Evolución en la seguridad.
A partir de los años 70 nacieron los primeros protos para probar novedades de seguridad.
En Estados Unidos, el país en el que el desarrollo del automóvil había sido más rápido, los muertos por accidentes de tráfico aumentaron un 30% en la década de los 60, lo que obligó a crear una normativa con numerosas recomendaciones para los fabricantes de automóviles. Esto dio lugar al nacimiento de los ESV o ESC –Experimental Safety Vehicle o Car– con los que las marcas ponían a prueba las más variadas ideas sobre todo en materia de seguridad pasiva, es decir, los dispositivos que reducen las consecuencias de un siniestro.
En estos curiosos concepts, casi todos pintados en llamativos colores naranja o amarillo, empezamos a ver los cinturones de seguridad que se abrochaban automáticamente al instalarnos en el asiento y que llegaron a utilizarse en algunos vehículos americanos. En estos prototipos surgieron los primeros reposacabezas o las columnas de dirección colapsables.
Pero en estos ESV también se probaron sistemas de suspensión que mejoraron la estabilidad y reducían las posibilidades de vuelco. Uno de los elementos más llamativos de todos estos vehículos experimentales ➥
eran los enormes paragolpes, una exigencia de la normativa americana que obligaba a que estas protecciones aguantaran impactos de hasta16 kilómetros/ hora sin deformarse pero que se convertían en armas mortales para los peatones en caso de un atropello, aunque llegaron a montarse en muchos coches.
Investigación mundial
Pero no solo las marcas más lujosas invirtieron recursos en estos vehículos experimentales. Fiat, Renault, Opel, Toyota o Volkswagen también crearon prototipos para investigar nuevas soluciones en seguridad, sobre todo pasiva. Fiat construyó varios prototipos sobre la base de los 500, 128 y 124, aunque algunos de los más desconocidos son los Renault BRV sobre la base del R14 y el Epure, un R5 completamente reforzado.