Las habitaciones se han amueblado de forma minimalista
El blanco como materia principal. Ésta ha sido la premisa que han seguido los autores del proyecto de principio a fin. El blanco como generador y conductor de la luz. Unas sombras negras desteñidas por su fondo blanco. Una cal blanca, en sus paramentos verticales exteriores, que al llegar a su base sigue la misma trazabilidad y linealidad al emplear el microcemento blanco como de continuidad. La base proyectual podría traducirse como un gran lienzo blanco al que se le ha dotado de distintos pigmentos blancos para conformar todos los espacios. Siguiendo las pautas marcadas por las austeras líneas de la arquitectura de esta vivienda, el proyecto de interiorismo ha planteado unos interiores muy vinculados al paisaje exterior y que, al mismo tiempo, reproducen el sosiego y la tranquilidad que anticipan sus muros.
En su interior la vivienda se ha proyectado con unos ambientes cálidos, combinando una paleta de tonos, que se complementan con un mobiliario dispuesto de forma muy cuidada. Los propietarios han participado muy activamente a la hora de escoger el mobiliario y han colaborado en la elección de los materiales de los acabados interiores, estableciendo un diálogo fluido entre ellos y el arquitecto. Las habitaciones se han amueblado de forma minimalista, apostando únicamente por el uso de las piezas imprescindibles y dejando de lado lo superfluo, de modo que se han creado atmósferas acogedoras y limpias, que invitan a la relajación y a la tranquilidad. Una sencillez y depuración que se ha seguido también en los baños, en los que domina el blanco absoluto.
De esta forma, al igual que la arquitectura está pensada para la integración de los volúmenes en la tierra, el interiorismo asume la misma vocación y declara sin complejos que el entorno es lo que manda en este proyecto y ante él se rinde.