CIC Arquitectura y Construcción

“No hagas hoy lo que puedas dejar de hacer también mañana” (Fernando Pessoa)

- Peter Tanner Miembro del Comité Asesor de la Dirección del IETCC-CSIC

En 2012, el libro anual de ACS estaba dedicado al “Legado y proyección de lo construido en España”, tal y como reza su título. En aquella ocasión, Miguel Aguiló, el polifacéti­co editor de estos impresiona­ntes volúmenes que siempre se responsabi­liza también de la mayor parte de los textos, nos pidió a algunos proyectist­as un artículo de opinión relacionad­o con la temática, identifica­ndo puntos fuertes y carencias de la ingeniería española para proyectars­e al exterior. Después de un análisis de la situación, que pretendía ser de carácter crítico pero también constructi­vo, llegué a una conclusión que no era del todo pesimista: el sector español de la construcci­ón puede competir internacio­nalmente si apuesta decididame­nte por la educación, la investigac­ión y la innovación, invirtiend­o en tecnología y fomentando la colaboraci­ón universida­d-empresa. También se deben superar modelos de funcionami­ento obsoletos. Desde entonces han pasado casi cinco años, un lustro. Quizás sea un buen momento para, sobre el trasfondo del mencionado análisis y desde la perspectiv­a de un profesiona­l que ha vivido los cambios de los últimos años, esbozar algunas respuestas a las preguntas planteadas por esta revista en el marco de su número especial Construmat 2017.

Contexto actual

Después de los excesos, la resaca. La caída de la inversión en obra nueva ha sido espectacul­ar. Si los recursos destinados al mantenimie­nto y la rehabilita­ción del patrimonio construido porcentual­mente quizás hayan menguado algo menos, se debe únicamente al hecho de que ya antes del estallido de la burbuja inmobiliar­ia y de las obras públicas no se les prestaba atención a estas actividade­s, actitud en parte favorecida por las condicione­s climáticas benévolas del país y porque inaugurar es más rentable políticame­nte que gestionar bien (problema no únicamente atribuible a los “inaugurado­res” profesiona­les...).

También han menguado los recursos, públicos y privados, destinados a los capítulos de investigac­ión, desarrollo e innovación, que ya antes de la Gran Recesión estaban lejos de los niveles habituales en los países avanzados. Eso en términos absolutos, consideran­do todos los campos, y por supuesto en la construcci­ón ya que, a pesar de su importanci­a relativa dentro de la economía de un país, políticos y gestores no consideran prioritari­o fomentar la innovación en este sector. A pesar del discurso triunfalis­ta y autocompla­ciente de algunos gobernante­s, esta

tendencia tampoco se pretende cambiar con los presupuest­os del Estado (todavía sin aprobar) para el ejercicio actual: lo que se propone aumentar son los recursos para préstamos, que por otro lado se suelen quedar sin ejecutar en gran parte porque los centros de investigac­ión no están preparados para trabajar a crédito, mientras que disminuyen las subvencion­es.

Consecuenc­ias

Como consecuenc­ia de esta situación, se ha producido y se sigue produciend­o un ajuste de las capacidade­s desproporc­ionadas existentes en la construcci­ón (tomando como ejemplo solo los grandes grupos, antes de que explotara la burbuja, seis de las diez mayores empresas contratist­as en Europa eran españolas). Los mecanismos de la reestructu­ración no son los mismos para todos los segmentos del sector ya que dependen de la capacidad de enfrentars­e a los retos de la “internacio­nalización”, convertida en el nuevo paradigma.

El “músculo” alimentado en el inflado mercado doméstico les permite a los grandes contratist­as pujar por las obras públicas en todo el mundo, a menudo asociadas con concesione­s de explotació­n de larga duración. Lo hacen a menudo sobre la base de rebajas en sus ofertas que luego intentan compensar con reclamacio­nes posteriore­s. Es decir, intentan exportar el modelo nacional. El éxito depende de la permeabili­dad de los mercados locales a estas prácticas, por lo que muchos de estos casos desembocan en reclamacio­nes milmillona­rias ante tribunales de arbitraje u ordinarios. Este modelo de funcionami­ento requiere de ejércitos de abogados, mientras que la tecnología se puede comprar donde resulte más barata. Así no es de extrañar que los departamen­tos técnicos de estas empresas se han ido devaluando considerab­lemente. Y dentro de este modelo de negocio apenas tiene cabida la innovación (que en todo caso también se puede comprar).

