CIUDADES QUE SE MUEVEN
DE PEQUEÑO SIEMPRE me fascinaba la vieja historia de cómo las ciudades que tienen un origen medieval conservan parte de su trazado urbano pensado para transitar con caballos y carruajes. Es por ello que la circulación de vehículos modernos se puede convertir en toda una pesadilla. Durante siglos, la construcción de las grandes y pequeñas urbes ha dependido del modo de transporte que se requería para llegar a ellas o simplemente, para cruzarlas. Los puertos marítimos condicionaron el dibujo de las grandes capitales de la costa, los ríos navegables dividen como cicatrices docenas de urbes ribereñas.
Hace años, en un viaje por Uganda me contaban que muchas de las pequeñas aldeas que cruzábamos no existían en el siglo XIX. Fueron naciendo alrededor de puntos de control del ejército. El que no tenía permiso para atravesar la zona y dinero para volver a su casa debía quedarse allí retenido. Con el paso de los años, la acumulación de personas allí bloqueadas generó el germen espontáneo de nuevas ciudades. Así que ha sido la movilidad humana la responsable de la creación de grandes asentamientos… ¡Qué paradoja!
Ahora se ha puesto muy de moda el concepto de “ciudad puesta en valor”. Cada Ayuntamiento, cada autoridad local se desvive por encontrar el valor exportable de su urbe. Puede ser la libertad con la que se pasea por la calle entre cañas y tapas o inaugurar las luces de Navidad más exuberantes del planeta; contar con excavaciones arqueológicas únicas o ser sede del festival de música electrónica más puntero del momento. Ignoro si algún alcalde o alcaldesa se está planteando que su ciudad sea la mejor preparada para la movilidad del futuro. Que además de tener el mejor equipo de fútbol, la sede de una productora de cine global o los mejores restaurantes sea la más “friendly” con los coches eléctricos, la que más fácilmente se transita si eres transportista, la más cómoda a la hora de encontrar un taxi barato, en la que más fácilmente se aparca. ¿Serán esos valores al alza en los consistorios más modernos? Deberían serlo. Las ciudades del siglo XXI, al igual que las medievales, se han de construir al hilo de cómo se mueven sus habitantes… O estarán condenadas al fracaso.