CIC Arquitectura y Construcción
¿Cuáles son los retos pendientes en la calidad acústica de la edificación?
Opinión / Salud y edificación: un binomio en la misma ecuación
Converger normativamente con países de la UE más exigentes en su lucha contra el ruido es una tarea pendiente desde 2009, fecha en la que se aprobó el DB HR y que, a día de hoy, sigue esperando su actualización. Sin embargo, no es el único reto que debemos abordar. Hay otros, tan importantes como ése.
El exceso de ruido tiene graves repercusiones fisiológicas (alteración del ritmo cardíaco, respiratorio) y psíquicas (estrés, inquietud, mal humor, irritabilidad, etc.). Provoca también alteraciones físicas (disminución de la capacidad auditiva) y sociales (falta de intimidad, desconcentración en el trabajo, etc.). El ruido altera la calidad de vida de los ciudadanos, dificulta la comunicación, impide el descanso y afecta a la intimidad. Y así, podríamos seguir con una larga y detallada lista (trastorno del sueño, frecuentes dolores de cabeza…) que haría que los lectores no supiesen si estamos ante una publicación médica o dedicada a la construcción.
Pero la realidad es pura síntesis: los efectos en la salud derivados de una falta de calidad acústica de los edificios y los espacios, públicos y privados. No es la primera vez que el binomio salud y edificación aparecen en la misma ecuación. También se presenta cuando nos referimos a la calidad del aire interior, a la pobreza energética, a la seguridad (vista como la integridad de las personas).
Pero nada se percibe con tanta intensidad como en el caso del ruido porque los efectos sobre la salud son evidentes y, además, permanentes. Así lo corrobora en 2017 la Encuesta del INE sobre Condiciones de Vida, que recoge el porcentaje de hogares que sufren determinados problemas. Y el ruido, como se aprecia
EXIGENCIAS PENDIENTES. Es incongruente que impulsando la rehabilitación térmica mediante ayudas públicas, se pueda admitir que se priorice la misma a costa de la calidad acústica, empeorando el aislamiento existente antes de iniciar la actuación
en la tabla adjunta, se lleva la palma. Supera con creces a la escasez de luz natural (hasta 26 puntos porcentuales), a la contaminación y otros problemas ambientales (hasta 23 puntos porcentuales) y a la delincuencia y el vandalismo (hasta 22 puntos porcentuales). El ruido es el problema silencioso, no ocupa espacio en los medios. Este silencioso contaminante aparece ligado a un incremento del consumo de fármacos, de las consultas médicas, de las bajas laborales y la pérdida de productividad.
Calidad acústica en la edificación: una señal y un remedio
Como todas las patologías, las generadas por el ruido necesitan ser tratadas. Y en esta materia, como en otras, se pueden tratar las consecuencias o las causas. En el primer caso hablaríamos de fármacos, en el
segundo de remedios edificatorios que evitasen la invasión de la intimidad que genera el ruido. Cuando se actúa sobre las causas, se persigue el confort acústico (ausencia de sonido no deseado) y entonces la calidad acústica actúa como una señal que se percibe de forma inmediata, porque es un indicador de la calidad de diseño y ejecución del edificio. Si hay calidad acústica, hay muy buen nivel de aislamiento y acondicionamiento. De ahí que sea posible establecer la satisfacción subjetiva relacionada con el aislamiento acústico, que crece un 4% por cada db de aislamiento, hasta alcanzar un 80% de satisfacción con un aislamiento de 63 db.
A pesar de los datos, las normas españolas sobre acústica son de las más laxas de Europa: frente al ruido aéreo, exigen tan solo un aislamiento superior a 33 DBA o 55 DBA, según la procedencia del ruido y si afecta a estancias protegidas (salón o dormitorio, por ejemplo). En el ruido de impacto, el DB HR requiere niveles menores a 60 o 65 DBA, según provenga de un local con actividad u otro usuario. Así que, con estas normas y estas deficiencias acústicas que sufren los hogares, estamos lejos, muy lejos, de alcanzar la calidad acústica de la que hablamos.
Los retos para alcanzar la calidad acústica
Con las exigencias normativas actuales no es posible que la calidad acústica llegue a la edificación y extienda un manto de calidad de vida entre los ciudadanos. Pero converger normativamente con países de la UE más exigentes en su lucha contra el ruido es
AÚN MUY LEJOS. Las normas españolas sobre acústica son de las más laxas de Europa: frente al ruido aéreo, exigen tan solo un aislamiento superior a 33 DBA o 55 DBA, según la procedencia del ruido y si afecta a estancias protegidas (salón o dormitorio, por ejemplo); en el ruido de impacto, el DB HR requiere niveles menores a 60 o 65 DBA, según provenga de un local con actividad u otro usuario
una tarea pendiente desde 2009, fecha en la que se aprobó el DB HR y que, a día de hoy, sigue esperando su actualización. Sin embargo, no es el único reto que debemos abordar. Hay otros, tan importantes como ése.
Resulta imprescindible que la rehabilitación deba satisfacer prestaciones acústicas equiparables a las de la obra nueva, una obligación que es preciso fijarla en la norma porque no es lógico que exijamos mayores prestaciones térmicas en las rehabilitaciones y las acústicas no sean tenidas en cuenta. Más aún, es incongruente que impulsando la rehabilitación térmica mediante ayudas públicas, se pueda admitir que se priorice la misma a costa de la calidad acústica, empeorando el aislamiento existente antes de iniciar la actuación. Debe, por tanto, establecerse la obligatoriedad, salvo excepciones justificadas, de que las renovaciones térmicas se lleven a cabo sin empeorar las condiciones acústicas (y por extensión las de seguridad).
En la línea de ofrecer una mayor protección al ciudadano, es preciso que se promuevan dos actuaciones:
Por un lado, condicionar la entrega de la cédula de habitabilidad a la comprobación previa del cumplimiento de la normativa acústica por medio de mediciones in situ.
En segundo lugar, el ciudadano debe contar con herramientas informativas que le permitan elegir, con conocimiento de causa, la edificación en la que va a vivir o desarrollar su trabajo. En este sentido, se hace necesario crear una certificación acústica a semejanza de la certificación energética de edificios. Finalmente, es imprescindible el compromiso de los profesionales para que hagan uso de materiales que tengan altas prestaciones acústicas, como las lanas minerales aislantes, que pueden proporcionar ganancias de aislamiento acústico de 70 db. Y que asesoren a los clientes en sus rehabilitaciones para que obtengan la máxima rentabilidad de sus inversiones, ya que es perfectamente posible conseguir altas prestaciones térmicas, acústicas y de seguridad sin necesidad de multiplicar el uso de materiales o soluciones constructivas.