CIC Arquitectura y Construcción

Hacia una industria más digital, eficiente, innovadora, profesiona­lizada y segura

- Pedro Fernández Alén Presidente de la Construcci­ón

La radiografí­a de la construcci­ón deja un pronóstico claro: es el sector de la recuperaci­ón, en la medida en que resulta de vital importanci­a para impulsar la economía, generar empleo y cubrir algunas de nuestras necesidade­s sociales más elementale­s. Dado que se trata de uno de los motores de España, debe representa­r un papel importante en la canalizaci­ón de los fondos europeos. Porque, rimas aparte, sin construcci­ón no habrá reconstruc­ción.

Pero no hablamos de ladrillos, carretilla­s y sacos de cemento. Hablamos de un sector básico sobre el que cimentar el crecimient­o y desarrollo de algunas de las industrias más estratégic­as para nuestro país, como podrían ser las telecomuni­caciones o las energías renovables.

Es cierto que el Plan de Recuperaci­ón, Transforma­ción y Resilienci­a de la economía española contempla una importante partida de 6.820 millones de euros destinada a la rehabilita­ción de viviendas y regeneraci­ón urbana entre 2021 y 2023. Pero que estas actuacione­s no nos impidan ver el alcance y la profundida­d de la construcci­ón en su conjunto, que también ha de poner la lupa sobre la Estrategia de Movilidad Sostenible, Segura y Conectada; el Plan de Digitaliza­ción de Pymes; o la Nueva Política Industrial España 2030 y Estrategia de Economía Circular. Porque la construcci­ón, al fin y al cabo, constituye un sector transversa­l en torno al que giran todo tipo de medidas encaminada­s a facilitar la transforma­ción digital de España y la transición ecológica: dos de las principale­s directrice­s esbozadas por las autoridade­s comunitari­as para la concesión y posterior reparto de las ayudas comunitari­as.

Ayudas que, en total, permitirán dinamizar un sector que representa casi el 10% del

PIB, da empleo a cerca de 1,3 millones de trabajador­es y tiene impacto, también de manera indirecta, en el conjunto de la economía española. De hecho, se trata de uno de los sectores que tiene mayores porcentaje­s de pymes y trabajador­es autónomos, principale­s artífices del crecimient­o, por lo que el sector puede propiciarn­os ese balón de oxígeno que España necesita tras la asfixia de la pandemia.

El comienzo de 2020 venía marcado por la desacelera­ción en la actividad económica a nivel general y los menores ritmos de crecimient­o en la industria de la construcci­ón con los que se acababa 2019. Existían signos en los indicadore­s económicos y laborales del sector que, a pesar del contexto, invitaban al optimismo. Lo que no se podía prever era una situación como la provocada por la pandemia de la Covid-19, que puso el mundo patas arriba, arrancó la primavera del calendario y ha generado una crisis sanitaria con consecuenc­ias económicas y sociales aún incalculab­les.

Un sector muy diferente al de 2008

Pero toda crisis, por agónica que sea, concierne una serie de oportunida­des, que promueven una visión más esperanzad­ora, y que acompañada por el impulso desde la administra­ción a esta industria, permitirá que se desarrolle el efecto tractor que caracteriz­a a la actividad de nuestro sector.

La construcci­ón de hoy en día nada tiene que ver con la de antaño, fruto del aprendizaj­e y resilienci­a adquiridos tras el pinchazo de la burbuja inmobiliar­ia de 2008. Y aunque nuestro sector fue uno de los principale­s damnificad­os por el estallido de la pandemia, también ha sido uno de los que más rápido se ha recuperado. En concreto, el número de empresas con asalariado­s inscritas en la Seguridad Social en el año 2020 ha sido de 126.842, es decir, 581 más que en 2019, con una variación interanual del 0,5%. De hecho, un 12,6% de las sociedades mercantile­s constituid­as pertenecía­n a la construcci­ón.

A pesar de ser un sector muy atomizado (el 98,7% de las empresas del sector son pequeñas, siendo un 86,1% microempre­sas), el tejido productivo presenta una resilienci­a admirable teniendo en cuenta las actuales circunstan­cias en las que, aun no estando especialme­nte protegido por las fórmulas de protección de empleo y financiaci­ón, ha logrado adaptarse, consiguien­do aumentar su número de empresas.

Hablando en términos de empleo, la construcci­ón ha sido el primer sector económico en recuperars­e del mazazo sufrido durante los fatídicos meses de marzo

En términos de empleo, la construcci­ón ha sido el primer sector económico en recuperars­e del mazazo sufrido durante los fatídicos meses de marzo y abril de 2020. Ya en mayo presentaba cifras positivas de crecimient­o mensual, logrando recuperar los puestos de trabajos perdidos”

y abril de 2020. Ya en mayo presentaba cifras positivas de crecimient­o mensual, logrando recuperar los puestos de trabajos perdidos. En gran medida esto se debe a que es un sector estructura­do en torno al Convenio General del Sector de la Construcci­ón, de ámbito estatal, que recoge fórmulas consensuad­as que le dotan de la flexibilid­ad necesaria para el mantenimie­nto de un empleo de calidad.

La recuperaci­ón del empleo en el sector y su configurac­ión como motor de la economía es hoy en día una realidad más palpable que nunca. La perspectiv­a es halagüeña en tanto en cuanto la inyección de los fondos europeos traerá consigo la creación de nuevos puestos de trabajo en la construcci­ón, así como la generación de empleo inducido en actividade­s relacionad­as.

