La ventana
La palabra bienestar se ha convertido en la acepción de moda en el mundo del interiorismo durante todo este año que ya tiene los días contados. Hemos de pensar que servirá con la misma intensidad, sino crecida, el próximo, dado al amplísimo recorrido que está demostrando. Tal vez, lector, no tengas la sensación de haberla oído con la frecuencia que estamos proclamando, pero, probablemente, nos darás la razón si te recordamos que su uso viene vestido con la sofisticación y frescura que le proporciona la traducción al inglés. Wellbeing.
¿A qué ahora estás de acuerdo en que parece que esta palabra ha inundado todos los circuitos de interiorismo del mundo? ¿Cómo habíamos podido vivir sin el concepto de wellbeing durante todos estos años? Parece mentira, pero es así. El tema es que el diseño de espacios —sean residenciales, de trabajo o de ocio— se centra en la voluntad y la necesidad de las personas y la funcionalidad se ciñe casi exclusivamente a las medidas humanas como un tejano recién lavado. Es una reacción al funcionalismo exacerbado, al minimalismo sin alma y al barroco vergonzante, que ahora se centra exclusivamente en el ser humano. Las palabras ergonomía, bienestar, confort y felicidad adquieren nuevo sentido cuando hablamos de entornos para vivir.
Es una operación parecida a la que obró el Renacimiento en los conceptos filosóficos. De repente, el ser humano pasó a ser el centro del mundo y los dioses se retiraron al banquillo. Pues ahora el estilo y la función se apartan un par de pasos atrás para revisar su estatus en función de la felicidad de las personas. Todo lo demás es secundario. Está bien, por la parte humana que nos toca.
Desde las páginas de nuestra revista saludamos la tendencia con la satisfacción que nos produce saber que, desde el día 1, hemos estado a favor del wellbeing todo y que en aquella época lejana le llamábamos simplemente confortabilidad. Está de moda decir que las tipologías de espacios ' interiores se confunden como consecuencia de los nuevos usos del trabajo y de la relajación de los horarios estrictos y las mesas asignadas a cada puesto laboral. Las formas de trabajar han cambiado con las nuevas tecnologías de comunicación y el espíritu libre de las nuevas generaciones. Los espacios de trabajo, los hoteles e incluso los grandes comercios ofrecen entornos que se confunden con la casa. Pero no nos llamemos a engaño: la inspiración, al fin y al cabo, viene del hogar. No de otro sitio. Por lo tanto, estamos trasladando al espacio que nos rodea todo aquello que hemos aprendido de la arquitectura residencial, incluidas la atmósfera y las sensaciones.
La conclusión es que los interioristas nos ofrecen lugares para descansar, trabajar, comprar o divertirnos que nos dan la misma sensación hogareña que siempre ha tenido el hogar, dulce hogar. Desde aquí ofrecemos nuestras casas, esas que nos hacen soñar cada mes, a los profesionales del diseño de interiores para que encuentren la verdadera inspiración de los próximos hoteles u oficinas. De nada.