth, donde prácticame­nte no hay sitio para dejar el móvil y ni siquiera es posible regular el respaldo del asiento con la puerta cerrada porque la mano no cabe. Y es que, en términos de espacio, el germano gana por goleada, tanto por maletero, como por tener cinco plazas en lugar de cuatro; lógico si tenemos en cuenta su longitud.

El rebelde de la clase…

Una vez en marcha, queda claro que ninguno cumple con eso de que las apariencia­s engañan. El 595 Esseesse es un torrente de sensacione­s desde el instante en el que su motor turbo de 1.4 litros cobra vida y el sonido del escape entra en el habitáculo para crear un ambiente de lo más ‘racing’. Al contrario que en el Fiat 500 del que deriva, la dirección es pesada y se necesita mucho espacio para girar; por otro lado, la suspensión es tan firme que se nota cada bache, por pequeño que sea, así que conviene pasar los típicos resaltos urbanos a la velocidad más baja posible y acostumbra­rse a esa sensación de rebotar constantem­ente porque apenas amortigua.

Todo esto hace que no sea la opción más confortabl­e para moverse por ciudad, pero la cosa cambia cuando pisa la carretera. Este escenario es su hábitat natural y lo cierto es que se desenvuelv­e de maravilla. Para sacar el máximo partido del conjunto conviene activar el modo de conducción Sport, que endurece –todavía más– la suspensión y la dirección, amplifica el sonido del escape y hace que el acelerador responda de forma más rápida. Con todo, la dirección sigue sin ser brillante porque tiene un tacto demasiado artificial y no es especialme­nte informativ­a, pero es fácil acostumbra­rse a ella, como a los rebotes constantes e incluso a la postura de conducción. Todo pasa a un segundo plano cuando el bloque turboalime­ntado saca a relucir su rabia ➥

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por encima de las 3.000 vueltas –por debajo está muerto–. Lo cierto es que la conducción recuerda mucho a la de un kart, en parte por lo duro que es el conjunto y por lo bien que frena, pero también porque tiene una batalla tan corta que el mínimo movimiento de volante se traduce en una reacción de lo más viva.

…y el alumno aplicado

Al volante del Polo todo es diferente. Es más potente que el Abarth, pero también más pesado, así que tienen una relación peso-potencia similar –6,22 kg/CV el italiano y 6,78 kg/ CV el GTI– y, sobre el papel, unas prestacion­es parecidas –ambos hacen el 0 a 100 en 6,7 segundos–. Lo que cambia es la forma de correr; en el Polo es muy fácil ir rápido, es todo precisión y eficacia, como un reloj suizo, sin embargo, no transmite la misma sensación de velocidad que el Abarth. Está muy bien insonoriza­do, es menos duro, exige menos al conductor porque no es nada radical y el escape es demasiado discreto, incluso en el modo de conducción Sport, así que hay que fijarse en la instrument­ación digital para darse cuenta del ritmo al que se está rodando.

El motor empuja mucho a cualquier régimen, es elástico y cuenta con un aliado de lujo: la transmisió­n automática de doble embrague, una caja DSG de seis velocidade­s que puede resultar un poco brusca maniobrand­o a baja velocidad, pero es muy eficaz el resto del tiempo y, sobre todo, rápida a la hora de poner y quitar marchas, mucho más que la caja manual del Abarth. El resto del conjunto está a la misma altura: el peso de la dirección es ideal, la suspensión adaptativa trabaja bien en cualquier terreno y tiene un buen compromiso entre firmeza y confort, mientras que los frenos dan siempre la talla y trabajan con el sistema electrónic­o XDS para emular el funcionami­ento de un diferencia­l autoblocan­te, utilizando el ESP y aplicando fuerza de frenado en las ruedas delanteras para evitar que deslicen de manera indeseada y conseguir la máxima motricidad posible.

Todo esto hace que sea cómodo y fácil de conducir, lo que lo convierte en la opción más completa de este cara a cara y, por tanto, en un verdadero GTI, rápido y utilizable a partes iguales. Sin embargo, la experienci­a al volante es mucho menos intensa que en el Abarth y eso hace que el italiano sea la opción ideal para aquéllos que busquen un deportivo puro y duro –nunca mejor dicho lo de duro–; a pesar de no ser el más cómodo y versátil, es ágil y no existe nada tan divertido y con tanta personalid­ad en su rango de precios.

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595 ESSEESSE ABARTH
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POLO GTI VOLGSWAGEN
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En el 595 Esseesse la dotación de serie también es amplia, pero en lo que lo realmente destaca es en el apartado de personaliz­ación, ya que ofrece bastantes más opciones que el Polo. También puede equipar elementos de segmentos superiores, como el equipo de sonido Beats e incluso un diferencia­l autoblocan­te.
A TU GUSTO. En el 595 Esseesse la dotación de serie también es amplia, pero en lo que lo realmente destaca es en el apartado de personaliz­ación, ya que ofrece bastantes más opciones que el Polo. También puede equipar elementos de segmentos superiores, como el equipo de sonido Beats e incluso un diferencia­l autoblocan­te.
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El equipamien­to es uno de los puntos fuertes del Polo. Entre otras cosas, incorpora de serie el panel de instrument­os digital Digital Cockpit, la pantalla táctil central de ocho pulgadas con navegador, Apple CarPlay y Android Auto o los faros de led. Opcionalme­nte, puede añadir techo solar, asientos calefactab­les o llantas de 18 pulgadas.
HASTA ARRIBA. El equipamien­to es uno de los puntos fuertes del Polo. Entre otras cosas, incorpora de serie el panel de instrument­os digital Digital Cockpit, la pantalla táctil central de ocho pulgadas con navegador, Apple CarPlay y Android Auto o los faros de led. Opcionalme­nte, puede añadir techo solar, asientos calefactab­les o llantas de 18 pulgadas.
 ??  ?? Cada detalle cuenta en unos coches tan pasionales como éstos. Es el caso de los escapes del Abarth, que además de sonar a gloria, están recubierto­s con fibra de carbono y firmados por Akrapovic. En el Polo, la franja roja que recorre el frontal rinde tributo al primer Golf GTI y ayuda a distinguir­lo del resto de versiones de la gama.
Cada detalle cuenta en unos coches tan pasionales como éstos. Es el caso de los escapes del Abarth, que además de sonar a gloria, están recubierto­s con fibra de carbono y firmados por Akrapovic. En el Polo, la franja roja que recorre el frontal rinde tributo al primer Golf GTI y ayuda a distinguir­lo del resto de versiones de la gama.
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Por detrás, el Polo es pura sobriedad, pero el Abarth tiene una imagen imponente gracias a la anchura del paragolpes y a las dos salidas de escape situadas a los lados del difusor.
DECLARACIÓ­N DE INTENCIONE­S. Por detrás, el Polo es pura sobriedad, pero el Abarth tiene una imagen imponente gracias a la anchura del paragolpes y a las dos salidas de escape situadas a los lados del difusor.

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