CIC Arquitectura y Construcción
Construcción debe ser sinónimo de innovación
En los primeros embates de la crisis de la construcción, algunas voces defendieron que iba a servir para profesionalizar una actividad que al calor de la burbuja había disminuido sus estándares de calidad. Lamentablemente, los hechos demostraron que una vez que la crisis se ceba con un sector no distingue buenos de malos, y muchos constructores, promotores y técnicos muy valiosos se vieron arrasados por unas circunstancias que se escapaban a su control y posibilidades. Sin embargo, no es menos cierto que la actitud de los supervivientes sí tiene algo de ese no perder el paso en lo que a calidad, tecnificación y profesionalización se refiere. En los Colegios de Aparejadores, por ejemplo, hemos detectado un significativo aumento de los asistentes a cursos de formación continua, algo que ha sido posible también gracias a las nuevas tecnologías.
Mientras hay profesiones que tratan de formarse, hay otras en las que sus dirigentes pretenden tomar el atajo fácil y populista, con la excusa de una malentendida liberalización del mercado, para optar a trabajos para los que no cuentan con formación adecuada jugando irresponsablemente con la seguridad de las personas. No basta con saber usar un programa de ordenador, ya sea para hacer la inspección técnica de un pequeño edificio o para gestionar integralmente un gran proyecto con la metodología BIM. Hay que saber para qué sirve ese programa y qué hay detrás. BIM es el ejemplo perfecto: está suponiendo una verdadera revolución tecnológica para la cadena de producción y gestión de la edificación y las infraestructuras, pero sin unos profundos conocimientos de lo que es una obra, así como de cómo sacar el máximo partido a esta tecnología, poco valor y muchos quebraderos de cabeza puede aportar. Además, la tecnificación y profesionalización no se garantizan con un solo cambio, sino que requieren, al igual que la formación, de un trabajo constante.
Al profesional que tras graduarse en la universidad no vuelve a tocar un libro o estudiar una página del BOE o el boletín de su comunidad autónoma, poco futuro laboral le auguro. Con la tecnificación ocurre lo mismo, y su equivalente a la formación continua es la innovación
Al profesional que tras graduarse en la universidad no vuelve a tocar un libro o estudiar una página del BOE o el boletín de su comunidad autónoma, poco futuro laboral le auguro. Con la tecnificación ocurre lo mismo, y su equivalente a la formación continua es la innovación. Innovar no es sólo aprovechar lo que en la década pasada denominábamos TIC, es también innovar en procesos, materiales, sistemas de gestión, etc. Es investigar y/o estar al día de los frutos de las investigaciones de otros y pensar cómo aplicarlos en nuestras propias empresas o trabajos. Es considerar que la ciencia también es cosa de la construcción, y no hablo sólo de innovaciones tecnológicas de aplicación clara, sino también ciencia básica de la que se puedan extraer análisis e ideas. Es a veces, incluso, mirar al pasado y recuperar formas tradicionales de construcción más eficiente.
Recientemente leía un interesante estudio sobre la producción científica de los arquitectos técnicos en los últimos 35 años. Mi profesión es peculiar en el sector por nuestra polivalencia y el enfoque generalista de nuestros estudios, y porque sólo desde la implantación del llamado proceso de Bolonia hemos podido acceder a los estudios de doctorado sin requerir otros estudios adicionales. Aun así me parece interesante reseñar algunos datos que quizá puedan ser extrapolables a todo nuestro sector: entre 1997 y 2015, la producción científica (tesis doctorales y artículos científicos) se ha doblado cada quinquenio, aumentando de manera exponencial desde 2001. En definitiva, los profesionales de la construcción en ejercicio debemos ser conscientes de que el mundo cambia bajo nuestros pies, más rápido a veces de lo que conseguimos caminar. No sólo tenemos que adaptar nuestro ritmo a esa velocidad, sino que además debemos marcar el paso, formándonos y contribuyendo a la producción de investigaciones e innovaciones que sean aplicables a nuestro sector, que será así cada vez más eficiente, y dará mejor respuesta a los retos que la sociedad espera de nosotros. Sólo con la búsqueda de la excelencia salvaremos al sector de nuevas crisis, y ello sólo se consigue con esfuerzo. No existen los atajos fáciles.