La ventana
“El interiorismo que hoy conocemos es básicamente heredero del Movimiento Moderno que, con distintas revisiones, ha alimentado los modos de proyectar durante varias generaciones y resistido los intentos que lo han querido desbancar. Muchos opinan que, ante la fragilidad de los argumentos opuestos al Movimiento Moderno, éste debería seguir vigente. Según mi opinión, están en lo cierto, puesto que los principios modernos no comprometen en absoluto la inclusión de todo aquello que la evolución de los tiempos va incorporando. Precisamente, éste es uno de los principios fundamentales: estar en sintonía con el espíritu de los tiempos. “La arquitectura es el espíritu de la época traducida a espacio”, dice Mies van der Rohe.
“Pero, actualmente, el culto a la imagen, junto con el consumismo y los efectos de la recesión económica, están mermando el espíritu de innovación constante que ha alimentado la arquitectura durante las épocas anteriores. En su lugar, se imponen tendencias decorativas cargadas de arbitrariedad, que ponen de moda la recreación de ambientes antiguos, impostados y llenos de absurdos sucedáneos. En mi opinión, significan un retroceso que ha venido a entorpecer el compromiso de un interiorismo dedicado a difundir las ventajas del espíritu moderno al mayor número de personas, animándolas a comprobar sus virtudes .
“La casa es el paradigma del espacio privado. ¿Cómo se explica pues que su diseño haya caído tan bajo? ¿Cómo es posible que, entre la especulación, los profesionales y los gobiernos se haya convertido en un lugar desencantado y estúpido, abrigo de estereotipos insensatos, tanto si se ampara en la tradición como si lo hace en la vanguardia? A veces, resulta demasiado chillón. ¡Cómo ganaría siendo menos llamativo y buscando la serenidad! Otras, se recluye adocenada sin ninguna ambición por deslumbrar. ¡Cómo ganaría convirtiéndose en una experiencia estimulante para quien la habita!”.
Reproducimos en esta página algunas de las ideas incuestionables, arrolladoras y claras como la luz del sol que encontramos sembradas en una obra de lectura obligatoria. Se trata del libro del interiorista Agustí Costa, algunos de cuyos proyectos hemos tenido el honor de publicar en esta revista, “La producción del interiorismo. Reflexiones ' críticas de una trayectoria comprometida” (L’Albí, 2018).
La obra, en un estilo directo y sin artificios, recoge una serie de reflexiones sobre el oficio del interiorista, realizadas desde la realidad de quien ha vivido de ello muchos años, además de dedicarse a la vertiente académica de esta profesión. Son ideas que se posicionan en una forma de entender el diseño de espacios basada en la sencillez, la funcionalidad y la belleza derivada de ésta última. Nacen de la convicción de que el diseño es un trabajo de responsabilidad que requiere una actitud valiente e, incluso, desafiante para que llegue a aportar algo a la sociedad actual. Una disciplina comprometida con su tiempo, que debe aprovechar las dificultades económicas para crecer y proponer soluciones que hagan más feliz la vida de las personas sin recurrir a presupuestos desorbitados ni a decorativismos vacíos de contenido. Según nos enseña Costa, cuando proyectamos convertimos nuestra actitud en forma, lo que hace más fácil tomar decisiones acertadas. Actitud positiva deriva en casa feliz. No se pierdan este libro, verdadero jardín de reflexiones sobre el nuevo interiorismo.