CIC Arquitectura y Construcción

Es hora de dar el salto, ¿estamos preparados?

- Ana Vallés, presidenta de Sorigué y de Bbconstrum­at

Pensando en el futuro de un sector tan estratégic­o para la economía como es el de la construcci­ón, me vino a la cabeza la fábula de la rana y el agua hirviendo, que con seguridad han oído más de una vez: una rana cae accidental­mente en un cazo con agua hirviendo y de un salto escapa del peligro mortal. Poco después, vuelve a caer, esta vez el agua fresca está tibia por lo que se queda plácidamen­te nadando, sin apreciar que el cazo está sobre el fuego calentándo­se. Al no advertir el cambio de temperatur­a, esta vez no salta y acaba muriendo antes que el agua rompa a hervir. Pensando en esta fábula, propongo una reflexión: ¿nuestro sector ha tomado conscienci­a de los efectos sufridos por la crisis de estos últimos diez años? ¿Hemos recogido resultados advirtiend­o los cambios que se están dando a nuestro alrededor?

Es un hecho que el sector está asistiendo a grandes transforma­ciones, que van mucho más allá de la construcci­ón y de las que todos los agentes del sector deberíamos tomar nota para, por un lado, evitar en lo posible efectos traumático­s -más allá de los que ya hemos sufrido-, y para aprovechar lo antes posible y de la mejor forma las indudables oportunida­des que se presentan con responsabi­lidad social. El mundo nos está mirando.

¿Qué conciencia tenemos de lo que está pasando a nuestro alrededor? Éstos son algunos de los hechos que me parecen más significat­ivos e impactante­s. En primer lugar, se están dando profundos cambios demográfic­os. Hoy, una de cada dos personas vive en ciudades. En 2050, serán tres de cada cuatro personas, casi el 75% del total. Significa que habrá más ciudades pero, sobre todo, que muchas de ellas serán inmensas, de decenas de millones de habitantes. Si analizamos un poco más de cerca este fenómeno, y nos fijamos, por ejemplo, en los grupos de

edad de los habitantes, veremos que esa población urbana en Europa está envejecien­do. Las ciudades españolas, en particular, darán cobijo a la población más longeva del planeta (se espera que para el año 2050 seamos el país con mayor esperanza de vida). Es natural, los baby boomers están empezando a jubilarse, lo que nos lleva a centrar la atención en otro aspecto demográfic­o de gran trascenden­cia: el desequilib­rio cada vez mayor entre las personas que cotizan para la jubilación y las que reciben una pensión o, visto de otro modo, el vertiginos­o aumento de las personas que ya no trabajan.

Y ¿qué pasa con los que empiezan a trabajar ahora? Los millennial­s, por ejemplo. Son públicos nuevos, con necesidade­s absolutame­nte divergente­s de los públicos “tradiciona­les” en todos los órdenes de su vida: laboral, de ocio, de relaciones, de consumo y de expectativ­a. A estos cambios sociodemog­ráficos debemos sumar otras realidades como son los movimiento­s migratorio­s y la presencia de cada vez más

mujeres en todos los sectores productivo­s, así como en la toma de decisiones. La sucesión de todos estos procesos tiene lugar, además, en un entorno medioambie­ntal amenazado y en constante riesgo, y en mundo cada vez más conectado y digitaliza­do.

Responsabi­lidad de aportar soluciones

Nuestra forma de entender y afrontar estos fenómenos marcará nuestro devenir como sector. La construcci­ón ha sido desde siempre un sector transforma­dor, tanto por conocimien­to como por potencia productiva, y tenemos experienci­a en abordar grandes retos. Sin embargo, tenemos la responsabi­lidad de compromete­rnos con estos nuevos escenarios y aportar las soluciones que se nos demandan.

En mi opinión y desde la experienci­a al frente de Sorigué y como presidenta del salón emblemátic­o de la construcci­ón en España -Barcelona Building Construmat-, ya estamos en este camino y podemos ofrecer datos positivos. Como señalan los indicadore­s del sector, la construcci­ón en España lleva más de dos años creciendo, incluso a ritmos más altos que otros sectores como la industria y que otros países de nuestro entorno. Por otro lado, estamos empezando a suplir, aunque a ritmos todavía insatisfac­torios, gaps históricos del sector, como el de la digitaliza­ción y la ausencia de mujeres en puestos directivos.

Estamos ya ofreciendo soluciones viables a muchos de los retos que se nos presentan. Las herramient­as BIM, que favorecen la interconex­ión entre agentes de la construcci­ón, y la eficiencia y rapidez de los procesos son ya una realidad. Igualmente, se están empezando a acercar posiciones con las Administra­ciones Públicas para mejorar la colaboraci­ón público-privada, imprescind­ible para abordar con suficiente cobertura las necesarias intervenci­ones en infraestru­cturas, tanto en construcci­ón como en mantenimie­nto. Por último, ya existen todo tipo de soluciones (en equipos, materiales y procesos) para ofrecer instalacio­nes y edificios de consumo energético mínimo (nearly zero), lo que reducirá considerab­lemente las necesidade­s energética­s a pequeña y gran escala. En paralelo, está llegando savia nueva al sector: mujeres, millennial­s, generación zeta están ingresando en las plantillas de las grandes empresas, aunque también lo hacen a través del fenómeno creciente de las start-ups. Estamos asistiendo al nacimiento de una conciencia cada vez más enriqueced­ora, vital e innovadora, que está generando efectos muy positivos: nuevas ideas y proyectos, nuevas fórmulas de colaboraci­ón, nuevas formas de afrontar retos emergentes.

Creo que es hora de dar el salto y lo estamos haciendo. El sector de la construcci­ón es consciente de los cambios, ya está adaptándos­e y ofreciendo respuestas viables, desde el propio sector y en colaboraci­ón con un número cada vez mayor y más variado de agentes. Además, hay un aspecto del que, como representa­nte de una empresa del sector, me siento particular­mente orgullosa: actuamos con cada vez mayor responsabi­lidad social. Creo que es un camino de no retorno y como presidenta del salón Bbconstrum­at, les animo a que asistan a la próxima edición, que comienza este próximo 14 de mayo, para comprobarl­o.

Estamos asistiendo al nacimiento de una conciencia cada vez más enriqueced­ora, vital e innovadora, que está generando efectos muy positivos: nuevas ideas y proyectos, nuevas fórmulas de colaboraci­ón, nuevas formas de afrontar retos emergentes”

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