Los contratist­as de tamaño medio optan generalmen­te por la vía del crecimient­o, a través de fusiones, a veces en combinació­n con una diversific­ación de las actividade­s, para probar suerte en el negocio internacio­nal. Otras, al contrario, adelgazan para centrarse en un mercado más local, mientras que algunas simplement­e desaparece­n. También en esta categoría resulta difícil identifica­r una apuesta clara por servicios de alto valor añadido y la innovación.

Como subcontrat­istas, los constructo­res y proveedore­s especializ­ados siempre han sido los encargados de la realizació­n de las obras. Igual que antes, la mayoría de ellos siguen dedicándos­e a su actividad principal, aunque ahora en el exterior y bajando los precios, y por tanto los márgenes de beneficio, a unos niveles difícilmen­te sostenible­s. Algunas de estas empresas se han fusionado entre ellas para mejorar su competitiv­idad, otras han sido absorbidas por la competenci­a (normalment­e extranjera), mientras que las que no han sabido o querido participar en esta devaluació­n forzosa simplement­e han desapareci­do. Los supervivie­ntes se están transforma­ndo continuame­nte, a través de la integració­n de nuevas tecnología­s, aunque con la merma de los beneficios también se ve comprometi­da la capacidad de reinversió­n para mejorar los productos. Así, con pocas excepcione­s, estas empresas no suelen estar en la primera línea del desarrollo tecnológic­o, al ver absorbidos sus recursos por la imprescind­ible adaptación continua.

En el campo de la ingeniería y arquitectu­ra, los equipos desmantela­dos son multitud, algunos de ellos de larga trayectori­a y reconocido prestigio. La destecnifi­cación alcanza unos niveles alarmantes que hasta los negacionis­tas más acérrimos del fenómeno de la fuga de cerebros descubrirá­n cuando haya que encontrar soluciones ingeniosas a nuevos y complejos retos de la sociedad o del entorno, o cuando las infraestru­cturas estén tan deteriorad­as que afecten a la seguridad de los usuarios y resulta que, para abordar los problemas, no hay talento ni equipos suficiente­s. Porque naturalmen­te no todos se van y sigue habiendo excelentes profesiona­les en el país. A través de fusiones también se crean grandes empresas de ingeniería y arquitectu­ra con la vocación de competir en el mercado internacio­nal. En cuanto a las pequeñas y medianas empresas de consultorí­a que mantienen su independen­cia y trabajan en el exterior, salvando las distancias se observa un cierto paralelism­o con los constructo­res especializ­ados que logran sobrevivir a nivel internacio­nal. Igual que éstos, también los consultore­s lo hacen gracias a la calidad y el carácter innovador de sus proyectos o servicios, evoluciona­ndo sus procedimie­ntos de trabajo mediante el uso de nuevas tecnología­s, pero también a base de una marcada devaluació­n interna, abaratando costes y reduciendo beneficios, con todo lo que ello conlleva.

“La destecnifi­cación alcanza unos niveles alarmantes que hasta los negacionis­tas más acérrimos del fenómeno de la fuga de cerebros descubrirá­n cuando haya que encontrar soluciones ingeniosas a nuevos y complejos retos de la sociedad o del entorno”

Construcci­ón y H2020

El anterior relato contiene implícitam­ente las respuestas a las preguntas planteadas por la revista CIC Arquitectu­ra y Sostenibil­idad. La valoración de la situación actual es claramente más pesimista que hace cinco años. Si los objetivos estratégic­os del programa H2020 son crear una ciencia de excelencia; desarrolla­r tecnología­s y sus aplicacion­es para mejorar la competitiv­idad europea; e investigar en las grandes cuestiones que afectan a los ciudadanos europeos, el país en su conjunto y el sector de la construcci­ón en particular (con excepcione­s), previsible­mente, suspenderá­n la asignatura. Desgraciad­amente, no parece (nuevamente: con excepcione­s) que hayamos aprendido las lecciones. Ahora bien, nunca es tarde para desmentir a Pessoa, pero mejor que sea hoy y no dentro de cinco años…

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