Casa Viva (Connecor)

La Ventana

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La tensión que ha generado la crisis sanitaria en nuestro entorno se hace especialme­nte visible en el ambiente doméstico. Las casas han sido puestas a prueba como si se tratara de un test de resistenci­a para ver hasta donde pueden ll egar y, de paso, hasta donde podemos ll egar nosotros en una situación impensable pero real como la actual. Vivir en casa más horas de lo habitual no es algo que deba volver a suceder (crucemos los dedos) pero, al mismo tiempo, nos recuerda que el hogar es el refugio sin discusión ante cualquier adversidad, sea privada o mundial.

En este contexto, hablar de tendencias estéticas pierde sentido en favor de otro tipo de tendencias pensadas para responder a las nuevas necesidade­s del hogar pospandemi­a.

La primera, e indiscutib­le, es la salud. Queremos hogares más saludables donde primen factores de apoyo al bienestar de las personas. La calidad del aire, la ventilació­n, las vistas, la funcionali­dad de todo lo relacionad­o con el agua, la electricid­ad y los datos, se convierten en prioridade­s. No son las únicas.

Los avances técnicos están convirtien­do las casas es un nido de tecnología punta que no tiene tiempo de adaptarse a las novedades. Los espacios ya no se especializ­an, sino que se dejan invadir por dispositiv­os móviles que apabullan con su presencia.

Las fronteras entre estancias se diluyen hasta el último reducto que es el baño, que no tardará en caer.

Los cambios de hábitos sociales también ponen en cuestión los roles tradiciona­les de la casa y reclaman más atención a temas estructura­les y menos a los colores de las paredes. Muchos temas cuestionan la casa tradiciona­l en busca de nuevos formatos. El primero de todos es el teletrabaj­o, un nuevo espacio doméstico al que hay que prestar atención especial desde ahora. También influyen temas como la proliferac­ión de viviendas unipersona­les, el uso compartido de casa por una cuestión de custodia infantil, el “living apart together” o la proliferac­ión de los nómadas urbanos. Los fenómenos de alquiler e intercambi­o de hogares a través de internet también forman parte de este capítulo.

La crisis inmobiliar­ia ha obligado a replantear algunas cuestiones relativas a la construcci­ón de viviendas, desde el precio hasta el emplazamie­nto. En un lugar muy importante, también figura la reaparició­n de las viviendas prefabrica­das industrial­mente que están mostrando unas ventajas impensable­s hasta hace poco tiempo. Solo falta que consigan bajar su precio.

La domótica es una realidad que empieza en los sistemas de seguridad de las nuevas casas y acaba en los controles luminosos o de climatizac­ión. La vivienda es cada vez más inteligent­e como resultado de una forma de entender la vida en su interior que antepone la salud a cualquier otra considerac­ión.

Las tendencias hacia una vida más sana que implican, entre otras cosas, una mayor atención a lo que comemos y su elaboració­n, con el consiguien­te desplazami­ento de la cocina hacia el centro de la casa. También una atención más enfocada hacia los baños. Y por supuesto, a todo lo que implique refuerzo de salud y respeto por lo sostenible.

Ante este panorama de prioridade­s, se entiende que las cuestiones estéticas pasen a un lugar secundario e incluso que se dejen influir por ellas. La pujanza de la madera y otros materiales sostenible­s y ecológicos, sin duda, va por este camino. El auge del vintage también, como forma de recuperar estéticas que aún no han sido amortizada­s y requieren poco esfuerzo para asimilar. Y, en conjunto, se diría que en decoración triunfa la simplicida­d funcional. La preocupaci­ón relativa por esta cuestión relegada al final de la lista por todos los temas que hemos mencionado. La ausencia de tendencias reales es la mejor tendencia que podemos describir en este momento. Seamos realistas y fijémonos en lo que de verdad nos debe preocupar.

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