Toyota GR Yaris.
Dinamita tus sentidos
La japonesa lanza un deportivo de culto, más rápido que muchos compactos racing de referencia gracias a su motor tricilíndrico de 261 caballos y a una puesta a punto de carreras.
¿Cómo es posible que un ‘simple’ Toyota Yaris de apenas cuatro metros de largo sea más rápido en el 0 a 100 que un Volkswagen Golf GTI, más emocional que un BMW 128ti y más barato que un Cupra Leon e-Hybrid? La preparación Gazoo Racing es tan bestia que al mismísimo Fernando Alonso le ha dejado sin palabras…
Una vuelta al Circuito del Jarama basta para comprobar que el GR Yaris no es un miniGTI al uso. En el segmento de los utilitarios, actualmente no hay nada que se le parezca, ni por imagen ni por prestaciones, y mucho menos por sensaciones. Los Renault Clio RS, Seat Ibiza Cupra, Ford Fiesta ST y Opel Corsa OPC no tienen nada que hacer frente a él porque son incapaces de ir tan rápido con ese nivel de precisión. A todos les saca, como mínimo un segundo en el 0 a 100. Un segundo siendo sólo 30 caballos más potente. Un Mini GP de 306 caballos es lo más parecido en términos de comportamiento, aunque cuesta casi 10.000 euros más y carece de 4x4.
Cambio radical
El GR Yaris recupera la esencia de los deportivos japoneses de los 80 y 90, la de mitos de la talla de los Toyota Celica, Nissan 200sx u Honda Integra
Type R. Este “pequeño cohete”, como lo define Akio Toyoda, el presidente global de la marca, nace para continuar el proyecto WRC. Pero para que así sea, Toyota debe vender más de 25.000 unidades del modelo de calle, el requisito que impone la FIA para participar en el mundial de rallies. Es algo que seguro consiguen en el plazo inferior a un año, dado el interés y el boom que hay en Instagram o Twitter, con comunidades enteras de seguidores que ya saben que el GR Yaris puede ir a fuego en una carretera de montaña y ‘enfangarse’ en el barro de un tramo si se da el caso.
Por esa relación con las carreras, el cockpit del GR Yaris es especial, exclusivo. Todo está estudiado para una única
cosa: lograr los mejores tiempos. De ahí que tenga detalles que harán las delicias de los pilotos más juguetones, como el freno de mano pegado al asiento del conductor para usarlo de forma frecuente a la hora de trazar las curvas, o un pedalier perfecto para hacer punta-tacón. Si tú no dominas esta compleja técnica, debes de estar tranquilo porque el coche la hace por ti gracias a la electrónica.
Aun llamándose Yaris, apenas comparte elementos con la versión híbrida que ya hemos probado; faros, retrovisores, salpicadero y poco más. Todo lo demás es nuevo. La carrocería tipo cupé es cuatro centímetros más baja, aunque la distancia se amplía hasta 10 centímetros en la parte final del techo por cuestiones aerodinámicas. Precisamente por esto, el maletero ve reducida su capacidad hasta 174 litros, prácticamente el volumen de un Aygo, y las plazas traseras ven mermada su habitabilidad. Las ventanillas delanteras sin marco y las traseras fijas son específicas del GR.
¡Cómo se las gasta!
El GR Yaris se mueve rápido, plano. Nada desentona. No reacciona mal ni cuando entras colado en una curva, de la que sales sin sudar. Todo lo contrario: recuperas la trazada sin aflojar el ritmo. A nivel de chasis, hay modificaciones muy importantes que sirven para esto. No hablamos sólo de la tracción integral y de los diferenciales, que pueden llegar a ser de tipo Torsen si monta el paquete Circuit Pack, que vale 5.000 euros y lleva consigo llantas forjadas de 18 pulgadas y neumáticos Michelin Pilot Sport 4S en medida 225/45. Nos referimos a la importantísima evolución de la suspensión, ya que el tren trasero abandona el sencillo y duro eje de torsión por el multibrazo de Corolla y C-HR.
El ritmo que impone no lo sigue ni el todopoderoso Volkswagen Polo GTI. En el GR, todo es más neutro, y no como en el alemán, incapaz de camuflar el subviraje a pesar del XDS+. La labor de la tracción integral GR-Four es encomiable porque envía hasta el 100% del par a un eje sin que percibas nada en la dirección. Pero eso es sólo durante un instante, ya que el 4x4 recupera de inmediato una de las tres posiciones del sistema: Normal, con un reparto entre trenes del 60:40; Sport, con un 30:70, y Track, que lo fija al 50%. Con Sport es con el que mejor nos lo pasamos y logramos mejores tiempos, aunque no hemos apreciado una ganancia extra de motricidad con Track.
Por cómo tracciona en la parte lenta del circuito, el GR Yaris parece un supercar, como un Porsche 911 4, salvando las distancias. Este comportamiento es en lo que ➥
más han trabajado pilotos de la talla de Tommi Mäkinen, Kris Meeke, Jari-Matti Latvala y ‘Pechito’ López, que han aportado su granito de arena al proyecto, además del propio Akio Toyoda. Fernando Alonso también hizo un test privado en Estoril y quedó gratamente sorprendido. Nada más bajarse del coche, el asturiano dijo que en él se daban “La perfecta combinación entre deportividad y placer de conducción”. No lo ha podido describir mejor porque el GR Yaris es bastante cómodo y muy veloz. Su propulsor de tres cilindros tiene una sorprendente vitalidad. Es infatigable cuando pasa
mos por meta o a la hora de encarar la rampa Pegaso. El Ford Fiesta ST nos demostró que un bloque de tres cilindros es una gozada, y Toyota lo confirma. Sólo tenemos la percepción de su condición al arrancar, por sonido y vibraciones, y cuando lo dejamos caer de vueltas en exceso. La caja de cambios manual de seis relaciones también tiene su protagonismo.
La pegada de esta mecánica es tal que el GR es casi un segundo más rápido en el 0 a 100 que un Golf 8 GTI. Da el do de pecho a partir de 3.000 vueltas, cuando el turbo comienza a soplar incansablemente hasta alcanzar las 5.000 revoluciones. Aun así, sigue subiendo hasta las 7.000 vueltas, momento en el que la inyección corta. Y de velocidad punta no anda nada mal. Si te sirve de referencia, a final de recta alcanza los 200 por hora, justo la misma que conseguimos en su momento con el citado Golf 8 GTI. Aunque ahora viene lo difícil: pararlo.
El GR Yaris equipa unos discos ventilados más grandes que los del Supra. Con dejar caer el pie en el pedal ‘muerden’ como un perro de presa. Detienen con firmeza al Yaris, incluso tras más de 10 vueltas de uso intenso en el Jarama. Pocos utilitarios pueden hacer eso y mucho menos la inmensa mayoría de supercompactos actuales, cuyos frenos desfallecen muchísimo antes.
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El GR Yaris se comporta como un auténtico ‘animal’, con un dinamismo superior al de cualquier deportivo medio del momento. Va tan asentado que hay que mirar varias veces el volante para ver el anagrama y recordar que llevamos un Yaris, pero no uno cualquiera, sino uno de carreras, de verdad. Ya no vale decir eso de que “Toyota es aburrida”, porque si lo haces, el mismísimo Akio Toyoda aparecerá enfurecido… a los mandos de su GR Yaris.