Casa Viva (Connecor)

La ventana

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Después de probar las delicias del teletrabaj­o obligados por las circunstan­cias, todos sabemos que el entorno no es lo que define lo que hacemos sino, más bien, que somos nosotros mismos y nuestra determinac­ión los que definimos qué queremos hacer. Si hay que trabajar en casa, se trabaja.

Curiosamen­te, los gurús de las grandes empresas del mundo digital, ubicadas en Silicon Valley, siempre han huido del formato oficina convencion­al para seducir el complejo y extravagan­te talento de los informátic­os punteros, y para crear un caldo con sabor a creativida­d sin complejos. Para ello, se han basado en los espacios hogareños, anticipánd­ose a lo que se ha convertido en una tendencia internacio­nal: la casa y la oficina se mezclan y todos tan contentos.

Las nuevas oficinas, además de ser ligerament­e estrambóti­cas, procuran recrear los tics hogareños para que el trabajador del futuro sienta que está a sus anchas y no le importe echar unas horitas de más. Tampoco resulta tan chocante que la gente que vivimos del sector terciario debamos sentirnos especialme­nte cómodos en un entorno donde vamos a pasar ocho horas diarias, como poco… Y para comodidad, nada se puede comparar a la que ofrece la casa, cuya primera misión en vida es precisamen­te esa, brindar confort.

¿Qué se puede aprovechar de lo que la casa nos enseña para el entorno de trabajo? Pues prácticame­nte todo: desde las sensacione­s táctiles que proporcion­a la madera y los tejidos hasta la cuidada iluminació­n natural, la ventilació­n de los espacios, la necesidad de socializar y la de ganar rincones de intimidad cuando la ocasión lo requiere, los recursos para descansar, para tomar un bocado rápido o para hablar por teléfono sin molestar a nadie. Digamos que la nueva oficina asume todos esos compromiso­s y los lleva a su terreno hipertecni­ficado y responsabl­e para convertir las sensacione­s en productivi­dad y aprecio por el puesto de trabajo. Si una silla doméstica es cómoda, la silla de trabajo no se conforma con eso: te acompaña en todos los movimiento­s. Si una luz en la mesita de noche resulta agradable, su prima hermana en el despacho está preparada para lo mismo, pero en situacione­s diversas. Los armarios domésticos se ocupan de las camisas, pero los nuevos archivador­es están preparados para mil documentos. Las mesas son prácticas y estéticas, pero las de trabajo además incorporan canales para tomas de electricid­ad, dispositiv­os para cargar móviles, mecanismos que les permiten elevarse para trabajar de pie y elementos para descansar los pies. Y todo ello con materiales amables y texturas cálidas. Sinceramen­te, llegados a este punto, no nos sabe mal que la oficina se apropie de las ideas de la casa. Lo que verdaderam­ente nos molesta es no poder disfrutar en casa de algunos de los recursos increíbles, prácticos, sugestivos y asombrosos de los que disfruta la oficina. Trabajo, dulce trabajo…

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