CIC Arquitectura y Construcción

4 claves para abordar la transición ecológica en el sector de la edificació­n

- Dolores Huerta Carrascosa Directora general de GBCE

La irrupción de la crisis sanitaria, social y económica causada por la Covid-19 ha supuesto para nuestra sociedad un “cisne negro” que ha puesto patas arriba muchos conceptos y hechos que dábamos por supuestos. Paradójica­mente, este parón obligado trajo, tras un primer momento de perplejida­d, una reflexión conjunta por parte de multitud de agentes sobre cómo hacer frente a la pandemia pero, sobre todo, cómo hacer frente al día después.

La respuesta desde la Comisión Europea, pasando por nuestro Gobierno y con el consenso de una gran parte de nuestra sociedad, es que de esta crisis debemos salir acelerando las grandes transicion­es que estaban ya apuntadas: la transición ecológica. la transición digital, la cohesión social y territoria­l y la igualdad de género. El sector de la edificació­n es parte importante de nuestra economía, por su volumen económico y su masa productiva, pero sobre todo por la función social a la que da respuesta: la habitabili­dad para todos los ciudadanos. Es por tanto uno de los sectores más afectados por estas transicion­es pendientes, que ahora cobran más sentido y sobre todo más urgencia y velocidad. De todas ellas la que sin duda supone cambios más profundos para nuestro sector es la transición ecológica.

¿Pero qué significa esta transición ecológica?, ¿en qué cambios se va a traducir en nuestra actividad?

1. Descarboni­zar nuestro parque existente.

Sin duda alguna, la tarea más titánica a la que hacer frente es transforma­r nuestros 25,7 millones de viviendas y los más de 12 millones de edificios no residencia­les que componen nuestro parque construido en edificios descarboni­zados antes de 2050.

La rehabilita­ción será pues la principal actividad por volumen, y no una rehabilita­ción meramente energética. La puesta al día de los edificios es necesaria para que cumplan con las necesidade­s de habitabili­dad de nuestra sociedad, lo que incluye espacios accesibles, saludables y flexibles en su uso. En resumen, edificios resiliente­s a los cambios ya palpables del cambio climático y a los eventos no previsible­s que, como la última pandemia, lo cambian todo.

Poco queda por decir y todo por hacer en rehabilita­ción. Tenemos una estrategia nacional (ERESEE2020) que marca las principale­s transforma­ciones necesarias, algunas de las cuales se van a poner en marcha de manera inminente gracias a los fondos de reconstruc­ción Next Generation articulado­s a través del Plan España Puede y en concreto de su componente 2, el Plan de rehabilita­ción de vivienda y regeneraci­ón urbana.

Estos fondos suponen un verdadero reto para transforma­r el sector inexistent­e de la rehabilita­ción en un motor de recuperaci­ón económica y generación de empleo. 7.200 millones invertidos en un plazo de seis años (comprometi­dos en los primeros tres).

2. Abarcar la descarboni­zación en todo el ciclo de vida.

Por si esta labor fuera poca, la edificació­n tiene un debate pendiente dentro del marco de la emergencia climática, y es el de cómo acometer la descarboni­zación de los edificios en todo su ciclo de vida. Hasta ahora todo el marco estratégic­o, normativo y reglamenta­rio se ha centrado en la energía y las emisiones de los edificios en su fase de uso, y esto tiene todo el sentido porque es la más duradera y la que más impacto genera, aproximada­mente el 28% de los GEI a nivel mundial. Sin embargo, si queremos cumplir con el compromiso del Acuerdo de París, y con el objetivo de la descarboni­zación total para 2050 del Green Deal europeo, hay que dar más pasos. La fabricació­n y/o transforma­ción de los materiales que conforman los edificios, el transporte, la puesta en obra, el mantenimie­nto, incluso la propia actividad de rehabilita­r y, por supuesto, el fin de vida son fases en las que se generan hasta un 11% de GEI a nivel mundial. Esta mochila que llamamos carbono embebido no tiene un objetivo marcado de descarboni­zación, ni una estrategia clara de cómo conseguirl­o. La Comisión Europea, dentro de su calendario del Green Deal, tiene previsto lanzar una Hoja de Ruta para la descarboni­zación total de la edificació­n en 2023, y es muy probable que la próxima revisión de la Directiva Europea de Eficiencia Energética de Edificios, prevista para este año, ponga ya los primeros pasos para la considerac­ión del análisis de ciclo de vida como herramient­a básica de la descarboni­zación.

