Adrenalina en estado puro
La última entrega del Porsche 911 GT3 pretende convertirse en el arma de circuito definitiva. Para lograrlo, recurre a un chasis derivado de los 911 de competición y a uno de esos mágicos motores atmosféricos que Porsche reserva para sus modelos más especiales. ¿Será capaz de superar el listón de su predecesor?
Afinales de los 90, las mecánicas refrigeradas por aire desaparecieron de la gama Porsche para dar el relevo a la refrigeración por agua. El último modelo de la marca alemana que apostó por el sistema tradicional fue el 993, por eso esta generación está considerada como una de las más especiales de la saga nueveonce. Varias décadas después, la historia se repite con la actual entrega del 911, conocido por el código 992 y llamado a ser el último Porsche disponible con mecánicas atmosféricas.
Bien es verdad que, con su predecesor, el 991, los chicos de Stuttgart ya hicieron el amago de poner punto final a este tipo de propulsores, pero acabaron postergando la decisión, aunque son conscientes de que, más pronto que tarde, la proliferación de los turbocompresores y la electrificación provocarán la extinción de la aspiración natural. Pero antes de que eso suceda, Porsche sigue optando por este tipo de motores en algunos de sus modelos más singulares.
Es el caso del nuevo 911 GT3, la versión carreras-cliente –coche de competición homologado para rodar por la vía pública– del 911 que, como todos sus predecesores, esconde un seis cilindros bóxer atmosférico en su parte trasera. Hablamos, concretamente, de un bloque de 4.0 litros estrechamente relacionado con el motor que daba vida al 911 Speedster, la exclusiva edición limitada que puso fin a la producción del 991 hace dos años. Como en ese descapotable, desarrolla 510 caballos y es capaz de girar a 9.000 vueltas, respondiendo casi de manera inmediata a las órdenes del pie derecho mientas emana una melodía puramente mecánica que viene directamente de la admisión. Podríamos definirlo como una auténtica fiesta para los sentidos, por eso encaja como anillo al dedo en el 911 más deportivo y radical del catálogo. No empuja desde tan abajo ni de manera tan contundente como el 911 Turbo, pero es un torrente de sensaciones y no necesita ningún tipo de ‘aderezo’ para poner la piel de gallina, como altavoces que transmiten un sonido de motor artificial al habitáculo.
Torrente de sensaciones
Es más, el trabajo para arañar algunos kilos a la báscula, consistente en eliminar los asientos traseros y parte del aislamiento acústico del interior, se traduce en una experiencia al volante más intensa, sobre todo, cuando el sistema de escape, 12 kilos más ligero que el del anterior GT3, ‘grita’ a 100 decibelios cuando se acerca a
la zona roja, dejando claro al conductor que se encuentra a los mandos de un verdadero coche de carreras.
Con este panorama, lo único que apetece es conducir hasta la carretera de montaña más cercana o, directamente, apuntarse en la próxima jornada de trackday para disfrutar de nuestro circuito favorito en un coche que comparte multitud de componentes con los Porsche 911 GT3 Cup y 911 RSR de competición. Pero antes de elegir escenario, hay que escoger transmisión, puesto que Porsche ofrece el GT3 con un cambio manual de seis relaciones y con uno automático PDK de doble embrague y siete marchas.
Con el primero es un poco más lento, necesita 3,9 segundos para alcanzar los 100 kilómetros desde parado, pero la sensación de control es total y se experimenta una conducción más
purista. Sea como sea, el cambio PDK no resta ni un ápice de emoción al asunto; a diferencia de la transmisión automática que montan los demás 911, tiene siete marchas, pesa 18 kilos menos y se acciona con una palanca ‘de las de verdad’, en lugar de con el minúsculo selector electrónico que traen el resto de versiones. Esta transmisión permite al GT3 acelerar de 0 a 100 en 3,4 segundos –0,5 segundos menos que el manual–, pero lo mejor de todo es cómo funciona, haciendo exactamente lo que tú harías y ahorrando tiempo en maniobras como el punta tacón, que hace de manera automática y a la perfección.
EL NUEVO 911 GT3 HA MARCADO UN TIEMPO DE 6:59.927 MINUTOS EN EL CIRCUITO DE NÜRBURGRING NORDSCHLEIFE
El resto del conjunto no se queda atrás. Todo está perfectamente afinado para que el GT3 se sienta como un instrumento de precisión y sea extremadamente eficaz en carretera o circuito. Además, transmite toneladas de información a través del volante y, en el caso de la unidad probada, de los bacquets de fibra de carbono, que dejan sentir en el trasero hasta la más mínima piedrecita que se encuentre sobre el asfalto, por lo que la conexión entre máquina y conductor es bestial, lo más.
Cuesta creerlo, pero su forma de trazar las curvas impresionaría incluso a los dueños del anterior GT3. No obstante, casi todos sus componentes evolucionan con respecto al anterior, desde los neumáticos, unos Michelin Pilot Sport Cup 2 más anchos y pegajosos, hasta los frenos, más grandes e infatigables si se trata de los carbocerámicos PCCB opcionales, muy caros ya que cuestan 10.480 euros, pero imprescindibles en una pista de carreras. Por su parte, la dirección merece una mención especial, es simplemente perfecta, y la suspensión adaptativa no se queda atrás, soberbia en cualquier escenario, siempre ayudada por un eje trasero que contribuye a redondear cada trazada.