Expansión Andalucía - Casas y Estilo
Dueños de la historia:
Desde grandes fortunas a fondos de inversión, la adquisición de este tipo de propiedades singulares implica un compromiso con su legado LA COMPRA DE UN PALACIO O UN CASTILLO, ENTRE LA PASIÓN Y LA RESPONSABILIDAD del siglo XIII al pequeño Versalles
Hace apenas unos días, el magnate checo Daniel Kretinsky, dueño de la sociedad EP Corporate Group –hólding que engloba todas las participaciones estratégicas del multimillonario como EPH en energía o Czech Media Invest (medios de comunicación)– se convertía en el nuevo inquilino de Château du Marais, un castillo situado a las afueras París, construido en el siglo XVIII, y que está considerado uno de los edificios más notables del periodo de regencia de Luis XVI, último rey francés antes de la caída de la monarquía por la Revolución Francesa. Kretinsky, dueño además del equipo de fútbol Spartak de Praga y el mayor inversor del servicio postal británico Royal Mail, es ejemplo de la nueva nobleza sin título que reina hoy en los palacios y castillos en los que otrora descansaban los dirigentes de la vieja Europa. El checo sucede así a dinastías como la de Noailles, Castellante, Talleyrand-Périgord y, más recientemente, las familias Pourtalès y Frotier de Bagneux, en la rica tarea de conservar y continuar la historia de un edificio único. Porque “comprar y mantener propiedades con un patrimonio tan grande como este implica asumir una enorme responsabilidad, unida a la pasión por la historia y a un gusto exquisito”, explicaba Alexis Caquet, director general del Market Center de Engel & Völkers en
París, agencia que ha vendido el edificio en una operación que contaba con un precio de salida de 52 millones de euros.
Para las grandes fortunas –que han crecido en número un 9,3% en 2020 y 2021, según The Wealth Report–, hacerse con un edificio histórico es la joya de la corona de su porfolio inmobiliario. La mayoría “busca la diferenciación, una experiencia, cumplir un sueño o hacérselo vivir a otros. Y en este camino hay ciertos criterios que siempre están pre
sentes: la singularidad (el carácter de la propiedad), su historia y arquitectura, una localización evocadora y que el conjunto pueda ofrecer buenos servicios”, explican Ana Vela y Ramón Amat, fundadores de The Singular Space. Pero “no hay un perfil único de potencial comprador; este puede ser tan único como la pieza que está dispuesto a adquirir”, añaden.
España cuenta con un rico patrimonio en este exclusivo mercado en crecimiento tras la pandemia, en el que “se pueden encontrar piezas históricas completamente rehabilitadas y con una atención al diseño cada vez más acertada; a joyas en bruto que precisan de una inversión inicial para adaptarse a las necesidades específicas del nuevo cliente”, explican desde The Singular Space. Dependiendo del emplazamiento del inmueble, el perfil inversor es variado, desde el cliente nacional que busca una villa con historia o franceses, alemanes o daneses y por supuesto también americanos y latinoamericanos que quieren una vivienda en España, a grandes compañías de inversión y/o gestión de hospitality e inversores o gestores de hoteles boutique dirigidos a clientes de gama alta en aquellos inmuebles en zonas más turísticas.