Expansion Primera ED - Casas y Estilo
Magia navideña
Para iluminar un hogar
La decoración especial debe tener el estilo de la habitual de cada casa para armonizar
Para crear ambientes cálidos y familiares, el verde y el rojo, colores por excelencia de una blanca Navidad, se combinan con tonos dorados y detalles de estilo rústico
Isabel Vilches. Madrid
Ya es Navidad. Al menos de manera oficiosa, porque este Puente de la Constitución es la fecha elegida por muchos para adornar el árbol, montar el Belén y colgar una corona –mejor si es frondosa– en la mirilla de la puerta de entrada de su casa. Es tiempo de decorar las viviendas para disfrutar de la visita de familiares y amigos, de brindar con ellos, de engordar –irremediablemente–, que no hay mesa española que no sea un derroche de buenas recetas con extra de calorías (y se acepta de buena gana); de regalar y de reflexionar por lo acontecido en este año y pensar en los deseos y propósitos del próximo.
Para evitar que la vivienda parezca el pasillo de un centro comercial, por aquello de mezclar todas las novedades, colores y cantinelas, la interiorista Helena Cánovas, alma máter de Helena Cánovas Studio, recuerda que “lo más importante es que lo que se añada estos días vaya acorde al estilo del hogar. Se deben elegir tonos que vayan bien con la decoración del mismo, así como una luz cálida para que todo sea más agradable”. Para aportar esa sensación de calma, recomienda elementos en “plata dorada o de latón antiguo, olvidándonos de los oros muy brillantes”.
Otra Navidad más, el rojo y el verde representan la tradición, pero este año “con tonalidades más oscuras y discretas. Huiremos del rojo vivo y el verde césped”, sugiere la especialista. Tendencia clásica que también repite Lucía Casaus, arquitecta interiorista y fundadora de GC Studio: “Para mí, la Navidad siempre es una época del año que responde a dos colores bases muy definidos: el verde y el rojo. Sin embargo, esta paleta tan simple combina perfectamente con las novedades que cada temporada llegan. Los acentos dorados y el estilo más rústico son las claves este 2022. Se trata de volver a los orígenes, a los recuerdos de infancia de cada uno, al hogar más tradicional”.
Por mucho que el precio de las facturas esté por los cielos, para Casaus sería un pecado este año “no utilizar luces de Navidad. Por suerte cada vez son más sofisticadas, sostenibles y discretas. La iluminación puede ayudar a transformar un espacio y dotarlo de esa magia que todos buscamos estos días. Además, este elemento decorativo puede completar otras piezas naturales que se pueden encontrar dando un pequeño paseo por el campo, como hojas secas, piñas, ramas...”. Cánovas
Si el árbol de Navidad se compra sin cepellón está muerto y no podrá ser replantado
coincide con esa ilusión de mezclar bombillitas con elementos de la naturaleza. Si hay poco presupuesto, la interiorista apuesta por “unas ramas gigantes de acebo [ojo, que está prohibido cortarlo en el monte; tampoco se puede coger muérdago o musgo, por ser especies amenazadas] para tener siempre en un buen jarrón aportando color y alegría, así como guirnaldas de luces cálidas para disponer en sitios estratégicos de la casa”.
En las familias religiosas, la pieza clave y principal de esta decoración especial es el Belén, que estas vacaciones son días de fiesta por la conmemoración del nacimiento del niño Jesús. Para Cánovas, de hecho, el Misterio sería una inversión segura: “Uno clásico que nunca pase de moda y que pueda pasar de generación en generación”. Cada año, se le podría añadir una figura nueva, otra de las tradiciones familiares más arraigadas.
Abetos con cepellón
El árbol, ese elemento común que une a (casi) todos los hogares nacionales, es también un símbolo religioso, aunque su uso hoy en día sea aséptico. De origen pagano, para evangelizar a los pueblos tomaron su costumbre de adornar una especie perenne y se cree que fue San Bonifacio quien, a principios del siglo VIII y tras leer el Evangelio, tomó un hacha y taló un abeto en la actual Alemania y lo ofreció a los lugareños como fruto eterno, porque sus hojas nunca caían, adornándolo con manzanas, símbolo del pecado original, y velas, que representaban la luz de Cristo.
Si este año en casa se va a apostar por uno natural como entonces, hay que seguir los consejos del paisajista Fernando Pozuelo para asegurar la vida de una planta de exterior con la calefacción casera. “A la hora de elegir la especie, debemos de tratar que sea un árbol con cepellón, es decir, un abeto vivo, en vez de uno talado y posteriormente pinchado en una maceta con tierra, muerto. Esos son solo de usar y tirar y desaconsejo totalmente su compra”, apunta. Los más habituales en las tiendas son “el Abies Excelsa, que suele venderse con la raíz cortada; el Abies Nordmanniana, de piel blanca, que normalmente
se comercializa con cepellón; y el Abies Pinsapo, de mayor calidad y gran longevidad, autóctono de la sierra gaditana de Grazalema”, detalla Pozuelo, que sugiere que, una vez abiertos todos los regalos de Reyes, esta pieza decorativa regrese a la naturaleza, en esta ocasión en libertad, porque son cultivados para este fin. “Se puede plantar en un área forestal, donde haya abetos similares o al menos coníferas, pero estos supuestos son más complejos, dado que los abetos comercializados divergen del propio ecosistema autóctono de la zona”, explica el especialista, fundador del estudio de Paisajismo que lleva su nombre.
A la hora de mantener lustrosa y viva a esta planta de exterior, Pozuelo enumera una serie de pistas sencillas: “Debemos mantenerlo en un sitio muy fresco, como una terraza, con sol de mañana. Si se ubica en un interior, hay que mantenerlo el mínimo tiempo dentro, y en este caso, con luz pero no sol directo a través de un cristal. Y, además, podemos pulverizar levemente las hojas con agua una vez por semana”.
Bolas de diferentes destinos
Su ornamentación es tan personal que aguanta prácticamente cualquier pieza colgante, al gusto del propietario. Es común en muchos hogares coleccionar bolas de los diferentes destinos a los que viaje la familia (en vez de imanes, o a la par). Cada año, se pueden añadir adornos o sustituir los más antiguos por otros más actuales, que las modas cambian por mucho que la forma más común y típica sea la redonda. Las hay de fino cristal (sobre todo las antiguas), de papel o plástico a prueba de niños o mascotas. Lo que ya no se lleva nada es rodearlo de espumillón estridente. Según Cánovas, esta Navidad, “nada de guirnaldas de papel dorado y plateado en el árbol, que le quitan totalmente el protagonismo al mismo”. Palabra de decoradora.