Casa Viva (Connecor)

LA NUEVA GENERACIÓN

- MARCEL BENEDITO, DIRECTOR DE CASA VIVA

Si aceptamos que la arquitectu­ra es el reflejo de una época y que las casas son la imagen de las personas en formato geométrico, tendremos que aceptar que la decoración y el aspecto de las viviendas que nos quedan por conocer tendrán más que ver con la gente joven que con cualquier otra considerac­ión.

Con esta reflexión borramos de un manotazo todas las proclamas sobre tendencias de color, estéticas de moda, materiales al uso y sensibilid­ades transitori­as para centrarnos en el aspecto de ese chaval que coge el metro con un skateboard bajo el brazo, auriculare­s de color blanco y un teléfono móvil que es su ventana exterior al mundo. Ese es el aspecto que tendrá su hogar, con gorra visera de los Chicago Bulls incluida.

¿Qué puede ocurrir? ¿Que se mude a un apartament­o ya amueblado? ¿Qué su futura suegra se encargue de la decoración del primer pisito? ¿Qué vaya a una tienda donde le vendan el paquete completo de comedor-cocina-dormitorio convencion­al? No importa. La realidad es más tozuda que todas las inercias juntas y, tarde o temprano, se dará cuenta de que su casa no puede ser como la de sus padres, reaccionar­á, tirará tabiques, comprará muebles diferentes y llenará la casa de tecnología digital o, quién sabe si de plantas y animalitos.

Así ha sido siempre y así seguirá siendo. Las tendencias que reclamamos año tras año a los fabricante­s y diseñadore­s, en realidad, están en la calle mostrando su estética urbana, sus tics y sus guiños, para quien las sepa ver. Los cambios sociales son los únicos capaces de influir en la forma de vivir de las personas. Todo lo demás es hojarasca y humo.

Se habla del coworking y del coliving como los dos grandes avances de la configurac­ión del entorno. Se trata de compartir servicios en espacios de trabajo o en casa. Tampoco es nada del otro jueves. Es posible que funcione en el mundo residencia­l, dado que en el del trabajo ya está tirando con fuerza desde hace años. Pero una cosa es que las empresas liberen a sus trabajador­es de horarios y mesas para que puedan desarrolla­r su actividad en cualquier sitio y otra muy ' diferente, es que los apartament­os se conviertan en hoteles cápsula donde la gente lo comparte todo menos la cama. Está por ver. Todas las experienci­as comunales que hemos conocido han acabado fracasando. Somos animales sociales, pero también nos gusta una cierta barrera física con los demás. Somos así de especiales.

Por esa misma razón, resulta digno de toda duda que los inventos del mundo del trabajo se puedan extrapolar a la experienci­a cotidiana residencia­l, por muy bien que se venda el tema en los foros de marketing avanzado. Las tendencias reales son las que funcionan y no las que pretendemo­s que lo hagan.

En conclusión ¿cómo será la casa de un chaval (ahora se llaman millennial­s) que no sabe muy bien qué es la programaci­ón de televisión, le importa un pito la política, viaja por todo el planeta sin complejos y no tiene claro cuál es su futuro profesiona­l? No lo sabemos, pero mientras hacemos conjeturas nos asomamos a las viviendas más avanzadas que nos brindan los interioris­tas por ver si atisbamos alguna pista de todo ello. Probableme­nte, la respuesta la tenemos delante y no la sabemos interpreta­r.

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