BMW M3 y M4.
Nos hemos puesto a los mandos de los últimos deportivos de BMW y las sensaciones no pueden ser más bestias. ¡Gas a fondo!
La fórmula que BMW ha madurado durante más de tres décadas alcanza su mayor graduación en unos M3 y M4 Competition tan potentes como adictivos. Llegan directos al paladar de los petroheads más estrictos quienes sabrán apreciarlos hoy y venerarlos mañana cuando la pureza de sus mecánicas turbo, con 510 caballos y sin rastro de electrificación, los eleven a la merecida categoría de mitos
Sentir, apreciar, comprender. Contemplar una determinada realidad en toda su dimensión es una tarea compleja que a menudo, requiere de cierto ritual. Al igual que un buen sommelier roba segundos al reloj manejando una copa, agitando el vino de su interior, observándolo, olfateándolo y finalmente ingiriéndolo lentamente para permitir que su paladar filtre cada uno de los matices presentes en el preciado licor, cuando tienes ante ti un vehículo con el legado de los BMW M3 y M4 no tardas en verte envuelto en uno de esos ritos aunque sea, en nuestro caso, bastante más mundano.
Eres consciente de que estás ante máquinas capaces de brindar experiencias únicas, pero no de que has comenzado a orbitar alrededor de las mismas y mucho menos de que son casi 4,80 metros de largo por 1,90 de ancho, los que estás recorriendo a cámara lenta, devorando con la mirada cada uno de los múltiples detalles presentes en sus carrocerías. Tu vista siempre encuentra una nueva nervadura, un conducto de aire, una inserción de fibra de carbono o un logotipo inédito, tatuado en la inmensa musculatura de estos dos atletas que por cierto, parecen salidos del mismo centro de alto rendimiento porque nunca fueron tan imponentes y a la vez, tan calcados.
Evidentemente, el M3 conserva los tres volúmenes, cuatro puertas y cinco plazas que caracterizan a toda berlina que se precie y que le distinguen de un riguroso cupé como el M4, con dos puertas y cuatro plazas. Pero es tal el nivel de detalle que ofrecen ambos, incluidas las controvertidas parrillas con forma de doble riñón gigante o las molduras de los bajos realizadas en negro brillo, que tienes la impresión de estar descubriendo un concept car del Salón de Frankfurt hasta que un grito de lo más castizo te devuelve a la realidad. “¿Pero dónde se ha metido el siguiente, por favor...?” En 2021 las reglas son otras: los coches se destapan en eventos virtuales y las pruebas comienzan con un test de antígenos que –en mi caso– ya no podía esperar.
Con mi negativo en el bolsillo y sin más tiempo que perder, decido abrir fuego con el M3 altamente seducido por su color verde Isla de Man y por el pack M Race Track que
incluye, aunque me reservo una plaza al volante del M4 amarillo Sao Paolo para afrontar el tramo más largo de la prueba. Ambos son colores inéditos que realzan a unos nuevos ‘M’ que –recordemos– solo llegan a España en su versión Competition y por tanto, con su configuración mecánica más rápida: motor 3.0 TwinPower Turbo de 510 caballos, propulsión y cambio automático M Steptronic de ocho marchas. A partir del verano aterrizarán las variantes con tracción total conectable M xDrive pero no así los M3 y M4 ‘normales’ de 480 caballos y cambio manual que se venden en Alemania. Una lástima, recapacito antes de engranar la primera y poner rumbo a la bodega Tr3smano en Padilla de Duero, Valladolid. Por delante, más de 200 kilómetros de ida o otros tantos de vuelta, combinando carreteras de todo tipo con los BMW M3 y M4 más efectivos de todos los tiempos y a buen seguro, los últimos sin electrificar.
Máximas expectativas
El citado pack M Race Track acapara nuestra atención durante los primeros minutos de la prueba y es que no en vano es la opción estrella de la gama. Para que te hagas una idea, eleva el precio de estos coches en 26.950 euros merced a elementos como las llantas de aleación de ➥
gran tamaño –19 pulgadas delante, 20 detrás–, los frenos carbocerámicos, los asientos deportivos M con estructura de carbono, así como diferentes inserciones de este material presentes tanto en el exterior como en el interior. Desde los instantes iniciales, tenemos la sensación de ir subidos en un coche de carreras, solo que provisto de todos los elementos de seguridad y confort que esperas de un moderno BMW.
La maniobra para entrar y salir de este M3 Competition, por ejemplo, implica saltar directamente sobre un asiento con licencia para inmovilizarte por completo. La forma y rigidez del bacquet nos deja en una perfecta posición de ataque: baja, con las rodillas semiflexionadas y con todos los elementos muy a mano, incluida la palanca del cambio que consiente un manejo secuencial aunque siempre sea mejor recurrir a las levas de un volante perfecto por ergonomía, tacto y tamaño.
Dos teclas marcadas en rojo resaltan en el mismo: M1 y M2 y son clave, pues en ellas puedes guardar accesos directos a tu configuración favorita de rendimiento de motor, cambio, suspensión, dirección, frenos y control de tracción. Casi nada. Cada órgano mecánico de estos ‘M’ consiente un ajuste independiente de modo que como si estuvieras en el videojuego ‘Gran Turismo’, puedes definir un set up completo para el coche antes de emprender la marcha. Lo más novedoso y también lo más interesante, es que por primera vez los frenos ofrecen esta regulación, permitiéndonos elegir entre dos tactos bien diferenciados, si bien para el control de tracción encontramos ¡hasta 10 niveles de sensibilidad diferentes!
