JUEGO DE TRONOS
El nuevo Hyundai Tucson llega cargado de argumentos para disputar el trono del segmento SUV compacto al todopoderoso VW Tiguan, recién actualizado para seguir dominando el mercado con mano de hierro. La batalla entre juventud y veteranía está asegurada
Corría 2004 cuando Hyundai decidió ampliar su por entonces escasa gama con el Tucson. Volkswagen se tomó tres años más para lanzar el Tiguan. En ese momento, los monovolúmenes y las berlinas gozaban de una gran popularidad y apenas se escuchaba hablar de SUV, así que es razonable decir que ambos fabricantes fueron unos pioneros, tomando la determinación de adentrarse en el segmento de los todocaminos compactos antes que la mayoría. Eso sí, en esa época las dos compañías jugaban en ligas diferentes y el alemán era sencillamente mejor en todo, por lo que enfrentar a esas primeras generaciones del Tucson y el Tiguan no habría tenido ningún sentido, a pesar de que militaban en la misma clase.
Pero las cosas han cambiado mucho a lo largo de estos años, tanto que Hyundai se ha convertido en una de las marcas más populares en nuestro país, dando tal salto hacia delante –en todos los sentidos– que se ha ganado el derecho de mirar de tú a tú a los de Wolfsburgo.
Prueba de ello es la cuarta generación del Tucson, que vio la luz hace apenas ➥
unos meses mejorando en todo a su predecesor y marcando un antes y un después para la firma coreana. No en vano es su gran apuesta para seguir ganando terreno en un mercado europeo dominado, hoy por hoy por los todocaminos. Evidentemente, no será tarea fácil, pero cuenta con multitud de recursos para convertirse en uno de los SUV compactos más vendidos y poner en serios aprietos a los ‘cocos’ del segmento, entre los que figura el Volkswagen Tiguan.
La actual es la segunda entrega del alemán y llegó en 2016, hace ya cinco años, por lo que podemos considerarlo todo un veterano, si bien ha sido renovado recientemente para poner al día su diseño, incorporar más tecnología y ampliar la oferta mecánica con alternativas electrificadas, en concreto con una mecánica híbrida enchufable de 245 caballos con la etiqueta CERO de la DGT. Volkswagen, sin embargo, no ha considerado oportuno ofrecer el Tiguan con propulsores microhíbridos como los que monta su pariente cercano el Golf o, sin ir más lejos, el Hyundai Tucson de este cara a cara, beneficiándose de un distintivo medioambiental ECO del que no disfruta el alemán. Y no es que la gama de motores del Tiguan sea precisamente escasa, pero comparada con la del Tucson es menos variada, dado que el coreano puede montar bloques Diesel, gasolina, microhíbridos –también Diesel y gasolina–, híbridos convencionales y un híbrido enchufable de 265 caballos.
Lo justo y necesario
Más allá de la hibridación ligera, los bloques de nuestros protagonistas presentan numerosos parecidos y en la práctica también son muy similares. Gracias al turbo, entregan la potencia a un régimen temprano y mueven con soltura a estos dos SUV de
tamaño compacto. Sus 150 caballos son bastante para mover bien ambos conjuntos y desenvolverse sin problemas casi en cualquier situación; quizá, a plena carga, se pueda echar en falta algo más de músculo para hacer frente a repechos pronunciados o adelantamientos, pero lo cierto es que tienen potencia suficiente, sobre todo, si tenemos en cuenta que pesan poco más que un compacto convencional, puesto que se mueven en la barrera de los 1.500 kilos. Además, el buen funcionamiento de sus cambios automáticos de doble embrague, tan rápidos como suaves, hacen que sean muy fáciles y agradables de conducir, ya sea en un puerto de montaña o al maniobrar.
Por otro lado, al no tratarse de motores excesivamente potentes, es posible lograr un consumo de combustible razonable, teniendo en cuenta el tamaño y espacio que ofrecen los dos coches. A pesar de que el Tucson cuenta con la ayuda de un sistema híbrido de 48 voltios y pesa unos kilos menos, es algo más gastón que el de Wolfsburgo. Circulando al ritmo del tráfico, es decir, sin abusar del acelerador y en un recorrido mixto, arrojó un gasto de 8,1 litros/100 kilómetros, mientras que el Tiguan se conformó con 7,4 litros/100 kilómetros en el mismo trayecto. A cambio, y más allá de la ventaja de la citada etiqueta ECO, la mecánica del Tucson es más silenciosa que la del Tiguan o al menos da la sensación de que el Hyundai está mejor insonorizado.
En cualquier caso, ambos ofrecen un nivel de refinamiento elevado y son muy confortables, tanto en ciudad, donde sus medidas no son un problema, como en carretera. En este último escenario sale a relucir el buen trabajo ➥
que han hecho los dos fabricantes con sus respectivas puestas a punto, principalmente con las suspensiones, en las que recae gran parte del mérito de que sean coches muy cómodos, incluso si hablamos de la del Tiguan, más dura por ser la del acabado deportivo R Line. El Volkswagen, eso sí, se desmarca al hablar de la dirección porque resulta más directa y no está tan filtrada como la del Tucson. También tiene una postura de conducción más cómoda, aunque los dos están bien resueltos en este sentido; en el Volkswagen se va sentado un poco más abajo y los asientos de esta terminación envuelven mejor el cuerpo.
Infatigable
Está claro que lo de ser uno de los veteranos de la categoría no es un inconveniente para el Tiguan. Y al margen de que siga siendo una de las referencias del segmento en lo que a comportamiento se refiere, tampoco se queda
atrás en el resto de cuestiones, como la calidad interior, incluso comparado con este Tucson, notablemente mejor rematado que su predecesor, pero un paso por detrás del alemán, acabado con materiales de mejor factura.
Lo mismo se puede decir de la tecnología. Con su última actualización, el Tiguan ha ganado en conectividad y asistentes a la conducción, poniéndose al nivel del Tucson, que puede presumir de ser uno de los SUV con mejor equipamiento/precio de su clase. Al fin y al cabo, no hay que olvidar que este factor es determinante a la hora de comprar un todocamino y en este caso, el Tucson gana por goleada porque su tarifa base, con este equipamiento Tecno casi tan completo como el R-Line del Volkswagen, es casi 7.000 euros más barata y, además, luce la etiqueta ECO, decisiva en caso de circular –y aparcar– con frecuencia por el centro de las grandes ciudades…