Subaru Outback.
La sexta generación del crossover japonés promete más refinamiento, calidad y tecnología, pero la misma polivalencia de siempre gracias a la legendaria tracción total permanente de Subaru
El familiar más polivalente.
Mucho antes del auge de los SUV, a Subaru se le ocurrió dotar a uno de sus modelos familiares con suspensiones elevadas, protecciones para la carrocería y la mítica tracción total simétrica permanente de la marca para circular por cualquier terreno.
Era 1994 y el fruto de esa idea fue uno de los primeros crossover de la historia: el Subaru Legacy Outback. Con el paso del tiempo, el Outback dejó de ser una versión del Legacy y se convirtió en un modelo independiente que ha llegado hasta nuestros días. De hecho, su sexta entrega acaba de aterrizar en España y, aunque se ha renovado por completo, mantiene la filosofía que vio nacer al Outback hace casi 30 años.
Tanto es así que, estéticamente, parece más una actualización del Outback anterior que una nueva generación. No en vano, apuesta por el mismo formato de carrocería familiar con rasgos TT y una generosa distancia libre al suelo, pero se asienta sobre una plataforma modular totalmente distinta, la denominada SGP de Subaru que ya utilizan el XV y el Forester.
Gracias a ello, es un coche más seguro porque el chasis es más rígido y equipa la última versión del completísimo paquete de asistentes a la conducción EyeSight, pero, sobre todo, se trata de un Outback más confortable.
No renuncia a nada
Además de estar mejor insonorizado y de contar con remates –y materiales– de mayor calidad, incorpora una suspensión que digiere cualquier irregularidad del firme para que no se traslade al interior. Su tarado es más bien blando y al ser elevada
permite rodar sin problemas fuera del asfalto, de hecho, las capacidades todoterreno del Outback son superiores a las de la mayoría de todocaminos, en buena medida por el tándem que forman el excepcional sistema de tracción integral permanente y el modo de conducción X-Mode, que trabajan para garantizar la motricidad en zonas donde sería impensable circular con un familiar convencional.
Lo que no cambia es el consumo elevado del motor bóxer atmosférico, a pesar de que también se ha renovado y se asocia a un nuevo cambio de tipo CVT más eficaz. Lo normal es firmar medias de unos 8,5 litros/100 kilómetros, por lo que la versión GLP con la etiqueta ECO, que tiene un sobrecoste de 2.000 euros, es una opción interesante para los que hagan muchos kilómetros.