El arsenal electrónico de estos ‘M’ lo completa el denominado M Drive Analyser, un asistente capaz de ayudarte a derrapar con estilo y también de ponerte nota.
Con el circuito del Jarama desvaneciéndose en el retrovisor, dejamos el drifting para una ocasión mejor y centramos la vista de nuevo en el cuadro de mandos. Menos mal porque lo que no analiza el M3 son los puntos del carné de conducir que te va a quitar la DGT en cada radar que te salga al paso, así que más vale que lo hagas tú. Siempre dispuesto a disparar la velocidad al menor golpe de acelerador, se nota que estamos subidos en un automóvil capacitado para cubrir largas distancias en tiempo récord y sin que sus pasajeros perciban la menor
LOS 510 CABALLOS RECAEN DIRECTAMENTE SOBRE LAS RUEDAS TRASERAS MERCED A UNA TRANSMISIÓN RÁPIDA, QUE NO BRUSCA
turbulencia o vibración. El seis cilindros turbo descarga sin contemplaciones sus 66,3 kilográmetros de par máximo sobre el eje trasero, proporcionándonos esa sensación de tener bajo el pie derecho una auténtica bestia enjaulada. Solo el sonido que produce este propulsor se cuela de forma permanente en el habitáculo, pero lo hace generando una atmósfera al volante mucho más propia de un supercar que de cualquier berlina, por deportiva que resulte. Solo la transmisión M Steptronic –por convertidor de par– nos parece algo menos directa y estimulante que la anterior, de doble embargue. Con todo y eso, los saltos de marcha se producen con loable rapidez y dado el citado par motor que gestiona, seguramente sea lo más parecido a un seguro a largo plazo, reflexiono justo antes de cambiar de asfalto y también, de volante.
En la mesa de los supercars
Solo unos instantes después de abandonar la autopista, afrontamos tramos propios de un buen rally. Las carreteras de montaña, con asfaltos muy diferentes se entrelazan entre sí rumbo a Peñafiel y permiten exprimir mucho mejor este conjunto mecánico. En las curvas rápidas es donde este M3 se muestra más cómodo y espeluznantemente efectivo. También el M4 comienza a llamar nuestra atención y es que seguimos de cerca al compañero con el que vamos a intercambiarnos el coche y a medida que la ➥
carretera se retuerce más, lo hacemos con mayor dificultad. Ambos BMW completan los giros dando una auténtica lección de agilidad, buen ritmo y sensaciones fuertes al volante, un cóctel típicamente ‘M’ y extraordinariamente dirigido al paladar de los conductores más exigentes. Eso sí, al cambio de asiento, no tardamos en apreciar algunas diferencias en favor del M4. La suspensión trasera se siente un poco más rígida y mejor asentada que la del M3 y los frenos parecen resistir mejor el castigo continuo al que les sometemos. A buen seguro, este efecto se produce sobre todo por el estilo de conducción que adoptamos, un punto más fino, al sentir ese extra de seguridad lo que permite no apurar tanto las frenadas por un lado y evitar que entren demasiado en acción las ayudas electrónicas, por el otro.
Hablamos siempre de matices pero sobre todo en las zonas más reviradas y de peor asfalto, éstos se dejaron notar y siempre para desequilibrar la balanza del lado del cupé. Sea como fuere, a los mandos de uno y otro, lo único que pides es que no dejen de sucederse las enlazadas, los cambios de rasante, de firme... Con una dirección que permite apuntar con total precisión al vértice de cada curva, un motor con licencia para clavarte en el asiento desde medio y bajo régimen y una suspensión férrea sin contemplaciones, solo los frenos y el control de tracción, ponen el límite a la diversión, recordándonos con su progresiva fatiga los primeros y con alguna intervención evidente el segundo, cuales son las leyes de la física que rigen cuando manejas un coche con un potencial claramente superior a la carretera por la que transitas.
Disfrútalo como si fuera el último
Tras disfrutar de una intensa jornada de sensaciones puras, tanto al volante como en la cata organizada en esta bodega de Ribera del Duero, regresamos a casa por autopista y bien apoyados en el control de velocidad crucero. Definitivamente, estos BMW M3 y M4 demuestran ese carácter indómito de sus antecesores pero incluyen todos los avances tecnológicos que han re
forzado el confort, la seguridad y el nivel de información abordo en los coches actuales. ¿Un maridaje perfecto? Sin duda, pero la cuenta también ha ascendido hasta los 111.200 euros en el M3 y los 113.200 del M4. A estos importes puedes añadir 3.800 euros del Pack Technology, 6.000 del Exterior M Carbon o los 26.950 del citado M Race Tack que transforma a ambos en perfectos bólidos de track days. “Al final todo está en el precio. ¿Qué valor le das a algo que es capaz de colmar tus sentidos?”, reflexiona Pedro Aibar, reputado enólogo y socio propietario de la bodega Tr3smano. No se me ocurre un paralelismo mejor entre su preciado licor y unos ‘M’ que han madurado tan bien con el tiempo, añadiendo graduación y buenos matices una fórmula tan invariable como exitosa: el placer de conducción, por encima de todo. ¡Larga vida a los deportivos autor!