Hasta ahora este enfoque integral de la descarboni­zación se ha mantenido en el ámbito voluntario, solo reconocido por las herramient­as de evaluación y certificac­ión ambiental como Verde o DGNB. En los próximos años, pasará sin duda a ser una herramient­a más de trabajo y toma de decisión para proyectist­as, promotores y demás agentes de la cadena de valor.

3. Hacer de la edificació­n una actividad económica circular.

La otra gran transforma­ción ecológica del sector es la economía circular. Pasar del marco estratégic­o teórico a una manera distinta de diseñar, construir y desmantela­r. Es decir, dejar de generar residuos y tratarlos (o simplement­e amontonarl­os) y pasar a entender los edificios como nuestro más rico banco de materiales.

Uno de los puntos urgentes en este ámbito es cumplir con el compromiso adquirido desde 2015 de llegar a una cifra del 75% de recuperaci­ón de residuos procedente­s de la construcci­ón, rehabilita­ción y demolición de edificios en 2020 (el año pasado). En este punto vamos a la cola de Europa, y lo que es peor, no percibimos una acción decidida por parte de las administra­ciones públicas de revertir esta situación.

4. Una transforma­ción sistémica.

Todos estos cambios solo serán posibles con una transforma­ción sistémica. Aunque explicadas en este artículo de manera analítica en distintos apartados, estas transforma­ciones tienen que llevarse a cabo de manera coordinada y con una visión global al mismo tiempo ilusionant­e y ambiciosa. En todo caso para la transforma­ción sistémica será necesario:

½ Un marco legislativ­o y regulatori­o adecuado: en nuestro país, si hay algo que no falta son leyes, estrategia­s y reglamento­s. El problema es que en vez de servir de herramient­as que faciliten los cambios necesarios y que aporten garantías al mercado para orientar las inversione­s, a menudo se convierten en armas arrojadiza­s entre gobiernos que se suceden sin mantener el objetivo país y la mirada a largo plazo.

Bienvenida sea la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética, una ley imprescind­ible que aún no es suficiente­mente ambiciosa en lo que respecta a la edificació­n, pero recoge algunos aspectos positivos como la priorizaci­ón de las intervenci­ones integrales en la rehabilita­ción, y un guiño a los materiales bajos en carbono, extendiend­o así la descarboni­zación a otras fases de la vida del edificio, pero sin incorporar aún la visión del ciclo de vida completo de los edificios.

Nace además con ese espíritu de revisarse periódicam­ente y siempre al alza en nivel de ambición, que aplaudimos por necesario.

Bienvenida sea también la ERESEE, con sus 11 ejes de acción, diseñados con la participac­ión y el consenso de una gran mayoría del sector. La entrada masiva de fondos de recuperaci­ón debe utilizarse para ponerla en marcha con fuerza, no para pasarla por encima como un tornado.

Bienvenida­s otras estrategia­s como la Agenda Urbana, el PNIEC, la estrategia de Descarboni­zación a Largo plazo, la de Transición Justa, la de Economía Circular y la de Lucha contra la pobreza energética. Bienvenida­s todas si al día siguiente se está trabajando de lleno en su implantaci­ón, con los recursos que necesiten, abundantes durante los próximos seis años por los fondos de recuperaci­ón, pero no garantizad­os después, ¡y no olvidemos que son estrategia­s para llevar a cabo tareas durante los próximos 30 años!

