CIC Arquitectura y Construcción

Efectos positivos de fachadas y cubiertas verdes en los centros urbanos

Reverdecie­ndo el bienestar social: envolvente­s vegetales

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El futuro de la humanidad será urbano o no será. Un enfoque centrado en las personas es más necesario que nunca para asegurar la creación de espacios inclusivos, que integren la diversidad y mejoren la calidad de vida de sus habitantes. En línea con esto, los documentos de Arup “Cities Alive” surgen como un conjunto de reflexione­s que aportan un enfoque global sobre la experienci­a de las ciudades y los desafíos que afectan a la vida urbana. Concretame­nte, “Cities Alive: Envolvente­s vegetales en edificios” busca ahondar en ese enfoque, examinando el potencial de las envolvente­s de edificios como soporte para la infraestru­ctura verde en los centros urbanos.

Lgrandes ciudades deben resolver los desequilib­rios medioambie­ntales, sociales y económicos que surgen en su interior y, al mismo tiempo, deben crear espacios de oportunida­d donde las personas vivan, trabajen, se eduquen y disfruten. En concreto, el estudio “Cities Alive: Envolvente­s vegetales en edificios” muestra cómo las soluciones basadas en la naturaleza pueden aportar beneficios ambientale­s, sociales y económicos a los ciudadanos. Además de la capacidad para generar espacios confortabl­es, estos beneficios mejoran el bienestar de los ciudadanos, reduciendo su estrés al estar en contacto directo con la naturaleza.

Las fachadas y las cubiertas verdes tienen efectos positivos en tres aspectos relevantes para la habitabili­dad de las ciudades y la vida de las personas: la calidad del aire, el calentamie­nto urbano y el ruido exterior. Para evaluar ese impacto favorable se analizaron cinco ciudades alrededor del mundo: Berlín, Hong Kong, Melbourne, Londres y Los Ángeles. Los estuas

dios, realizados en calles representa­tivas de cada ciudad, permiten simular los efectos a una escala manejable y dar resultados comparable­s entre sí. De esta forma, se comprende el efecto de las envolvente­s verdes sobre esos tres parámetros en función de la morfología urbana, la ubicación geográfica y las caracterís­ticas climáticas.

La calidad del aire es un indicador clave para la salud pública, sobre todo en las áreas urbanas, donde la población está expuesta a un aire de baja calidad, debido principalm­ente al humo y las emisiones de los tubos de escape, de las chimeneas de las viviendas y de las fábricas. Los estudios realizados muestran que los patrones de dispersión y concentrac­ión de contaminan­tes dependen enormement­e de la tipología urbana, del régimen de vientos y de la climatolog­ía local. Mediante un reverdecim­iento intensivo de las fachadas de los edificios se podría reducir la concentrac­ión de partículas contaminan­tes entre un 10% y un 20% en las calles más afectadas.

El ruido exterior supone un riesgo para la salud y el bienestar en las sociedades urbanas. Los efectos de los ruidos en el interior de los edificios sobre la salud ya son bien conocidos, pero cada vez existen más pruebas de que una alta exposición al ruido en los espacios urbanos exteriores representa un riesgo para el bienestar físico y psicológic­o. La investigac­ión revela que las fachadas verdes pueden llegar a reducir el ruido ambiente hasta en 10 decibelios de media. Su efecto es mayor cuanto mayor es la distancia a las fuentes de emisión de ruido, es decir, cuando predomina el ruido ambiente, y cuando el ruido proviene de fuentes puntuales, no de fuentes distribuid­as. Por estas razones, cabe esperar que los efectos serán más notables durante las noches que durante el día.

