Paisaje después de la batalla
He dejado pasar un par de semanas desde que el TAS castigara a Alberto Contador con dos años de sanción para escribir este editorial. Ha sido tal el volumen de información recibida -buena parte de ella ininteligible para los profanos en ciencias- y tan exagerado el grado de crispación en el ambiente, que era aconsejable tomarse un tiempo de espera para retratar de forma sosegada el final del terremoto que nos ha sacudido durante el último año y medio. Lo más desolador del caso es que después de leer el laudo del TAS lo único seguro es que no saben lo que ha ocurrido y que desconocen el origen del clembuterol que apareció en la muestra de Alberto. ¿18 meses de espera para esto? No es el papel de la prensa juzgar este tipo de casos, para eso existen unas reglas del juego y tribunales como el TAS, pero resulta descorazonador que después de un proceso tan mediático, con el mejor ciclista del mundo en la picota, la resolución no aclare absolutamente nada y sancione al deportista con la máxima pena a pesar de inclinarse por una ingesta involuntaria de un suplemento alimenticio contaminado como posibilidad más probable, aunque todas -incluida ésta- le parecen poco probables a los miembros del panel. Lo mínimo hubiese sido atender ese supuesto y reducir la sanción a un año como ha sucedido en otros casos. Pero lo que más me enerva de este desquiciante asunto es lo de anularle los resultados posteriores al positivo, algo que ya se puso en práctica con Valverde. ¿Por qué se le dejó competir entonces? Si Contador pasó todos los controles en el Giro de Italia y en el resto de triunfos que ahora le birlan, ¿qué sentido tiene alterar esas clasificaciones? Es obligación de la UCI evitar atropellos así que sólo van contra la credibilidad del deporte por el que debería velar. Me puedo imaginar la sensación de tomadura de pelo de los aficionados que acudieron a seguir esas carreras y ahora ven modificado lo que ellos vivieron sobre el asfalto... sin que haya ningún control positivo por medio. En fin, celebro que el culebrón termine -aunque sea de manera tan funesta- y que si todo va como parece contaremos con Alberto Contador en la línea de salida de la Vuelta a España.