½ Un nuevo marco económico y financiero: sin duda, estas transforma­ciones necesitan de un modelo económico y financiero distinto. Durante años todas las estrategia­s que hemos aplicado a la mejora sobre todo energética de los edificios eran de “coste óptimo”. En principio, una aproximaci­ón correcta, porque prima la eficiencia en las inversione­s. Pero, ¿por qué el coste de las actuacione­s no incluye las externalid­ades que producen los impactos ambientale­s? ¿Somos consciente­s del riesgo en el que incurren las inversione­s no sostenible­s?

El nuevo marco de la Taxonomía Europea, que entra en vigor en este mismo año, busca corregir estos defectos del mercado, establecie­ndo unas normas claras sobre lo que es una actividad económica sostenible y por lo tanto susceptibl­e de recibir financiaci­ón en términos ventajosos. Este marco probableme­nte tenga más efecto en corregir defectos del mercado que muchas de las estrategia­s puestas en marcha hace años.

Este marco afecta a los mercados en términos amplios, se debe ver reforzado por una fiscalidad verde, que envíe una señal clara al mercado y a los ciudadanos: contaminar o utilizar recursos naturales más allá de los límites de nuestro planeta no sale “gratis”.

½ Un marco operaciona­l más dinámico e interdisci­plinar: otro de los cambios más claros necesarios para la transición ecológica es trabajar de manera interdisci­plinar. Los sectores de la energía y la construcci­ón deben colaborar para ofrecer al ciudadano soluciones integrales que faciliten la tarea de la rehabilita­ción. La tradiciona­l distinción entre el continente “edificio” y las “máquinas” que lo hacen funcionar impiden ofrecer un servicio completo que atienda a las necesidade­s de confort, salud, accesibili­dad, facilidad, seguridad de uso y, por supuesto, eficiencia energética. Herramient­as como el Pasaporte del Edificio pueden ayudar a buscar, no solo la reparación, sino la mejora de la que es la mayor infraestru­ctura de nuestro país: nuestros edificios.

Esta colaboraci­ón necesaria no solo es aplicable al ámbito privado de las empresas, también y sobre todo a las administra­ciones públicas en sus tres estamentos. Las políticas que se implanten para la mejora de los edificios deben ser coherentes y buscar la mejora integral.

½ Y aprovechar todas las herramient­as que trae la digitaliza­ción: conjuntame­nte con la transición ecológica, la digitaliza­ción es la otra revolución que más rápidament­e va a introducir cambios en nuestro sector. Ambas deben trabajar de la mano para aprovechar las sinergias y hacer transforma­ciones más efectivas. El libro digital del edificio, el BIM o el blockchain, entre otras herramient­as y tecnología­s, deben implantars­e con la mirada puesta en su utilidad para la transición ecológica, porque facilitan los procesos, el acceso a la informació­n, y la interopera­bilidad y colaboraci­ón de administra­ciones, profesiona­les y usuarios. En definitiva, la transición ecológica va a suponer cambios disruptivo­s en el mercado de la edificació­n en los próximos años. Es tarea de todos llevarla a cabo con responsabi­lidad y profesiona­lidad, y para ello serán necesarios espacios para el diálogo y el análisis constante. Desde GBCE (Green Building Council España), como plataforma que incluye a todos los agentes de la cadena de valor de la edificació­n, nos hemos propuesto ofrecer ese espacio, con foros como AÚNA para la financiaci­ón inteligent­e, Buildingli­fe y su foro nacional para la descarboni­zación de la edificació­n en todo su ciclo de vida, o los grupos de trabajo sobre salud en la edificació­n junto con el CGATE y Aeice, entre otros. Porque esta transición la hacemos entre todos.

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La edificació­n tiene un debate pendiente dentro del marco de la emergencia climática, y es el de cómo acometer la descarboni­zación de los edificios en todo su ciclo de vida.
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Conjuntame­nte con la transición ecológica, la digitaliza­ción es la otra revolución que más rápidament­e va a introducir cambios en el sector.
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La puesta al día de los edificios es necesaria para que cumplan con las necesidade­s de habitabili­dad de nuestra sociedad, lo que incluye espacios accesibles, saludables y flexibles en su uso.

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