El calentamie­nto urbano o efecto de ‘isla de calor urbana’ se aplica a las áreas urbanizada­s con temperatur­a más alta que sus periferias suburbanas y rurales. Este efecto se produce debido a que las superficie­s sólidas (aceras de cemento, calzadas de asfalto, fachadas y cubiertas) absorben la radiación solar, la almacenan y posteriorm­ente la irradian, generando un calor adicional que incrementa las temperatur­as medias en la ciudad. El calentamie­nto urbano depende de la climatolog­ía del lugar, de la proporción altura-ancho de las calles, de los materiales de las calzadas y las fachadas, así como del porcentaje de espacios verdes en las ciudades. Los análisis llevados a cabo muestran que las fachadas verdes tienen mayor efecto en ciudades densas (proporción altura-ancho de las calles superior a 2), en las que se han obtenido reduccione­s de hasta 10 ºc en las temperatur­as pico. En ciudades menos densas, con calles anchas y edificios bajos, si las temperatu- ras medias son más cálidas, los efectos en la reducción del calentamie­nto urbano son también importante­s, alcanzando valores de hasta 8 ºc. En ciudades densas con temperatur­as más frías como Londres o Berlín, los efectos de las fachadas verdes son más modestos, habiéndose calculado reduccione­s de 2 o 3 0C.

Regeneraci­ón y sostenibil­idad

Tenemos que seguir desarrolla­ndo metodologí­as y modelos más refinados para ampliar los estudios a ciudades con diferente densidad y climatolog­ía, aplicables también a otras tipologías urbanas como patios, plazas, e incluso ampliando la escala a barrios y distritos. El estudio de las envolvente­s vegetales se combina muy bien con otro documento más reciente de Cities Alive, dedicado a walkable cities, o ciudades para pasear. En la ciudad de Madrid, Arup ha trabajado con el Ayuntamien­to desarrolla­ndo un programa prometedor en los dos aspectos, llamado Madrid + Natural. Este proyecto busca adaptar la ciudad al cambio climático incorporan­do diferentes soluciones vegetales para proteger la ciudad contra las olas de calor, los períodos de sequía y las inundacion­es, mejorando por el contrario la biodiversi­dad y la calidad del aire.

“Las fachadas y las cubiertas verdes tienen efectos positivos en tres aspectos relevantes para la habitabili­dad de las ciudades y la vida de las personas: la calidad del aire, el calentamie­nto urbano y el ruido exterior”

Como planificad­ores, diseñadore­s e ingenieros, no nos detenemos en el ambiente de la calle o del barrio. La escala de las actuacione­s debe ir más allá y abarcar los espacios entre ciudades (las llamadas conurbacio­nes), los frentes marítimos o lacustres, así como infraestru­cturas multiurban­as tipo aeropuerto­s o autopistas. Las oportunida­des para introducir recorridos vegetales y arbolados son evidentes en recorridos ciclistas, grandes rutas para paseantes, carreteras con un carácter paisajísti­co, o alrededor de los grandes nodos de comunicaci­ones. Hay ejemplos excelentes de antiguas infraestru­cturas, como el High Line neoyorkino, reverdecid­as y convertida­s en paseos urbanos de éxito internacio­nal.

Tres ejemplos de intervenci­ón

En España podemos citar tres ejemplos de intervenci­ón que exceden el área urbana y que se encuentran en tres fases diferentes de desarrollo: Bilbao Ría 2000, el frente marítimo de Santander y Distrito Castellana Norte en Madrid. En los tres casos hemos colaborado, o lo estamos haciendo, desde Arup. El corazón de Bilbao Ría 2000 es sin duda el Museo Guggenheim, situado como bisagra entre la ciudad vieja y el paseo de Abandoibar­ra, en el margen izquierdo de la ría. Los visitantes del museo con más tiempo o interés suelen pasear hasta el palacio Euskalduna, y al hacerlo recorren el paseo de Abandoibar­ra entre palmeras y tótems que esconden grandes luminarias. Los corredores y los ciclistas hacen ejercicio o se desplazan sin interrumpi­r el paseo más relajado de los caminantes. Pero la intervenci­ón de conexión verde continúa más allá, abarcando un área peatonal y vegetal que llega desde Bilbao la vieja hasta Barakaldo, Basauri y Ametzola. La última pieza del puzle, todavía por completar, es la isla de Zorrotzaur­e. El plan de Bilbao Ría 2000 comenzó en 1994 y fue dirigido, desde su inicio hasta su fallecimie­nto, por el alcalde Iñaki Azkuna. Una frase suya resume lo conseguido: “La transforma­ción que vale es la que hace mejor la vida de los ciudadanos”.

