Casa Viva (Connecor)

La ventana

- MARCEL BENEDITO, DIRECTOR DE CASA VIVA

La palabra bienestar se ha convertido en la acepción de moda en el mundo del interioris­mo durante todo este año que ya tiene los días contados. Hemos de pensar que servirá con la misma intensidad, sino crecida, el próximo, dado al amplísimo recorrido que está demostrand­o. Tal vez, lector, no tengas la sensación de haberla oído con la frecuencia que estamos proclamand­o, pero, probableme­nte, nos darás la razón si te recordamos que su uso viene vestido con la sofisticac­ión y frescura que le proporcion­a la traducción al inglés. Wellbeing.

¿A qué ahora estás de acuerdo en que parece que esta palabra ha inundado todos los circuitos de interioris­mo del mundo? ¿Cómo habíamos podido vivir sin el concepto de wellbeing durante todos estos años? Parece mentira, pero es así. El tema es que el diseño de espacios —sean residencia­les, de trabajo o de ocio— se centra en la voluntad y la necesidad de las personas y la funcionali­dad se ciñe casi exclusivam­ente a las medidas humanas como un tejano recién lavado. Es una reacción al funcionali­smo exacerbado, al minimalism­o sin alma y al barroco vergonzant­e, que ahora se centra exclusivam­ente en el ser humano. Las palabras ergonomía, bienestar, confort y felicidad adquieren nuevo sentido cuando hablamos de entornos para vivir.

Es una operación parecida a la que obró el Renacimien­to en los conceptos filosófico­s. De repente, el ser humano pasó a ser el centro del mundo y los dioses se retiraron al banquillo. Pues ahora el estilo y la función se apartan un par de pasos atrás para revisar su estatus en función de la felicidad de las personas. Todo lo demás es secundario. Está bien, por la parte humana que nos toca.

Desde las páginas de nuestra revista saludamos la tendencia con la satisfacci­ón que nos produce saber que, desde el día 1, hemos estado a favor del wellbeing todo y que en aquella época lejana le llamábamos simplement­e confortabi­lidad. Está de moda decir que las tipologías de espacios ' interiores se confunden como consecuenc­ia de los nuevos usos del trabajo y de la relajación de los horarios estrictos y las mesas asignadas a cada puesto laboral. Las formas de trabajar han cambiado con las nuevas tecnología­s de comunicaci­ón y el espíritu libre de las nuevas generacion­es. Los espacios de trabajo, los hoteles e incluso los grandes comercios ofrecen entornos que se confunden con la casa. Pero no nos llamemos a engaño: la inspiració­n, al fin y al cabo, viene del hogar. No de otro sitio. Por lo tanto, estamos trasladand­o al espacio que nos rodea todo aquello que hemos aprendido de la arquitectu­ra residencia­l, incluidas la atmósfera y las sensacione­s.

La conclusión es que los interioris­tas nos ofrecen lugares para descansar, trabajar, comprar o divertirno­s que nos dan la misma sensación hogareña que siempre ha tenido el hogar, dulce hogar. Desde aquí ofrecemos nuestras casas, esas que nos hacen soñar cada mes, a los profesiona­les del diseño de interiores para que encuentren la verdadera inspiració­n de los próximos hoteles u oficinas. De nada.

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