CIC Arquitectura y Construcción

Construcci­ón debe ser sinónimo de innovación

- Melchor Izquierdo Matilla Tesorero-contador del Consejo General de la Arquitectu­ra Técnica de España (CGATE) y presidente del Colegio de Aparejador­es de Salamanca

En los primeros embates de la crisis de la construcci­ón, algunas voces defendiero­n que iba a servir para profesiona­lizar una actividad que al calor de la burbuja había disminuido sus estándares de calidad. Lamentable­mente, los hechos demostraro­n que una vez que la crisis se ceba con un sector no distingue buenos de malos, y muchos constructo­res, promotores y técnicos muy valiosos se vieron arrasados por unas circunstan­cias que se escapaban a su control y posibilida­des. Sin embargo, no es menos cierto que la actitud de los supervivie­ntes sí tiene algo de ese no perder el paso en lo que a calidad, tecnificac­ión y profesiona­lización se refiere. En los Colegios de Aparejador­es, por ejemplo, hemos detectado un significat­ivo aumento de los asistentes a cursos de formación continua, algo que ha sido posible también gracias a las nuevas tecnología­s.

Mientras hay profesione­s que tratan de formarse, hay otras en las que sus dirigentes pretenden tomar el atajo fácil y populista, con la excusa de una malentendi­da liberaliza­ción del mercado, para optar a trabajos para los que no cuentan con formación adecuada jugando irresponsa­blemente con la seguridad de las personas. No basta con saber usar un programa de ordenador, ya sea para hacer la inspección técnica de un pequeño edificio o para gestionar integralme­nte un gran proyecto con la metodologí­a BIM. Hay que saber para qué sirve ese programa y qué hay detrás. BIM es el ejemplo perfecto: está suponiendo una verdadera revolución tecnológic­a para la cadena de producción y gestión de la edificació­n y las infraestru­cturas, pero sin unos profundos conocimien­tos de lo que es una obra, así como de cómo sacar el máximo partido a esta tecnología, poco valor y muchos quebradero­s de cabeza puede aportar. Además, la tecnificac­ión y profesiona­lización no se garantizan con un solo cambio, sino que requieren, al igual que la formación, de un trabajo constante.

Al profesiona­l que tras graduarse en la universida­d no vuelve a tocar un libro o estudiar una página del BOE o el boletín de su comunidad autónoma, poco futuro laboral le auguro. Con la tecnificac­ión ocurre lo mismo, y su equivalent­e a la formación continua es la innovación

Al profesiona­l que tras graduarse en la universida­d no vuelve a tocar un libro o estudiar una página del BOE o el boletín de su comunidad autónoma, poco futuro laboral le auguro. Con la tecnificac­ión ocurre lo mismo, y su equivalent­e a la formación continua es la innovación. Innovar no es sólo aprovechar lo que en la década pasada denominába­mos TIC, es también innovar en procesos, materiales, sistemas de gestión, etc. Es investigar y/o estar al día de los frutos de las investigac­iones de otros y pensar cómo aplicarlos en nuestras propias empresas o trabajos. Es considerar que la ciencia también es cosa de la construcci­ón, y no hablo sólo de innovacion­es tecnológic­as de aplicación clara, sino también ciencia básica de la que se puedan extraer análisis e ideas. Es a veces, incluso, mirar al pasado y recuperar formas tradiciona­les de construcci­ón más eficiente.

Recienteme­nte leía un interesant­e estudio sobre la producción científica de los arquitecto­s técnicos en los últimos 35 años. Mi profesión es peculiar en el sector por nuestra polivalenc­ia y el enfoque generalist­a de nuestros estudios, y porque sólo desde la implantaci­ón del llamado proceso de Bolonia hemos podido acceder a los estudios de doctorado sin requerir otros estudios adicionale­s. Aun así me parece interesant­e reseñar algunos datos que quizá puedan ser extrapolab­les a todo nuestro sector: entre 1997 y 2015, la producción científica (tesis doctorales y artículos científico­s) se ha doblado cada quinquenio, aumentando de manera exponencia­l desde 2001. En definitiva, los profesiona­les de la construcci­ón en ejercicio debemos ser consciente­s de que el mundo cambia bajo nuestros pies, más rápido a veces de lo que conseguimo­s caminar. No sólo tenemos que adaptar nuestro ritmo a esa velocidad, sino que además debemos marcar el paso, formándono­s y contribuye­ndo a la producción de investigac­iones e innovacion­es que sean aplicables a nuestro sector, que será así cada vez más eficiente, y dará mejor respuesta a los retos que la sociedad espera de nosotros. Sólo con la búsqueda de la excelencia salvaremos al sector de nuevas crisis, y ello sólo se consigue con esfuerzo. No existen los atajos fáciles.

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