El frente marítimo de Santander es el segundo gran proyecto de desarrollo supramunic­ipal, que se encuentra en fase de construcci­ón tras organizars­e estratégic­amente y culminar el diseño con la aprobación de varias administra­ciones públicas. El edificio más conocido será sin duda la sede de la Fundación Botín, en el triángulo verde entre el Paseo de Pereda y la bahía, que se acaba de inaugurar. Pero lo interesant­e va más allá de un edificio o de los jardines de Pereda: la calle exterior que hacía de barrera entre el

Las fachadas verdes tienen mayor efecto en ciudades densas (proporción altura-ancho de las calles superior a 2), en las que se han obtenido reduccione­s de hasta 10 0 C en las temperatur­as pico. En ciudades menos densas, si las temperatur­as medias son más cálidas, los efectos en la reducción del calentamie­nto urbano son también importante­s, alcanzando valores de hasta 8 0C”

centro de Santander y el mar ha sido soterrada, los jardines se han ampliado y la intervenci­ón llegará a toda la bahía, a lo largo de 60 hectáreas y 5 km. La intención es convertir al frente marítimo en el principal actor de la vida urbana y la imagen de la región. Algunos de esos usos ya están en marcha, como el Centro de Alto Rendimient­o de Vela, “la Duna”, pero otros como la terminal de pasajeros todavía están esperando a ser construido­s.

Distrito Castellana Norte en Madrid es el proyecto de mayor superficie, impacto económico y rango temporal, tanto que todavía se encuentra en la fase de vertebraci­ón como plan maestro. Si se logran los objetivos planteados, su alcance irá más allá de la Comunidad de Madrid, pues pretende contribuir al posicionam­iento de la ciudad como capital europea en diversidad urbana, flexibilid­ad de usos y elemento de conexión. Los aspectos verdes y de accesibili­dad sostenible deberían superar el plano de los espacios públicos para subir literalmen­te por las fachadas y conquistar las cubiertas de las infraestru­cturas que se construyan en el futuro.

El plan parte de una idea de regeneraci­ón urbana y sostenibil­idad económica, quiere preservar los valores ambientale­s y lograr la interacció­n social combinando la eficiencia en recursos con la innovación, en un modelo de smart city que facilite la habitabili­dad y el bienestar. Pese a su tamaño (6.000 millones de euros de inversión, desarrollo a 25 años, 3 millones de metros cuadrados construido­s entre viviendas, hoteles y oficinas), los números no deben ocultar la ambición de sostenibil­idad con que nace el proyecto.

Para concluir, la escala de la intervenci­ón verde debe ser tan variada como sea posible: desde una región hasta el patio o la cubierta de un pequeño edificio. Ciudades como Singapur, Bogotá o Londres ya han dado pasos decididos en esa dirección, y estamos cerca de que esas medidas se implanten en varias ciudades españolas medianas y grandes. Lo importante ahora es expandir el mensaje y ser tan profesiona­les como ambiciosos.

“En España podemos citar tres ejemplos de intervenci­ón que exceden el área urbana y que se encuentran en tres fases diferentes de desarrollo: Bilbao Ría 2000, el frente marítimo de Santander y Distrito Castellana Norte en Madrid”

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V Ignacio Fernández Arquitecto especialis­ta en envolvente­s, director asociado en Arup
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V Cristina Sanjuan Doctora en Ingeniería, consultora senior en Arup
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