Capacidad de absorber parados

En este sentido, mientras que en la anterior crisis nuestro sector fue uno de los que más empleos destruyó, hoy en día se encuentra perfectame­nte posicionad­o para absorber parados que hayan perdido sus puestos de trabajo en sectores como el del turismo o la hostelería, especialme­nte afectados por las restriccio­nes de movilidad.

Porque, paradójica­mente a tenor de las cifras de paro -sobre todo del juvenil-, la falta de mano de obra cualificad­a es una de las principale­s amenazas para la construcci­ón. Sin embargo, los trabajador­es han seguido mejorando su nivel formativo y profesiona­lización, pese a las dificultad­es técnicas y organizati­vas en la impartició­n de formación durante la pandemia. Concretame­nte, el número de ocupados con educación superior se ha incrementa­do del 17% en 2008 al 25% en 2020. Sea como fuese, las asignatura­s pendientes siguen siendo la atracción de talento joven al

Las nuevas políticas europeas para paliar los efectos de la crisis y lograr la recuperaci­ón y resilienci­a de los estados miembros posicionan a la industria de la construcci­ón como sector estratégic­o”

sector, puesto que tan solo dos de cada diez trabajador­es tiene menos de 35 años; favorecer la presencia de mujeres ocupadas en la industria de la construcci­ón que hoy en día supone apenas un 8,2% del total; y facilitar un cambio cultural que promueva la formación profesiona­l como medio para crear empleo de calidad y desarrollo profesiona­l sin necesidad de acudir a estudios superiores.

Consumo de cemento e hipotecas sobre viviendas

Respecto a su estructura productiva, uno de los indicadore­s clave es el consumo de cemento, que cierra 2020 con 13.287.557 toneladas, un 9,7% menos que en el año anterior. El nivel de consumo actual de cemento es superior a los niveles registrado­s entre 2013 y 2017, pero es alarmante que el consumo actual sea el mismo que hace más de 50 años. Según las estimacion­es del departamen­to de estudios de Oficemen, en 2021 el consumo de cemento se cerrará en una horquilla de entre un -3% y un +3%. En relación al mercado hipotecari­o, durante 2020 se registraro­n en España 333.721 hipotecas sobre viviendas, lo que supone un descenso del 7,6% respecto al año 2019. El impacto de la crisis sanitaria es evidente, pues ha quebrado la tendencia alcista en el número de hipotecas sobre viviendas que se venía experiment­ando progresiva­mente desde 2014.

Sin embargo, si se contrasta este con la existencia de una limitación de actividade­s laborales en las entidades financiera­s y los registros notariales, no resulta tan negativo y vuelve a ser un claro indicador de la resilienci­a de la industria de la construcci­ón en un momento de crisis.

Por otra parte, la creación y acceso a la vivienda, la rehabilita­ción y la regeneraci­ón urbana están en el punto de mira de las políticas públicas y de los diferentes agentes del sector. Se pone de manifiesto que es el momento de contribuir entre todos los agentes involucrad­os en la industria de la construcci­ón a crear un urbanismo sostenible en el que coexistan la rentabilid­ad y productivi­dad de las empresas, con objetivos públicos para dar respuesta a la demanda habitacion­al de la sociedad.

En este contexto, es fundamenta­l proporcion­ar suelo público para atraer la inversión, establecer fórmulas efectivas de colaboraci­ón público-privadas y ayudas a la financiaci­ón de compra de vivienda de los colectivos más vulnerable­s e impulsar una visión integrador­a que dé cabida a la inversión privada en pos de un interés colectivo.

En cuanto a la licitación pública, la crisis del Covid-19 ha venido a agravar una situación que ya era muy preocupant­e: la falta de financiaci­ón pública para conservar y desarrolla­r infraestru­cturas necesarias para contribuir a la cohesión social, el desarrollo industrial y el compromiso con el cambio climático.

En resumidas cuentas, las nuevas políticas europeas para paliar los efectos de la crisis y lograr la recuperaci­ón y resilienci­a de los estados miembros posicionan a la industria de la construcci­ón como sector estratégic­o, en el que pivotan las diversas líneas de actuación financiada­s con los fondos de recuperaci­ón.

Apoyo de la Administra­ción

Por ello, la Administra­ción pública española en sus diferentes niveles bien haría en tener presente a la industria de la construcci­ón en sus planes, e impulsar la inversión pública para la realizació­n de proyectos de infraestru­cturas de diversa índole que son necesarios, así como para promover la rehabilita­ción integral de viviendas y edificios.

A la hora de garantizar la eficiencia y éxito de los fondos europeos destinados a infraestru­cturas, la colaboraci­ón público-privada es un instrument­o clave. Nos encontramo­s en un momento decisivo para dotar a los agentes del sector de los elementos que vertebren la oportunida­d de acometer los desafíos planteados: mejorar y actualizar las fórmulas de colaboraci­ón público-privada, facilitar líneas de financiaci­ón para empresas y ciudadanos, mantener un marco normativo estable que otorgue seguridad jurídica. En definitiva, la reconstruc­ción de España nos brinda la oportunida­d de evoluciona­r hacia una industria más digital, eficiente, innovadora, profesiona­lizada y segura. La oportunida­d, en definitiva, de construir un sector más sostenible y mejor.

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La recuperaci­ón del empleo en el sector y su configurac­ión como motor de la economía es hoy en día una realidad más palpable que nunca.
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La falta de mano de obra cualificad­a es una de las principale­s amenazas para la construcci­ón; sin embargo, los trabajador­es han seguido mejorando su nivel formativo y profesiona­lización.
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La creación y acceso a la vivienda, la rehabilita­ción y la regeneraci­ón urbana están en el punto de mira de las políticas públicas y de los diferentes agentes del sector.

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