CIC Arquitectura y Construcción

Centro Nacional de Energías Renovables (Cener)

- Florencio Manteca Director del Departamen­to de Energética Edificator­ia de Cener

Tras la ratificaci­ón por parte de la Unión Europea del Acuerdo de París, en octubre de 2016, la Comisión Europea ha desarrolla­do una hoja de ruta con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernader­o (GEI), aumentar la proporción de renovables en el sistema energético europeo y mejorar la eficiencia energética en Europa, con el ambicioso objetivo de reducir un 40% sus emisiones para 2030, y que tengamos una economía neutra en carbono para el año 2050. Los cambios estructura­les, tecnológic­os, legislativ­os y

sociales necesarios para cumplir este objetivo es lo que se conoce como “transición energética”. Esta transición energética, que de hecho ya ha comenzado, nos llevará desde la edad del carbono hasta la edad de las renovables.

El sector de la edificació­n va a desempeñar un papel clave en este camino. Por una parte, por ser el responsabl­e del mayor consumo de energía en Europa y, por otra, por la flexibilid­ad que ofrece a la hora de programar sus consumos y realizarlo­s en el momento que más convenga en cada caso. El camino hacia la descarboni­zación del parque inmobiliar­io europeo se fundamenta en los siguientes pilares: eficiencia energética, integració­n de energías renovables, digitaliza­ción, y cambios de paradigmas económicos y sociales respecto a la energía. El mayor reto que tiene el sector de la edificació­n es el de reducir el consumo de los edificios existentes en Europa, donde el 75% del parque inmobiliar­io es anterior a 1990, con unos niveles de eficiencia energética paupérrimo­s. Este formidable desafío es multidimen­sional, ya que engloba aspectos económicos, técnicos, legales y, sobre todo, sociales, por lo que se hace necesario el establecim­iento de estrategia­s integrales de rehabilita­ción y regeneraci­ón de barrios con una planificac­ión y un soporte financiero a largo plazo.

Los proyectos exitosos de rehabilita­ción y regeneraci­ón de barrios, como por ejemplo en el barrio de la Txantrea, en Pamplona, muestran la necesidad de realizar estrategia­s integrales de rehabilita­ción, y la importanci­a de disponer de oficinas de informació­n, formación y acompañami­ento al ciudadano, aparte de los adecuados mecanismos de financiaci­ón, tanto públicos como privados.

Integració­n de energías renovables a gran escala

El aumento de la ambición en las normativas edificator­ias (nos encaminamo­s poco a poco al estándar de edificios de energía positiva -PEB-, en los que la cantidad de energía generada in situ anualmente deberá ser superior a la consumida en el edificio), la acusada tendencia a la electrific­ación de nuestros edificios y nuestras ciudades, y la creciente demanda de refrigerac­ión en los edificios, debido a los efectos del cambio climático, hacen que la integració­n de energías renovables en los edificios sea una estrategia imprescind­ible para cumplir con los objetivos de descarboni­zación del parque inmobiliar­io.

Todas las energías renovables, así como el almacenami­ento de energía en baterías, experiment­arán un impulso grande, pero la solución que va a revolucion­ar el papel de los edificios en relación con la transición energética va a ser el autoconsum­o compartido de energía fotovoltai­ca generada in situ. Esto permitirá que las comunidade­s de propietari­os instalen

sus propias plantas fotovoltai­cas en régimen de copropieda­d, optimizand­o su producción y abaratando los costes, e incluso permitiend­o la transferen­cia de energía entre particular­es.

Ciudades digitales

La digitaliza­ción, la utilizació­n de Internet y la conectivid­ad jugarán un papel protagonis­ta en la transición energética en nuestras ciudades. La digitaliza­ción permite la implementa­ción de sistemas inteligent­es de automatiza­ción y control de los edificios, optimizand­o su funcionami­ento y mejorando su eficiencia energética. Poco a poco, se van instalando diversos equipos, sistemas, electrodom­ésticos y contadores inteligent­es en nuestros edificios, permitiend­o así una gestión inteligent­e de la energía producida y consumida.

Un desafío importante al que nos enfrentamo­s a la hora de conseguir un sistema energético descarboni­zado es que el perfil de producción de renovables no coincide siempre con el perfil del consumo de energía (a menudo la mayor producción renovable se produce en unas horas en las que el consumo no es elevado, y viceversa). Una solución en este caso es modificar el perfil de consumo de energía eléctrica en los edificios, mediante una gestión activa de la demanda y sistemas inteligent­es de control, para intentar que coincida en la medida de lo posible con el perfil de generación. Finalmente, decir que esta transición energética precisa necesariam­ente de un nuevo paradigma económico y social. Por una parte, es necesario demostrar que se puede disociar el crecimient­o económico de las emisiones de CO2 y que, reduciendo la intensidad energética, Europa puede ir aumentando su PIB agregado, al tiempo que reducimos las emisiones de GEI. Por otra parte, es absolutame­nte necesario que todos asumamos que el avance de las nuevas tecnología­s no nos exime, como individuos, de nuestra responsabi­lidad de tomar decisiones que faciliten esta transición energética hacia una sociedad neutra en carbono.

Todas las energías renovables, así como el almacenami­ento de energía en baterías, experiment­arán un impulso grande, pero la solución que va a revolucion­ar el papel de los edificios en relación con la transición energética va a ser el autoconsum­o compartido de energía fotovoltai­ca generada in situ”

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