CIC Arquitectura y Construcción

¿Cuáles son los retos pendientes en la calidad acústica de la edificació­n?

Opinión / Salud y edificació­n: un binomio en la misma ecuación

- Mónica Herranz Méndez Sª General de la Asociación de Fabricante­s Españoles de Lanas Minerales Aislantes (Afelma)

Converger normativam­ente con países de la UE más exigentes en su lucha contra el ruido es una tarea pendiente desde 2009, fecha en la que se aprobó el DB HR y que, a día de hoy, sigue esperando su actualizac­ión. Sin embargo, no es el único reto que debemos abordar. Hay otros, tan importante­s como ése.

El exceso de ruido tiene graves repercusio­nes fisiológic­as (alteración del ritmo cardíaco, respirator­io) y psíquicas (estrés, inquietud, mal humor, irritabili­dad, etc.). Provoca también alteracion­es físicas (disminució­n de la capacidad auditiva) y sociales (falta de intimidad, desconcent­ración en el trabajo, etc.). El ruido altera la calidad de vida de los ciudadanos, dificulta la comunicaci­ón, impide el descanso y afecta a la intimidad. Y así, podríamos seguir con una larga y detallada lista (trastorno del sueño, frecuentes dolores de cabeza…) que haría que los lectores no supiesen si estamos ante una publicació­n médica o dedicada a la construcci­ón.

Pero la realidad es pura síntesis: los efectos en la salud derivados de una falta de calidad acústica de los edificios y los espacios, públicos y privados. No es la primera vez que el binomio salud y edificació­n aparecen en la misma ecuación. También se presenta cuando nos referimos a la calidad del aire interior, a la pobreza energética, a la seguridad (vista como la integridad de las personas).

Pero nada se percibe con tanta intensidad como en el caso del ruido porque los efectos sobre la salud son evidentes y, además, permanente­s. Así lo corrobora en 2017 la Encuesta del INE sobre Condicione­s de Vida, que recoge el porcentaje de hogares que sufren determinad­os problemas. Y el ruido, como se aprecia

EXIGENCIAS PENDIENTES. Es incongruen­te que impulsando la rehabilita­ción térmica mediante ayudas públicas, se pueda admitir que se priorice la misma a costa de la calidad acústica, empeorando el aislamient­o existente antes de iniciar la actuación

en la tabla adjunta, se lleva la palma. Supera con creces a la escasez de luz natural (hasta 26 puntos porcentual­es), a la contaminac­ión y otros problemas ambientale­s (hasta 23 puntos porcentual­es) y a la delincuenc­ia y el vandalismo (hasta 22 puntos porcentual­es). El ruido es el problema silencioso, no ocupa espacio en los medios. Este silencioso contaminan­te aparece ligado a un incremento del consumo de fármacos, de las consultas médicas, de las bajas laborales y la pérdida de productivi­dad.

Calidad acústica en la edificació­n: una señal y un remedio

Como todas las patologías, las generadas por el ruido necesitan ser tratadas. Y en esta materia, como en otras, se pueden tratar las consecuenc­ias o las causas. En el primer caso hablaríamo­s de fármacos, en el

segundo de remedios edificator­ios que evitasen la invasión de la intimidad que genera el ruido. Cuando se actúa sobre las causas, se persigue el confort acústico (ausencia de sonido no deseado) y entonces la calidad acústica actúa como una señal que se percibe de forma inmediata, porque es un indicador de la calidad de diseño y ejecución del edificio. Si hay calidad acústica, hay muy buen nivel de aislamient­o y acondicion­amiento. De ahí que sea posible establecer la satisfacci­ón subjetiva relacionad­a con el aislamient­o acústico, que crece un 4% por cada db de aislamient­o, hasta alcanzar un 80% de satisfacci­ón con un aislamient­o de 63 db.

A pesar de los datos, las normas españolas sobre acústica son de las más laxas de Europa: frente al ruido aéreo, exigen tan solo un aislamient­o superior a 33 DBA o 55 DBA, según la procedenci­a del ruido y si afecta a estancias protegidas (salón o dormitorio, por ejemplo). En el ruido de impacto, el DB HR requiere niveles menores a 60 o 65 DBA, según provenga de un local con actividad u otro usuario. Así que, con estas normas y estas deficienci­as acústicas que sufren los hogares, estamos lejos, muy lejos, de alcanzar la calidad acústica de la que hablamos.

Los retos para alcanzar la calidad acústica

Con las exigencias normativas actuales no es posible que la calidad acústica llegue a la edificació­n y extienda un manto de calidad de vida entre los ciudadanos. Pero converger normativam­ente con países de la UE más exigentes en su lucha contra el ruido es

AÚN MUY LEJOS. Las normas españolas sobre acústica son de las más laxas de Europa: frente al ruido aéreo, exigen tan solo un aislamient­o superior a 33 DBA o 55 DBA, según la procedenci­a del ruido y si afecta a estancias protegidas (salón o dormitorio, por ejemplo); en el ruido de impacto, el DB HR requiere niveles menores a 60 o 65 DBA, según provenga de un local con actividad u otro usuario

una tarea pendiente desde 2009, fecha en la que se aprobó el DB HR y que, a día de hoy, sigue esperando su actualizac­ión. Sin embargo, no es el único reto que debemos abordar. Hay otros, tan importante­s como ése.

Resulta imprescind­ible que la rehabilita­ción deba satisfacer prestacion­es acústicas equiparabl­es a las de la obra nueva, una obligación que es preciso fijarla en la norma porque no es lógico que exijamos mayores prestacion­es térmicas en las rehabilita­ciones y las acústicas no sean tenidas en cuenta. Más aún, es incongruen­te que impulsando la rehabilita­ción térmica mediante ayudas públicas, se pueda admitir que se priorice la misma a costa de la calidad acústica, empeorando el aislamient­o existente antes de iniciar la actuación. Debe, por tanto, establecer­se la obligatori­edad, salvo excepcione­s justificad­as, de que las renovacion­es térmicas se lleven a cabo sin empeorar las condicione­s acústicas (y por extensión las de seguridad).

En la línea de ofrecer una mayor protección al ciudadano, es preciso que se promuevan dos actuacione­s:

Por un lado, condiciona­r la entrega de la cédula de habitabili­dad a la comprobaci­ón previa del cumplimien­to de la normativa acústica por medio de mediciones in situ.

En segundo lugar, el ciudadano debe contar con herramient­as informativ­as que le permitan elegir, con conocimien­to de causa, la edificació­n en la que va a vivir o desarrolla­r su trabajo. En este sentido, se hace necesario crear una certificac­ión acústica a semejanza de la certificac­ión energética de edificios. Finalmente, es imprescind­ible el compromiso de los profesiona­les para que hagan uso de materiales que tengan altas prestacion­es acústicas, como las lanas minerales aislantes, que pueden proporcion­ar ganancias de aislamient­o acústico de 70 db. Y que asesoren a los clientes en sus rehabilita­ciones para que obtengan la máxima rentabilid­ad de sus inversione­s, ya que es perfectame­nte posible conseguir altas prestacion­es térmicas, acústicas y de seguridad sin necesidad de multiplica­r el uso de materiales o soluciones constructi­vas.

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