Ubicación privilegiada
La casa de la duna
Uno de los aspectos más destacables de esta vivienda en Oliva, Valencia, es su privilegiada ubicación: junto al mar Mediterráneo, frente a una playa de fina arena blanca y adosada a la duna litoral, con una sutil elevación sobre el terreno desde la que parece apropiarse del entorno. Todo esto condiciona una arquitectura e interiorismo de ensueño.
Sus nuevos propietarios, una familia con dos hijos, no pasaron por alto todas las cualidades de ubicación de esta vivienda en la playa de Oliva. De hecho, vieron en ella todo el potencial para convertirla en su segunda residencia soñada, en la que poder descansar y celebrar reuniones con amigos y familiares. La construcción original, de planta rectangular, con cubierta a cuatro aguas y un gran patio cerrado, fue realizada a mediados del siglo pasado por un alcalde de París. La obra se rigió por criterios de su época, con una organización interior clásica y compartimentada. Esto le confería un aspecto sombrío y cerrado, que la privaba de las muchas virtudes de su enclave. Por lo tanto, era necesaria una profunda remodelación capaz de transformar el sueño de la pareja en una realidad.
El estudio de arquitectura Ruben Muedra planteó una reforma integral de la vivienda, orientada a rescatarla del pasado y adaptarla al momento actual, sin perder de vista los gustos y necesidades de los propietarios. Para ello se propusieron afrontar la rehabilitación con dos materiales esenciales, propios del Mediterráneo: la luz y la cal blanca. El objetivo era lograr que la casa, la duna, la playa y el mar se fusionasen en un todo abierto e intercomunicado, al tiempo que se preserva la privacidad de sus habitantes con respecto a las viviendas próximas. El éxito de la intervención no reside solo en la renovación de la edificación,
TODA LA SENCILLEZ, LUMINOSIDAD Y PUREZA DE LÍNEAS DEL EXTERIOR SE TRASLADAN AL INTERIOR DE LA VIVIENDA
sino en su capacidad para integrarla en la naturaleza que la rodea. De esta forma, ha hecho suyos aspectos únicos como la luz, las vistas, la brisa o el sonido de las olas. La vivienda se mimetiza con su entorno desde la propia zona de acceso, donde un porche blanco se extiende hacia la playa, trazando una conexión física y visual con ella. Los perfiles de acero que sostienen la estructura, estilizados y elegantes, permiten disfrutar de una espectacular panorámica sin interferencias. Entre el porche y el patio de la piscina se dispone una plataforma elevada de madera, a modo de terraza-solárium. Este elemento saca aún más partido a las vistas, ofreciendo a los usuarios la sensación de encontrarse flotando sobre el propio mar. Toda la sencillez, luminosidad y pureza de líneas exteriores se trasladan al interior de la vivienda. En ella domina el blanco, puntuado por la madera de nogal que envuelve los bloques pertenecientes a la antigua estructura de la casa. El pavimento pétreo también actúa como elemento armonizador, revistiendo con la calidez de su toque crema el suelo de todos los espacios, desde el porche hasta el patio de la piscina.
Un pasillo central cruzaba la planta de la construcción original y las estancias se distribuían de manera prácticamente aleatoria a sus lados. La intervención ha rectificado este caos, reorganizando los espacios en función de su uso. El ala sur acoge la zona pública, ampliada al incorporar el espacio del viejo corredor.
Esto permite crear un ambiente único, abierto y diáfano, que comparten la cocina, el salón y el comedor. Los tabiques acristalados facilitan el acceso de la luz natural, que se ve potenciada por los tonos claros de muebles, paredes y techos. También favorecen la comunicación con el patio exterior en el que la piscina, una lámina continua de agua con el mar de fondo, puede cerrarse con un acristalamiento frontal. Así, los usuarios se protegen de las fuertes brisas sin renunciar a la conexión visual con el entorno.
La cocina es una de las estancias más destacadas de la vivienda. Concebida como espacio de trabajo y ocio, en su planificación se cuida hasta el más mínimo detalle para cumplir con los requerimientos de los propietarios. Entre ellos se incluye la necesidad de cocinar habitualmente para numerosos comensales, de ahí que disponga de dos zonas de cocción: una regular para el día a día, con placa de inducción, y una industrial en acero inoxidable, para las ocasiones especiales con invitados. Como detalle final, la cocina puede aislarse de la zona pública cuando los usuarios lo desean. Esto se consigue mediante un cerramiento acristalado, que permite separar los ambientes sin reducir su luminosidad.
El ala norte de la casa, por su parte, se destina a zona privada, agrupando cuatro amplios dormitorios y dos aseos. La suite principal se asoma a la duna, sin límites físicos con el mar.
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