Clásicos
BD Barcelona Design presenta en exclusiva mundial el Colgador Calvet, un diseño inédito de Antoni Gaudí, datado en 1903, que es posiblemente la pieza de mobiliario más pequeña realizada por el arquitecto. La firma lo ha reeditado dentro de su catálogo de Art Editions.
La Casa Calvet fue construida por Gaudí para los herederos de Pedro Mártir Calvet, fabricantes de tejidos, entre 1898 y 1899, aunque las obras de acabado no se concluyeron al menos hasta 1903, año en que debieron de realizarse gran parte de los muebles.
Para el salón principal de la vivienda, Gaudí diseñó un conjunto de sofá, butacas, sillas y taburetes tapizados en seda, construidos con chasis metálicos dorados y sostenidos sobre patas y montantes de madera, inspirados, sin duda irónicamente, en el estilo Luis XV, admirado entonces por la burguesía aristocratizante de Europa, mientras que los muebles diseñados para los distintos ambientes de las oficinas son todos de madera machihembrada de roble.
Algunos elementos menores llaman la atención por su complejidad, al humor con que son interpretados algunos estilos de moda entonces, como las dos perchas que han llegado hasta el momento presente, una grande, de hierro policromado y madera en forma de corona, y otra, individual, que es la que aquí se presenta, y que forma parte de las colecciones de la Cátedra Gaudí. Tal vez esta sea la pieza de mobiliario más pequeña jamás realizada por Gaudí –25 centímetros de dimensión máxima– y, sin embargo, en ella se produce y revela toda la complejidad de las mayores, para las que éstas constituyen el banco de pruebas. Un cuerpo central de madera, forma rectangular, bordes ondulantes y superficie atravesada por tres aberturas alargadas, se une por medio de dos cintas de acero patinado en latón a otros dos elementos, también de madera, torneados con formas redondeadas, uno de los cuales es el soporte parietal y el otro el colgadero propiamente dicho, aunque también de las barras del cuerpo central podrían colgarse prendas. Contemplar de cerca este pequeño mueble es impresionante, ya que las cintas conservan la viveza del gesto de unas manos, las de Gaudí, que las han convertido en nudo con el que unir las tres partes de madera: ligeras y ondulantes, las atan gentilmente, sin violentarlas, manteniendo entre ellas una completa independencia. Como en tantas otras obras de Gaudí, en esta percha no hay “diseño”, en el sentido de algo que ha sido “proyectado” anteriormente, sino que hay acción, la de los dedos que manejan la cinta con la que los elementos macizos quedan sutilmente ligados en el aire.
Pero aún hay más. ¿Qué son esos tres elementos de madera? Uno, el que se sujeta a la pared, es un soporte de producción seriada; el otro, el que sirve de colgadero, tiene todo el aspecto de un remate de muebles torneados o barandillas; ¿y no parece el tercero una de esas parrillas que acogen el libro en un atril? Tres elementos dispares, tres objets trouvés, ligados por medio de una cinta que, aunque metálica, exhibe en sus formas ondulantes la frescura vivaz del nudo recién hecho. Gaudí no “inventa” los elementos que necesita para alcanzar unos fines ya establecidos previamente, sino que los “recolecta” – literalmente– antes de haber decidido para qué servirán, porque en realidad todo puede servir para todo.